Un viaje por el “imperio”

Por Luis Cáceres Piñero

Los que hemos tenido la dicha de viajar a Estados Unidos de América en el que solo nos ha acompañado un pequeño bolso de mano para los documentos y algún mazo de tabaco y en la barriga del avión nada, estos vuelan tan ligeros como un papalote, solo con el peso de los tripulantes y pasajeros. Han sido tantas décadas ocurriendo lo mismo que hasta hemos llegado a verlo como algo normal.

 

 

Por Luis Cáceres Piñero

 

Esperanza, llegaron los huevos. Foto tomada de Internet.
Esperanza, llegaron los huevos. Foto tomada de Internet.

 

Los que hemos tenido la dicha de viajar a Estados Unidos de América en el que solo nos ha acompañado un pequeño bolso de mano para los documentos y algún mazo de tabaco y en la barriga del avión nada, estos vuelan tan ligeros como un papalote, solo con el peso de los tripulantes y pasajeros. Han sido tantas décadas ocurriendo lo mismo que hasta hemos llegado a verlo como algo normal.

En la llegada, como es natural, la familia que nos recibe, unos en el aeropuerto, otros en el lugar escogido para la fiestecita. Allí nos encontramos con los amigos de aquí y de allá. A todos los vemos más jóvenes que cuando se fueron; ellos no nos ven igual, no dicen nada por educación.

La alegría es de ambas partes, nosotros les llevamos el recuerdo sentimental del terruño y el tradicional regalo del puro aunque no fumen, del que más tarde nos avergonzaremos cuando veamos en todas las vidrieras la presencia del famoso Cohíba. Ellos nos responden ya en la despedida de la fiestecita con un efusivo abrazo que nos rodea y en el extremo del brazo dos dedos que se introducen llevando un mensaje de solidaridad económica a nuestros vacíos bolsillos. Sentimos pena, pero hay algo más poderoso que fácilmente nos convence.

Las emociones continúan cuando vemos aquellas enormes construcciones dándonos la impresión de ser hechos por hombres de otro planeta, unos comercios que nos parece que todo sobra, un transporte que no hay palabras para explicarlo, todo hecho por el capitalismo y su propiedad privada.

Después de varios días comenzamos los preparativos para el regreso con tantos enormes maletines y cajas que nos parece por momentos ser dueños de quincallas y ferreterías y hasta de farmacias y cuando nos tocamos los bolsillos (por qué no) también algo de banquero. Es tanta la emoción que ni recordamos al cobrador de impuestos que nos espera.

En mi viaje por los Estados Unidos pude comprobar lo que somos capaces de hacer los cubanos cuando tenemos libertad y responsabilidad sobre nuestro destino. ¿Cuánto pudiéramos hacer en nuestra propia tierra? ¿Cuántos de nuestros sueños de hoy podrían realizarse con nuestro propio esfuerzo?

Todo el viaje nos ha parecido un sueño hasta que llegamos de vuelta a la Patria y en mi barrio oigo cuando le preguntan a la del domicilio: “Esperanza, ¿ya vinieron los huevos?”

 

Luis Cáceres Piñero (Pinar del Río, 1937).

Pintor.

Reside en Pinar del Río.

 

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