Un sueño entre dos

“Anunciación”. 30 x 30 cm. Acuarela sobre cartulina. Obra de Albertho Díaz León.

Mi interés por el mundo, los seres humanos y sus universos marcó desde joven mi arte desde los propios inicios, y aún hoy sigue siendo mi senda en la creación artística. El ser humano (la mujer) y sus sueños son mis coordenadas en la investigación, mi universo plástico. Lo que pinto vibra y rebosa de seres (mujeres) detenidos, meditando, reflexionando o simplemente que por un segundo cierran sus ojos para abrirse paso a su mundo interior o sueño en búsqueda de un equilibrio, pureza y serenidad, rodeados en muchas ocasiones de una atmósfera tranquilizadora y calmante como un buen sillón que ofrece relajación de la fatiga física. Cada obra es una propuesta desde lo individual a soñar, a vivir lo espiritual de forma plena desde nuestro cuerpo.

En cuanto a mi propia experiencia como artista autodidacta, encuentro un goce por la manipulación, la experimentación, el contacto con los materiales, el olor de los mismos, la sensualidad, el goce estético en el hacer. Tengo una relación particular con las acuarelas y su fragilidad, su naturaleza equilibrada, desafiante y difícil al mismo tiempo. Esta técnica tan milenaria es un reto a la perfección, a la precisión, lo espontáneo y naturalmente preciso, como la vida misma. Los errores se quedan con nosotros en la acuarela como también los caminos, nuestra historia y el final feliz (o no).

Finalmente, me descubro en mis obras, de eso no puedo ni quiero separarme, más allá de la intención, temática, explosión de colores o monocromos. Actualmente trato de explorar una misma idea en varias disciplinas, como la escultura, en la que recientemente he estado incursionando, realizando estas criaturas que sueñan, y que sé, son mis propias figuraciones. Ellas han encontrado otra forma feliz para nacer, entre colores, retoños de flores, libélulas, mariposas, caracolas, vapores primaverales, con ese tono erótico desde la inocencia.

Una obra de arte se logra cuando provoca y moviliza algo también en el otro, que no necesariamente tiene que entender, sino que puede sentirse invitado de alguna manera, como en mis obras, a soñar. Ahí se produce el “acto” artístico, que culmina siendo un sueño entre dos.

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