Por Orlando Luis Pardo Lazo
El Fondo para la Cultura y el Desarrollo Príncipe Claus incluyó este lunes a la bloguera Yoani Sánchez entre sus galardonados anuales. Junto al ganador principal del Premio Príncipe Claus 2010, Sánchez ha sido invitada de manera excepcional a la ceremonia de entrega que tendrá lugar el próximo diciembre, en el Palacio Real de Ámsterdam. Diario de Cuba comparte un diálogo en exclusiva con la bloguera sobre sus impresiones iniciales tras recibir tan alta distinción a nivel mundial.
¿Será noticia dentro de la Isla este importante reconocimiento internacional o quedará en un limbo informativo? ¿Podrá ser usado en tu contra por tus habituales detractores en internet?
Hace ya mucho rato que los acontecimientos no necesitan ser narrados por los medios oficiales para que se conviertan en noticia dentro de la Isla. Quiero pensar que este premio que he recibido está relacionado precisamente con ese momento en que los ciudadanos, amparados en la tecnología globalizada, le hemos arrebatado al Estado el monopolio de la información. Se usará en mi contra, pero estoy preparada. Dime quién te ataca y te diré quién eres. Con eso vivo.
Los montos en metálico son un tema tabú usado por la oficialidad en sus acusaciones de “mercenarios” a los miembros de la sociedad civil. ¿Qué sucederá en este caso con una cifra tan considerable en el contexto de la depauperada economía cubana?
Frente a cualquier cantidad de dinero entregado como premio, siempre hay al menos tres preguntas: ¿de dónde proviene, bajo cuáles condiciones se da, y en qué se usa? Los 25.000 euros con que está dotado este galardón se colectan entre la ciudadanía holandesa y no hay condiciones para su entrega, como no sea haber merecido el premio.
Estos se usarán para lo que podría ser la piedra fundacional de un medio de difusión libre en Cuba. Ya estoy trabajando junto a un grupo de colegas en ese proyecto. No sé aún cómo podré mover hacia la Isla el monto que acompaña a este lauro, pero algo se me ocurrirá. Sin embargo, sí puedo asegurar que parte de él se convertirá también en tarjetas de acceso a internet, recargas para móviles, e infraestructura tecnológica para muchos otros bloggers y periodistas ciudadanos.
En poco más de una década, no le ha ido mal a Cuba con los premios Príncipe Claus. ¿Tienes relación con los otros ganadores nacionales? ¿Qué opinión te ameritan sus obras?
Dagoberto Valdés es uno de mis mejores amigos. Él recibió el Príncipe Claus en 1999 a nombre del colectivo de la revista Vitral, que ha sido una de las muestras de periodismo ciudadano más interesantes ocurridas en Cuba en los últimos cincuenta años. En el caso de Tania Bruguera, sabía de ella a través de su obra, y especialmente por su célebre Cátedra de Arte Conducta, donde fomentó el atrevimiento y la transgresión artística. Sin conocerla personalmente, participé de forma espontánea en su performance El susurro de Tatlin, que tuvo una enorme repercusión en la Bienal de La Habana 2009. A partir de ahí he seguido sus presentaciones con respeto y atención.
Desiderio Navarro, quien recibió este mismo galardón el año pasado, es amigo de la adolescencia camagüeyana de mi esposo, y sólo una persona como él —con su energía y talento— hubiera podido sostener frente a tantos obstáculos la calidad de la revista Criterios. Entrar a la lista donde están los nombres de esos tres cubanos es en sí un premio muy especial.
Además del estímulo personal, ¿puede entenderse este premio como un reconocimiento a la labor desempeñada por la blogosfera alternativa cubana? ¿Crees que tendrá un efecto legitimador o contraproducente para los blogueros dentro del campo cultural cubano?
Las críticas caerán sólo sobre mí, pero tengo la mejor disposición a compartir la gloria y, de hecho, también el dinero. Con lo de la legitimización ocurre como con las noticias. En la medida en que los individuos se vuelven más independientes, pasan a ser soberanos que se ponen ellos mismos los atributos de empoderamiento. Si con eso estoy dando “un mal ejemplo”, bienvenidos sean los problemas. Y bienaventurados los que se atrevan no a seguir mi camino, sino a encontrar el suyo propio.
Aprovecho la oportunidad para preguntarte tu visión de la importancia de la visibilidad mediática entre los sectores contestatarios en Cuba. ¿Cuánto hay de efecto banal? ¿Genera esto roces con los protagonistas menos asediados por la prensa mundial?
La visibilidad mediática no debe ser nunca un fin en sí mismo, sino en todo caso la consecuencia de lo que se hace de forma constante. Hace más de veinte años un joven caminó sobre el brazo de una enorme grúa que reparaba la cúpula del Capitolio en La Habana. La noticia salió en los periódicos y hasta se comentó fuera del país. Se hizo visible como una pompa de jabón, como un fuego de artificio, pero nadie sabe hoy qué fue de la vida de aquel atrevido malabarista.
En Cuba hay muchas personas que necesitan de la visibilidad para no ser aplastados por la maquinaria represiva. Ahí está el ejemplo de Reina Luisa Tamayo, que desde el callejón sin salida donde vive, a cientos de kilómetros de la capital, hizo un video con el teléfono móvil donde se veía a medio centenar de hombres uniformados impidiéndole asistir al cementerio de Banes, donde descansa su hijo Orlando Zapata Tamayo. En ese momento no había allí ni un solo corresponsal extranjero acreditado en la Isla, pero el mundo entero tuvo acceso a esas imágenes a través de internet. No hay que depender de los grandes medios: esa es otra hegemonía de la que tenemos que aprender a escapar.
En cuanto a los roces que pueda generar este galardón, puedo asegurar que la lista de mis enemigos, al igual que la de mis amigos, sólo me compete redactarla a mí. Nadie puede inscribirse en ella sin mi consentimiento de aceptarlo o no como adversario. Hasta ahora no hay ningún nombre anotado por mi propia mano en ese reservorio, de manera que me considero una persona sin odios. Prefiero la sana ingenuidad de creer que hoy todos están alegrándose conmigo por mi inclusión en el Premio Príncipe Claus 2010.
¿Cuáles son los próximos planes de Yoani Sánchez?
Continuar trabajando y abriendo grietas en el muro de la censura y el silencio. Hace dos semanas inauguré el primer servicio de podcast desde el teléfono móvil, vía MMS, directo desde Cuba hacia internet. En apenas unos días estaré frente a un grupo de blogueros y periodistas, enseñándoles a sacar el máximo potencial de sus celulares, para superar las limitaciones de acceso a la web que tenemos en esta Isla.
No voy a parar de aprender y de enseñar, porque mi sueño es que en breve tiempo los ciudadanos logremos hacernos con la información, ya sea para emitirla o recibirla. Los que me conocen bien saben que cada conocimiento tecnológico que adquiero es como un software de código abierto al alcance de todos. Mi premio Príncipe Claus 2010 permitirá que ese “html de la libertad informativa” llegue a más personas.
(Tomado deDiario de Cuba. España. Lunes, 6 de septiembre de 2010)