Por Leonel Antonio de la Cuesta
Heinz August Luning, ciudadano alemán nacido en Bremen el 28 de marzo de 1911, fue fusilado convicto de espionaje en los fosos del Castillo del Príncipe el 10 de noviembre de 1942, a las 8 de la mañana, en cumplimiento de una sentencia del Tribunal de Urgencia de La Habana, ratificada por el Tribunal Supremo de Cuba y a la cual Fulgencio Batista, jefe del Estado, se negó a aplicarle el derecho de gracia o indulto. Su cadáver fue sepultado en la necropólis de Colón el día de su ejecución. Una década después la familia del finado trasladó sus restos a Hamburgo. Luning fue el único espía alemán capturado juzgado y ejecutado en Latinoamérica y el Caribe durante la Segunda Guerra Mundial.
Estos son los datos objetivos e irrefutables, mas alrededor de la figura de Luning se ha tejido una leyenda, casi una novela, creada en parte por elementos del gobierno de Batista, y en parte por otros elementos poco íntegros del gobierno de los Estados Unidos. Este tejido de verdades, medias verdades y simples mentiras, acaba de ser desmentido gracias a las investigaciones del Prof. Thomas D. Schoonover de la Universidad de Louisiana en Lafayette, pero no debo adelantarme…
Comenzaré por la historia oficial difundida en Cuba y Norteamérica. Hasta el momento, las noticias que se tenían de Luning y su azarosa vida provenían de artículos periodísticos y de la información publicada en las revistas Bohemia y Carteles en Cuba y en True Detective en los Estados Unidos. Según estas fuentes, Luning fue una especie de super espía en la mejor tradición de Mata Hari o James Bond. Conocedor a conciencia del español y el inglés hubo de recibir un cuidadoso entrenamiento en espionaje y antes de pasar a Cuba, ejerció como agente secreto en otros países, entre estos, la República Dominicana. Llegó a Cuba en 1941 proveniente de España con un pasaporte hondureño falso, a fin de establecerse en la Isla como comerciante minorista. Ni en este relato ni en el del profesor Schoonover se aclara cómo consiguió el permiso de residencia en Cuba, algo muy difícil en aquellos momentos. Instalado en una casa de huéspedes cercana a los muelles y mediante un potente aparato de radiotelegrafía se comunicaba con los submarinos alemanes notificándoles la entrada y salida de buques de guerra y mercantes. Por vía epistolar hacía saber a la Abwehr (Servicio de Espionaje Militar Alemán) sus impresiones sobre la vida económica política y social cubanas. Para ello utilizaba también mensajes escritos con tinta invisible al dorso de cartas comerciales y privadas. Estas misivas las enviaba a intermediarios radicados en España y Portugal, países neutrales en el conflicto bélico. También se servía de cablegramas en clave remitidos a otros intermediarios en Argentina y Chile, igualmente países neutrales. Descubierto por la acción conjunta de los servicios de contrainteligencia de Cuba, los Estados Unidos e Inglaterra, con su arresto y subsecuente ejecución se puso fin a la acción de una vasta red de espionaje que se extendía por todo el continente americano y que había provocado el hundimiento de más de medio millar de buques aliados, entre ellos varios cubanos. Lo más raro de esta historia es que Luning, como se dijo, fue el único espía alemán fusilado durante la Segunda Guerra Mundial en Latinoamérica y el Caribe.
El profesor Schoonover, a sugerencia del Prof. Louis A. Pérez Jr, realizó durante varios años una minuciosa investigación histórica en Alemania, los Estados Unidos e Inglaterra y consultó una bibliografía de fuentes secundarias de alrededor de 400 libros. Curiosamente no visitó Cuba, sino que utilizó la información brindada por Enrique Rodríguez, descrito como un historiador cubano de la época de Luning. Este historiador informó que en los archivos cubanos no hay datos oficiales sobre el caso, al extremo que el expediente de la causa 1366 de 1942, la causa de Luning, fue sustraído de los archivos judiciales cubanos.
Los resultados de esa investigación se han dado a conocer en el libro Hitler´s Man in Havana. Heinz Luning and Nazi Espionage en Latin America, publicado por la editorial The University of Kentucky Press en 2008. Sus hallazgos hacen trizas la versión que hasta ahora ha circulado en Cuba y en los Estados Unidos.
¿Cuál es la nueva versión?
Luning, hijo de alemán e italiana, nació en el seno de una familia acomodada en Bremen, pero falto de inteligencia y dedicación no recibió una educación esmerada. Su cultura general era pobre, sus conocimientos de idiomas mediocres y sus hábitos de trabajo más mediocres todavía. Vivió brevemente en Ciudad Trujillo, o sea, Santo Domingo y Nueva York. Ideológicamente no simpatizaba con los nazis y en cambio frecuentaba amistades judías. Tras el ascenso de Hitler al poder intentó sacar a su mujer e hijo de Alemania pero fracasó por falta de medios económicos. Deseoso de evitar el Servicio Militar decidió ingresar en la Abwehr. Este organismo no tenía mucho material humano donde escoger y lo incorporó a sus filas. En la Alemania de Hitler hubo más de veinte servicios de inteligencia, la Abwehr (fundada en 1929) no estaba originalmente controlada por el Partido Nazi, quien contaba con su propio servicio de espionaje conocido como la SD. Se sabe que la Abwehr tenía un pésimo mecanismo de reclutamiento. La SD disponía de contactos en las colonias alemanas en Latinoamérica donde, por ejemplo, vivían un millón de alemanes y sus descendientes en Brasil y doscientos cincuenta mil en la Argentina.
El entrenamiento de Luning se limitó a seis semanas en una escuela de espionaje en Hamburgo. Lo despacharon para Cuba, país del que no conocía prácticamente nada. Llevaba en su equipaje un aparato de radiotelegrafía que nunca pudo hacer funcionar y por lo tanto no logró comunicarse con ningún submarino alemán. Sus comunicaciones con el espionaje alemán las efectuó por correo aunque no aprendió a usar bien las tintas invisibles. También envió cablegramas en clave a intermediarios en Argentina y Chile. Fue descubierto por la contrainteligencia británica y detenido por la cubana. No hay constancia de que la información enviada a sus superiores tuviera real importancia para el desarrollo de la guerra. Muchas veces eran meros rumores. Tampoco hay pruebas de que fuera culpable del hundimiento de algún buque.
¿Cómo este espía de pacotilla se convirtió en un espía célebre? Dijo Ortega y Gasset que el hombre es él y su circunstancia. Nunca mejor probado que en este caso. Al momento de ser apresado Luning en 1942 la Segunda Guerra Mundial era favorable al Eje. Los japoneses acababan de atacar Pearl Harbor. La guerra submarina había hundido unos 600 buques aliados. Los submarinos alemanes merodeaban por el Caribe y el Golfo de Méjico. El Manzanillo y el Santiago de Cuba, buques de carga cubanos, fueron víctimas de ellos el 12 de agosto de 1942. Era necesario demostrar que se estaba haciendo algo para acabar con esa ofensiva demoledora. Consecuentemente los servicios de propaganda de guerra aliados se decidieron a sacar provecho de la captura de Luning. Especialmente J. Edgar Hoover, el tenebroso jefe del FBI. En Cuba, Batista quería hacer méritos para conseguir un mejor precio para la zafra azucarera, así como una mayor ayuda estadounidense en varios rubros. El jefe de la policía cubana, el Gral. Manuel Benítez Valdés, deseaba aumentar su prestigio y popularidad pues pretendía, como se vio en 1944, ser el sucesor de Batista. Por otra parte el embajador estadounidense Spuille Braden también quería adueñarse de parte de la gloria.
A pesar de la enorme importancia que se le dio al caso, el proceso del arresto y condena del espía dejó mucho que desear. Benitez procedió a la detención de Luning en cuanto recibió noticias de su existencia y ello con un gran despliegue publicitario. Esto desagradó al FBI y al M16 británico que hubieran preferido vigilar por un tiempo a Luning a fin de descubrir más espías y colaboradores. Dado el escaso interés bélico de sus informes y su conducta de total colaboración con las autoridades cubanas, la pena de muerte no resultaba apropiada. Además su ejecución obviamente no estimularía la cooperación de espías que fueran capturados en el futuro. Hasta el final de la guerra el FBI siguió todas las pistas derivadas de este caso sin hallar rastros del círculo intercontinental de espionaje supuestamente coodinado por el agente alemán.
El libro de Schoonover contiene además otros datos interesantes. Por ejemplo, la organización de un servicio semi privado de contraespionaje creado y dirigido por el novelista Ernest Hemingway con el apoyo económico del embajador Braden. Parece que los informes de este grupo eran realmente novelas. Asimismo los casos de Mariano Faget, padre e hijo. El padre fue muy respetado como jefe de la contrainteligencia cubana durante la guerra. Dos décadas después se convirtió en un sicario del batistato. El hijo que ocupaba un alto cargo el Servicio de Emigración y Naturalización en los Estados Unidos, fue condenado muchos años después por espiar para el gobierno de La Habana.
En la última parte del libro su autor trata de establecer vínculos entre Heinz A. Luning, espía de carne y hueso y James Wormold, espía de ficción, creado por el notable novelista británico Graham Green como protagonista de su muy conocida novela Our Man in Havana. Es un curioso ejercicio intelectual aunque un tanto alejado del tema central del libro.
Una vez más se ha comprobado que sólo una minuciosa investigación documental puede producir una información histórica fehaciente y como la mera consulta de fuentes secundarias puede cambiarlo todo y crear toda una novela. El libro de Schoonover contiene algunas contradicciones y errores menores explicables porque el autor no había escrito antes nada sobre Cuba. De todas maneras su colaboración a los estudios cubanos es sustancial y se extiende también a la historia de la Segunda Guerra Mundial de la cual todavía queda mucho por escribir.
Leonel Antonio de la Cuesta
Florida International University
Realizó estudios doctorales en la Universidad Santo Tomás de Villanueva, Cuba; en La Sorbonne y en The Johns Hopkins University.
Ha enseñado durante más de cuarenta años en Los Estados Unidos.
Durante treinta años se ha dedicado al estudio del constitucionalismo cubano.
Actualmente profesa en las facultades de Letras, Ciencias y Derecho de la Florida International University.
Ha publicado quince libros.