Por Dimas Castellanos
Cuatro décadas después de la toma del poder revolucionario en 1959, los factores que hicieron posible el totalitarismo en Cuba llegaron a su límite.
Las medidas de carácter popular dictadas en los primeros años de poder revolucionario fueron acompañadas por el desmontaje…
Por Dimas Castellanos
Cuatro décadas después de la toma del poder revolucionario en 1959, los factores que hicieron posible el totalitarismo en Cuba llegaron a su límite. Las medidas de carácter popular dictadas en los primeros años de poder revolucionario fueron acompañadas por el desmontaje de la sociedad civil y con un proceso de estatización que comenzó por las empresas extranjeras y no se detuvo hasta que eliminó los últimos 56 mil pequeños establecimientos de producción y servicios que habían logrado sobrevivir hasta 1968.
El intento de subordinar los intereses individuales y de grupo al Estado condujo al fracaso. La coincidencia entre el agotamiento del modelo, el estancamiento de la Nación, el descontento ciudadano y el aislamiento externo, conformaron un escenario de cambios en ausencia de fuerzas alternativas en condiciones de influir en los mismos. El resultado ha sido, de un lado, la desesperanza, la apatía, la corrupción generalizada, el éxodo masivo, y de otro, el surgimiento de nuevos sujetos sociales y políticos.
En ese contexto se produjo el traspaso provisional de poder del Jefe de la Revolución. Sin embargo, el hecho de que la transferencia se efectuara entre las mismas fuerzas que condujeron al país a la crisis, determinó que el orden, la profundidad y la velocidad de los cambios fueran determinados por el propio poder, lo que explica el intento de cambiar la forma para conservar el contenido, una contradicción insalvable que de antemano condenó al fracaso el intento gubernamental. Ese proceso, aún en curso, ha pasado por tres momentos encabezados por el General de Ejército Raúl Castro.
El primer momento
El 31 de julio de 2006, como resultado de su enfermedad, el Primer Secretario del PCC, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y Comandante en Jefe, Fidel Castro, fragmentó sus múltiples cargos y los depositó provisionalmente en siete dirigentes del Partido y del Estado. Raúl Castro, designado Primer Secretario del PCC, Comandante en Jefe y Presidente del Consejo de Estado. José Ramón Balaguer Cabrera, al frente del Programa Nacional e Internacional de Salud. José Ramón Machado Ventura y Esteban Lazo Hernández, al frente del Programa Nacional e Internacional de Educación y Carlos Lage Dávila, impulsor principal del Programa Nacional de la Revolución Energética. Los fondos correspondientes a los programas de Salud, Educación y Energía serían gestionados mancomunadamente por Carlos Lage, Francisco Soberón (Ministro Presidente del Banco Central de Cuba), y Felipe Pérez Roque. Con esas designaciones comenzó el primer momento del gobierno de Raúl.
En discursos, entrevistas y declaraciones, el nuevo mandatario manifestó la necesidad de introducir cambios, incluyendo la disposición a normalizar las relaciones con Estados Unidos, idea esta que expresó en la entrevista publicada en el diario Granma el 18 de agosto de 2006 y reiteró el 2 de diciembre de ese año en la Plaza de la Revolución. A su vez, sin culpar a su antecesor, Raúl comenzó a desmontar los métodos y planes anteriores: desaparecieron las marchas combatientes, las tribunas sabatinas y otras movilizaciones políticas que formaban parte de la Batalla de Ideas, a la vez que realizó fuertes críticas a la ineficiente producción agropecuaria.
En esa dirección, el 11 de julio de 2007, en la clausura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), planteó, entre otras cosas que “Cada una de las provincias debe tener sus constructores, debe tener sus propios maestros, y debe tener sus propios policías…”. Criticó las plantillas laborales Infladas (método artificial mediante el cual se “redujo” el desempleo a cifras casi nulas y demostrar al mundo la superioridad del sistema cubano). Llamó a los maestros y profesores jubilados a regresar a su profesión. Anunció la eliminación de gratuidades indebidas y el exceso de subsidios. Planteó revertir la tendencia al decrecimiento del área de tierra cultivada (en los nueve años que van de 1998 a 2007 el área había decrecido en un 33%). Luego, el 26 de julio de 2007, en Camagüey, planteó la necesidad de introducir cambios estructurales y de conceptos, enfatizó la importancia vital de producir en Cuba lo que se compra en el exterior y reconoció la existencia de enormes extensiones de tierra infectadas de marabú.
Seguidamente se inició la venta de computadoras, DVD, equipos electrónicos, acceso a la telefonía móvil, alojamiento de los nacionales en hoteles reservados para turistas y alquiler de automóviles en divisas. Se generalizó la entrega de licencias a vendedores de alimentos; comenzaron a cerrarse los comedores obreros; se entregaron en arriendo a los trabajadores, autos de piqueras, barberías de hasta tres sillones, pequeños salones de belleza; se flexibilizaron las regulaciones para la construcción y reparación de viviendas y se permitió la venta de frutas y verduras en las carreteras.
Lo más destacado fue el Decreto-Ley 259 para la entrega de tierras ociosas en usufructo; una medida importante pero insuficiente y contradictoria, pues luego de reconocer la incapacidad del Estado para producir y considerar la producción de alimentos como problema de máxima seguridad nacional, el Decreto-Ley mantuvo al Estado ineficiente como propietario, mientras los productores eficientes quedaron reducidos a usufructuarios.
El segundo momento
El 19 de febrero de 2008, resultado del empeoramiento de la salud de Fidel, se publicó el “Mensaje del Comandante en Jefe” mediante el cual renunciaba definitivamente a sus múltiples cargos. Cinco días más tarde, el 24 de febrero, Raúl Castro en la ANPP, fue elegido Presidente del Consejo de Estado, dando inicio al segundo momento de su gobierno, el cual abrió una etapa de conjeturas, deseos, aspiraciones y esperanzas.
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A partir de ese momento, quedó sin lugar la fragmentación del poder dictada en julio de 2006 por Fidel Castro. Lage y Pérez Roque terminaron separados del PCC y los demás cesaron en sus funciones o asumieron otras en el nuevo gobierno. De ellos emergió José Ramón Machado Ventura como Segundo Secretario del PCC y Vicepresidente del Consejo de Estado y Esteban Lazo conservó su condición de miembro del Buró Político.
En este segundo momento comenzó la introducción de un conjunto de medidas que se puede calificar como un plan mínimo de reformas, limitado a algunos aspectos de la economía, cuyo contenido se resume en: 1- Lograr una agricultura fuerte y eficiente para garantizar la alimentación de la población y sustituir importaciones. 2- Hacer que las personas sientan la necesidad de trabajar para vivir. 3- Rechazar firmemente las ilegalidades y otras manifestaciones de corrupción. 4- Desinflar las plantillas laborales, cuyas plazas innecesarias sobrepasaban el millón de trabajadores y 5- Impulsar el trabajo por cuenta propia.
En la segunda mitad del año 2011 se promulgaron varios decretos y resoluciones autorizando la transmisión de propiedad de vehículos entre particulares; la compra-venta, permuta, donación y adjudicación de viviendas; la flexibilización en el arrendamiento de viviendas; la comercialización de las producciones agrícolas en el sector turístico; se amplió la política crediticia a los trabajadores por cuenta propia y a los pequeños agricultores y se flexibilizaron las restricciones a los cubanos del interior del país para emigrar a La Habana.
Entre otros factores, ese programa mínimo estuvo limitado por una especie de dualidad de poderes, manifestada en el compromiso del nuevo mandatario de consultar las decisiones más importantes a Fidel y en las críticas indirectas de este último, contenidas en sus reflexiones e intervenciones públicas. El punto más crítico de esa dualidad se produjo a mediados del año 2011, cuando el líder de la revolución realizó varias reapariciones en público: el 11 de julio en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas; el 13 de julio en el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, donde ordenó realizar una investigación urgente acerca de cómo sería la postguerra; el 15 de julio en el Acuario Nacional; el 16 de julio en el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde se reunió con los embajadores cubanos en el exterior; y el 25 de julio, víspera del aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, vestido de verde olivo en Artemisa. El mismo día 26 celebró la conmemoración del Asalto con artistas, intelectuales, Pastores por la Paz y otros invitados.
Finalmente, el sábado 7 de agosto en una sesión extraordinaria de la ANPP, Fidel intervino para expresar una vez más sus preocupaciones por la inminente guerra nuclear y las relaciones con Estados Unidos. En su intervención aseguró que el mundo se salvará si tiene en cuenta los razonamientos lógicos que él estaba exponiendo. En ese sentido, refiriéndose al presidente Obama, dijo que este: Tal vez no daría la orden si lo persuadimos.
En medio de esas actividades, el 1 de agosto, en la sesión ordinaria de la ANPP, Raúl Castro anunció la generalización del trabajo por cuenta propia, incluyendo la contratación de mano de obra, algo inédito en Cuba; y el 13 de agosto, se anunció la próxima liberación de otros seis prisioneros políticos. Dos acontecimientos que develaban contradicciones que podrían derivar en desgobierno.
La importancia de este segundo momento del gobierno de Raúl consiste, en que las medidas introducidas en un contexto nacional e internacional desfavorable, sin economía y sin otro país que lo sostenga de forma indefinida, era imposible el retroceso al inmovilismo anterior. Por tanto, la única salida, con o sin voluntad política, es seguir adelante.
El tercer momento
El VI Congreso y la Primera Conferencia Nacional del PCC, celebrados en abril de 2011 y enero de 2012 respectivamente, se presentaban como definitorios para los cambios.
En el informe al VI Congreso, Raúl planteó que el trabajo por cuenta propia estaba llamado a convertirse en un factor facilitador para la construcción del socialismo en Cuba, ya que permitirá al Estado concentrarse en la elevación de la eficiencia de los medios fundamentales de producción y desprenderse de la administración de actividades no estratégicas para el país. Y en la clausura explicó que la actualización del modelo económico se desplegará gradualmente en el transcurso del quinquenio; reconoció que a pesar del Decreto-Ley 259 persisten miles y miles de hectáreas ociosas; llamó a modificar en la vida del Partido la mentalidad, atada durante largos años a los mismos dogmas y criterios obsoletos y declaró que su misión principal y el sentido de su vida era defender, preservar y proseguir perfeccionando el Socialismo.
Los contenidos del programa mínimo, asumidos como acuerdos del cónclave partidista, quedaron desglosados en los Lineamientos de la Política Económica y Social, pero acotados por el sistema de planificación socialista y la empresa estatal como vía principal para la dirección de la economía.
Unos días después que el VI Congreso había acordado cambiar los métodos y separar las funciones políticas de las administrativas, en las 15 conferencias provinciales del PCC celebradas entre mayo y julio de 2011, Machado Ventura reiteró ideas como las siguientes: “El Partido no administra, eso es bueno, pero no puede perder el control sobre sus militantes, independientemente del cargo que ocupen”; “Tenemos que conocer de antemano qué va a sembrar y cosechar cada productor”; “Hay que exigirle a los que no hacen producir la tierra”. Planteamientos dirigidos a mantener la economía subordinada al Partido y por tanto frenando el interés de los productores.
En ese contexto, en los 30 días que separan el jueves 10 de mayo del sábado 9 de junio de 2012, Fidel Castro publicó cuatro reflexiones y después, entre el 11 y el 18 de junio, aparecieron ocho pequeños textos –de unas 43 palabras de promedio– sobre Erich Honecker, Teófilo Stevenson, Alberto Juantorena, Deng Xiaoping, versos de Nicolás Guillén sobre Che Guevara, la moringa, los yogas y sobre la expansión del universo. Mensajes nebulosos, sin relación entre ellos y ajenos a nuestra realidad. Desde esa fecha, la desaparición de sus textos parece marcar el fin de la dualidad de poderes, por lo que ahora y no antes se puede hablar del gobierno de Raúl.
En el mes de julio de 2012, en la clausura del IX Período Ordinario de Sesiones de la ANPP, cuando ya no se publicaban las reflexiones de Fidel, Raúl Castro volvió sobre los planteamientos realizados en el informe al VI Congreso, como el referido al aumento de las tierras ociosas hasta cinco caballerías y otras. El 26 de julio de ese año, en Guantánamo, retomó el tema de las relaciones con Estados Unidos y el 30 de julio, encabezó la marcha por el Día de los Mártires en Santiago de Cuba, lo que podía ser la confirmación del tercer momento de su gobierno.
Resultados de los tres momentos
Respecto a lograr una agricultura fuerte y eficiente para garantizar la alimentación de los cubanos, tenemos que la producción agropecuaria cayó en el año 2010 en 4,2%; en el 2011 el Producto Interno Bruto (PIB) creció menos de lo previsto; la importación de alimentos aumentó de 1,5 miles de millones en 2010 a 1,7 millones en 2011; las ventas disminuyeron en 19,4% respecto a 2010 y los precios al detalle se incrementaron en 19,8%; mientras el salario medio mensual nominal aumentó solo en 2,2%, lo que empeoró la situación del cubano respecto al momento en que se comenzaron a introducir los cambios. Las zafras azucareras continuaron con producciones similares a la de principios del siglo XX, incluyendo la zafra 2011-2012, que programada para producir 1 450 000 toneladas de azúcar, a pesar de contar con la materia prima suficiente y con el 98% de los recursos contratados para su ejecución, presentó las mismas deficiencias anteriores: ni alcanzó la meta ni terminó en tiempo.
El propósito de que las personas sientan la necesidad de trabajar para vivir, un asunto estrechamente relacionado con las ilegalidades y otras manifestaciones de corrupción, no se logró. En su lugar, las actividades delictivas crecieron, como lo demuestra la cantidad de procesos judiciales celebrados y en marcha, al punto que la corrupción, junto a la ineficiencia de la producción, constituyen problemas de seguridad nacional. La respuesta gubernamental, limitada a la represión, la vigilancia y el control, no ha tenido éxito. La propia prensa oficial ha reflejado en los últimos años las constantes violaciones de precios, desvío de recursos, hurto y robo realizados diariamente por miles y miles de cubanos, incluyendo a altos funcionarios que están siendo procesados legalmente, pero el mal no se ha podido detener.
Respecto a desinflar las plantillas laborales, las limitaciones impuestas al trabajo por cuenta propia impidieron que este sector absorbiera la cantidad esperada de trabajadores estatales. De 374 000 cuentapropistas más de 300 000 eran personas sin vínculo laboral o jubilados. Así, el Trabajo por Cuenta Propia, que además de inconstitucional –pues la Constitución establece que la propiedad sobre los medios e instrumentos de trabajo personal o familiar no pueden ser utilizados para la obtención de ingresos mediante la explotación de trabajo ajeno–; absorbió menos del 20% de los trabajadores estatales, por lo que el propósito de que esta modalidad asumiera el desempleo de las plantillas infladas, de facilitar al Estado concentrarse en la elevación de la eficiencia de los medios fundamentales de producción y de desprenderse de la administración de actividades no estratégicas para el país, no dieron los frutos esperados.
La anunciada implantación de nuevas medidas, entre ellas, continuar en el año 2012 sin cobrar impuestos a los que empleen hasta cinco empleados, elevar hasta 10 000 pesos la cuantía del ingreso personal por el cual no se pagará impuesto, un abono del 5,0% por el pronto pago de la contribución al ingreso personal, así como permitir la creación de cooperativas y una nueva ley de impuestos que flexibilizaría las cargas tributarias al sector no estatal de la economía, tampoco resolverán la crisis.
Las verdaderas causas
Ante una crisis estructural profunda como la cubana, los cambios tienen que tener carácter estructural. El tiempo transcurrido se ha encargado de demostrar que los pequeños cambios en algunos aspectos de la economía tienen que extenderse desde la coexistencia de las diversas formas de propiedad, incluyendo la privada y la formación de pequeñas y medianas empresas hasta los derechos y libertades ciudadanas. El propósito de conservar el fracasado sistema de planificación como vía principal para la dirección de la economía, la negativa a aceptar que las diversas formas de propiedad desempeñen el papel que le corresponde, ha determinado que la economía –punto de partida elegido para el arranque– continúe sometida a intereses partidistas e ideológicos, mientras la participación ciudadana brilla por su ausencia.
Si el fracaso del modelo totalitario obligó al gobierno cubano, fuera de tiempo, a optar por unas reformas que habían sido ya introducidas por los cubanos al margen de la ley; la actualización del modelo fue más un reconocimiento de la realidad existente que la introducción de medidas resultantes de una voluntad de cambios.
La Primera Conferencia del Partido Comunista de Cuba demostró definitivamente la inviabilidad del modelo vigente y la incapacidad de sus dirigentes para romper con las ataduras ideológicas que impiden avanzar. La negativa a introducir las libertades ciudadanas cerró las posibilidades de cambio. La demora para flexibilizar las medidas migratorias, para democratizar Internet, y para reincorporar en la legislación cubana los derechos y libertades contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos y en el de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, constituye la principal causa del fracaso obtenido.
A lo anterior hay que añadir que el factor tiempo se les agotó. Ahora, sin tiempo, se habla de sin prisa pero sin pausa, lo que trasluce nítidamente la decisión de no cambiar nada que ponga en peligro el poder.
Con independencia de los obstáculos que ha enfrentado el general Raúl Castro en los tres momentos de su gobierno, lo decisivo en el fracaso ha sido la inviabilidad del modelo vigente. Si su gestión de gobierno hubiera contado con las mejores condiciones para implementar las reformas, de todas formas hubiera fracasado, pues en ausencia de las libertades –que constituyen un requisito de la modernidad– y de una alta cuota de voluntad política para conformar un nuevo consenso nacional, era, es y será imposible sacar a Cuba de la profunda crisis en que está inmersa. La capacidad e inteligencia de un hombre o un equipo de gobierno, por altas que sean, resultan incapaces para remontar la actual situación. Esa es la realidad y en eso consiste el reto.
Dimas Cecilio Castellanos Martí. (Jiguaní, Granma, 1943).
Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
Trabajó como profesor de cursos regulares y de post-grados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
Primer premio del concurso convocado por “Solidaridad de Trabajadores Cubanos”, en el año 2003.
Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
Reside en La Habana desde 1967.