Por Juan Pablo Pérez González
“… la agricultura es y debe ser para la persona. Por tanto,
ningún ser humano debe ser sometido a sistemas agrarios,
o situaciones de injusticia en el comercio de los productos
agrícolas, que degraden su dignidad o que lesionen su
derecho a poseer la tierra, a cultivarla y a disfrutar
de los justos beneficios económicos y sociales
de lo que produce”
S.E. Mons. Luis Robles(1)
El pasado mes de Julio en las sesiones del parlamento cubano se debatió la situación del sector agropecuario de cara a la producción de alimentos en Cuba y a nivel mundial así como la improductividad de este sector que solo utiliza un 45 % de la superficie agrícola disponible en el país (2).
Elevar la productividad fue el objetivo que derivó en la entrega de tierras ociosas en usufructo como principal estrategia, mediante la emisión del Decreto Ley No. 259(3) como instrumento jurídico para ello.
¿Por qué tanta ineficiencia en los campos cubanos?, ¿Será eficaz esta medida para dar un nuevo derrotero hacia el desarrollo agropecuario? Estas y otras preguntas han alentado un serio debate, no solo para ver cuanto hay de lo mismo, sino para buscar aportes y criterios que puedan iluminar el camino hacia la prosperidad de la agricultura.
Como joven campesino y agrónomo de profesión me resulta ineludible no brindar mis propias valoraciones y propuestas sobre el tema, mirando la realidad desde el surco.
Monopolio estatal vs. desarrollo agrícola
En la primera mitad del siglo anterior el sector agropecuario constituyó un pilar fundamental para nuestra economía, la producción azucarera y la ganadería fueron el primer y segundo renglón en la actividad económica del país, también existían otras ramas de la agricultura en desarrollo a menor escala. Algunos indicadores económicos de la década del 50 muestran la competitividad y productividad de este sector a nivel internacional en ese período.
Entonces, ¿qué pasó?, sencillamente hubo un punto de inflexión, todo el sector agrícola fue decayendo junto a la economía hasta llegar a la lamentable situación en que se encuentra hoy. Tal es así que en la actualidad importamos el 84 % de los alimentos para el consumo de la población, la producción azucarera se ha deprimido completamente al punto que los resultados de las zafras actuales son comparables a los del principio del siglo pasado, existe aproximadamente poco más de la mitad del ganado vacuno que existía en el año 1959(4) y está prohibido su sacrificio, los campesinos hacemos zafras enteras y trabajamos la tierra con bueyes como en épocas remotas, el estado posee la mayor parte de las tierras, el resto está en manos de los campesinos que con todas las limitaciones que presentan de insumos, servicios, y maquinaria superan la producción estatal en casi todos los renglones productivos.
Ahora bien, analizando la situación expresada anteriormente unida a toda la realidad del campo cubano se hace evidente el subdesarrollo progresivo que ha sufrido el sector en las últimas décadas, principalmente después de la desaparición del bloque de la URSS que demostró claramente la fragilidad económica de Cuba y la dependencia que teníamos de economías foráneas y que aún arrastramos.
Partiendo de esta realidad, considero que las principales causas que han originado dicha situación han sido la centralización por parte del estado de la mayoría de las tierras y de toda la actividad productiva conjuntamente con todas las políticas erróneas trazadas durante los últimos 50 años.
Este control no se restringe sólo a la tenencia y explotación de la tierra, como mencionaba anteriormente, es un monopolio con un solo latifundio que se cierne de forma paralizante sobre toda la actividad agropecuaria, es decir, ni el pequeño sector privado escapa de este control. Los campesinos nos vemos obligados a producir y vender de acuerdo a los intereses de las empresas estatales que son las únicas que comercializan, establecen los precios y suministran los insumos. Los productores privados o en colectivo no tenemos la posibilidad, ni siquiera a través de las cooperativas (CCS y CPA) de vender los productos a quien decidamos, tanto en el mercado nacional como extranjero. No podemos acceder al mercado exterior para obtener insumos, maquinarias y tecnologías agrícolas, por supuesto, porque no está permitida en Cuba la inversión extranjera directa. A pesar de todas estas agravantes el campesinado es el que sostiene el grueso de la producción agrícola.
Con esta situación los campesinos y productores con su producción sostienen una red de Instituciones y Empresas estatales parásitas que producen muy poco o nada, cuya función es vigilar a los que trabajan, comercializar los productos; muchas veces hacia el exterior o el turismo; sacando los mayores beneficios en moneda dura y al final los que directa o indirectamente sudamos la camisa, recibimos una injusta y a veces risible remuneración por nuestra producción.
Los campesinos y trabajadores agrícolas constituyen uno de los pocos sectores de la economía cubana que verdaderamente producen, que con esfuerzos ingentes trabajan la tierra.
Considero que el estado puede influir sobre la economía en sus distintas esferas, pero a través de políticas económicas y de instituciones que faciliten y promuevan en cada sector las iniciativas y potencialidades de los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil de carácter productivo con independencia del estado (Cooperativas, Sociedades, pequeñas y medianas empresas) que puedan coexistir y competir con las entidades productivas estatales pero en una verdadera igualdad de derechos y oportunidades. Creo que deben existir sólo las instituciones estatales que sean eficientes, auténticas, que contribuyan al desarrollo y no lo frenen.
Usufructo: ¿Solución o más de lo mismo?
Después de haber comentado mis apreciaciones sobre algunos problemas fundamentales de la agricultura cubana en los últimos tiempos y sus causas principales quisiera, en relación a ello, continuar refiriéndome a la reciente Ley No 259.
No pongo en duda que las tierras en usufructo rendirán frutos, únicamente por el deseo de trabajar y por el gran esfuerzo que realizarán los usufructuarios para hacerlas producir; este gran sacrificio será, en mi criterio, y por experiencias anteriores durante un tiempo no muy largo, hasta que desgraciadamente les llegue el desengaño de que sencillamente la agricultura es un proceso que depende de varios factores y condiciones objetivas, que deben ser garantizadas. No solamente con voluntad e inteligencia (aunque son indispensables) se logra hacer agricultura, máxime cuando las nuevas ideas e iniciativas de desarrollo que brotan de la inteligencia del cubano suelen caer en el plano de lo que no está establecido o hasta de lo ilegal. Considero que esta ley es una medida para aplacar el fuego de la situación desastrosa de la agricultura cubana a muy corto plazo, evitando a toda costa la relativa independencia de los campesinos que se deriva de la propiedad sobre la tierra. Es como intentar bajar la fiebre y no curar las causas que la originan. Según mi criterio, esta medida en primer lugar intentó darle al mundo y a los cubanos que vivimos aquí una perspectiva de verdaderos cambios económicos en Cuba, pero sencillamente es más de lo mismo. La opinión pública internacional creó grandes expectativas al emitirse dicha ley, muchos medios de prensa internacionales publicaron la noticia con gran entusiasmo como si fuera algo nuevo y distinto en la historia de las últimas décadas, algunos catalogaron la medida como “reforma”, mostrando una visión esperanzadora para la producción agropecuaria del país y la reducción de las importaciones de alimentos.
Respetando todos los criterios que se han emitido sobre esta ley, principalmente el de especialistas dentro y fuera de Cuba que me superan en formación intelectual, información y años vividos me sumo a expresar el mío, enfocado desde la realidad del campesino, del que comparte la vida diaria con los que sudan la camisa en el surco, de los que cada día son menos por las dificultades, de los que quieren vivir de la tierra y no para la tierra, de los que menos se escuchan en los medios de comunicación.
La citada ley no tiene en cuenta las condiciones indispensables que requieren los campesinos para explotar la tierra como agricultores del siglo XXI, o al menos como los del siglo XX; se desentiende de la realidad socioeconómica, de las condiciones de vida de las comunidades rurales y convierte a los campesinos en productores desarraigados lacerando uno de los aspectos fundamentales de su idiosincrasia que es precisamente poseer y pertenecer a un terruño, el cual explota, cuida y transforma de acuerdo a sus capacidades e intereses, constituyendo esto una fuente de motivación y orgullo. Desde el punto de vista productivo se desentiende de la propia historia y las cifras en los últimos años que han demostrado que para hacer producir la tierra de forma eficiente se necesita la propiedad; aunque la ley menciona el uso racional de los suelos pienso que los usufructuarios aumentarán la erosión de los mismos por varias razones: no pueden descansar las tierras ya que tienen que producir para cumplir un contrato estatal y vender los excedentes en el mercado extraoficial. Evidentemente porque lo que pagan las empresas estatales es insuficiente y porque los productores tratarán a toda costa de sacar los mayores beneficios en el menor tiempo posible previendo que en el futuro por disímiles motivos puedan perder las tierras. Con tantas presiones subjetivas y objetivas yo tampoco pondría las medidas de mejoramiento de suelos como una prioridad.
Ahora bien, ya que el gobierno decidió arrendarle un pequeño por ciento de las tierras improductivas a los cubanos, por lo menos debe ofrecerles un contrato justo y seguro a los usufructuarios, no lanzarlos sin más a un monte de marabú sin los recursos básicos, exigirles que produzcan, y que le vendan a un precio que ellos no deciden sin tener en cuenta los costos de producción reales que estarán determinados por supuesto por el mercado extraoficial. En estas circunstancias los cubanos, una vez más y como todos los días, “inventarán lanzándose al mercado de la palanca, los privilegios y los resueltos”, caminando sobre la cuerda floja de la ilegalidad porque no tienen ni el dinero ni el acceso de forma legal y libre a los recursos necesarios para la producción.
Cifras elocuentes
Algunas cifras calculadas por el autor a partir de los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas sobre el sector agropecuario se pueden tomar como referencia para medir la eficiencia productiva en las distintas formas de tenencia y explotación de la tierra en lo concreto, que son los resultados. A continuación expongo la distribución del uso y tenencia de la superficie agrícola de Cuba hasta Diciembre de 2007, dividiéndola en dos categorías fundamentales, Sector estatal y no estatal, expresada en por ciento (incluyo las UBPC en el sector estatal):
-Sector estatal (Estatal y UBPC) = 73 %
-Sector no estatal (CPA, CCS y Privados) = 27 %
Nota: (Algunos usufructuarios se encuentran asociados a CPA o CCS.
Sobre la base del Informe de la ONE sobre las principales producciones agrícolas en el período Enero – Julio 2008(5) se pudo calcular en porciento la producción del Sector No Estatal en los principales cultivos del país y las existencias de ganado vacuno, estos son:
– Viandas = 62,5 %
– Hortalizas = 67 %
– Arroz = 33 %
– Maíz = 82 %
– Fríjol = 89 %
– Cítricos = 20 %
– Otras frutas = 78 %
– Cacao = 77 %
– Tabaco = 77 %
– Existencias de Ganado Vacuno = 55 %
El sector estatal con el 73 % de la superficie agrícola, teniendo el control de la mayoría de los recursos materiales, la maquinaria y acceso al mercado exterior no pudo superar más que en arroz y cítricos a la producción del sector no estatal que trabaja el 27 % de la superficie agrícola del país con carencias enormes en la producción y con esfuerzos mucho mayores por la falta de maquinarias.
Entonces, queda demostrado una vez más que la principal causa de los bajos niveles productivos en la agricultura cubana se deben al monopolio estatal sobre el sector agropecuario.
Ahora bien, dentro del sector no estatal los mejores resultados, pertenecen a los campesinos con propiedad privada (CCS y Privados o independientes) por encima de los que explotan la tierra en propiedad colectiva que son las CPA. A continuación aparecen las cifras de la producción de las CCS y Privados solamente, en el período citado, expresado en por ciento del total:
-Viandas = 53 %
-Hortalizas = 63 %
-Arroz = 31 %
-Maíz = 77 %
-Frijol = 81 %
-Cítricos = 16 %
-Otras frutas = 73 %
-Cacao = 69 %
-Tabaco = 71 %
-Existencias de Ganado Vacuno = 50 %
Esta pequeña producción de las CPA considero que se debe principalmente al mayor control e injerencia del estado sobre ellas, que no les permite ni siquiera actuar de acuerdo a la propia ley establecida para su gestión. Este tipo de asociación puede ser viable sin la injerencia estatal pero nunca llega a ser tan eficiente como los productores privados independientes o asociados en las CCS, que aunque en la mayoría de los aspectos no funcionan de acuerdo a los verdaderos principios del cooperativismo y no puedan decidir libremente sobre sus producciones, se mantienen siempre con un nivel de eficiencia productiva mayor a las demás formas de tenencia y explotación de la tierra, porque aún conservan el último y principal factor de eficiencia productiva, “la propiedad”.
Analizando todo lo expresado anteriormente, pienso que de forma general las tierras entregadas en usufructo; con enormes esfuerzos de los usufructuarios (o los que la trabajen); producirán un poco más que en manos estatales mientras no sean devueltas o abandonadas por las dificultades. Pero lo fundamental es que el Decreto ley 259 como política del gobierno destinada al sector agropecuario, en sus intenciones y objetivos se refiere a una de las consecuencias del problema agrario que es la escasa producción de alimentos, sin embargo desconoce en su contenido los aspectos medulares que han determinado y continúan influyendo negativamente en la situación de la agricultura cubana así como en la parálisis y marginación que vive el campesinado, los obreros agrícolas y el campo cubano en general.
Las personas que toman este gran desafío se suman a una larga lista de campesinos que hacen producir la tierra con sacrificios a veces inhumanos, que tienen muchas esperanzas e iniciativas pero se sienten atados por el “no hay, no se puede o no está establecido”, pero a diferencia de los campesinos privados los usufructuarios no contarán con el margen de seguridad que brinda la propiedad sobre la tierra.
Valoraciones y propuestas para el desarrollo
La promoción y el respeto de los derechos e iniciativas de los campesinos y trabajadores agrícolas constituyen la base para el desarrollo de la producción agropecuaria y las comunidades rurales desde sus propias potencialidades, a su vez este debe ser el fundamento principal de cualquier política, ley o estrategia que pretenda lograr un desarrollo económicamente sólido y justo desde el punto de vista antropológico y socio cultural. Además, la historia de la agricultura mundial y cubana unida a la realidad de las estadísticas demuestran sin lugar a dudas que el punto de partida para elevar la eficiencia en la gestión productiva y los niveles de producción es y ha sido siempre la propiedad sobre las tierras, libertad para decidir sobre la misma y sus producciones, siempre bajo la regulación de las leyes, normas y políticas del gobierno que promuevan el bien común, que respeten y estimulen la producción y comercialización de los productos agropecuarios desde el sector privado y cooperativo, de esta forma lograr un desarrollo progresivo y auténtico del sector y la economía en general.
A continuación expongo de forma resumida las condiciones indispensables que considero más necesarias e importantes para lograr un desarrollo agropecuario sólido y que el Estado debe garantizar y promover mediante un marco legal apropiado.
1. Propiedad privada sobre la tierra y los medios de producción así como libertad de decisión sobre la misma.
2. Eliminar la dualidad monetaria.
3. Política de créditos adecuada, que estimule y facilite la inversión, sobre todo para los campesinos de menos recursos o que comienzan. Una alternativa puede ser establecer un Banco de Fomento con autonomía de gestión.
4. Libertad para comercializar la producción en el mercado nacional o exterior, directamente con empresas extranjeras.
5. Apertura a la Inversión extranjera directa en el sector agropecuario para que los campesinos, cooperativas u otras organizaciones productivas del campo accedan libremente a los recursos, tecnología y maquinaria para la producción.
6. Capacitar al campesinado y todos los que intervienen en el sector agrario en temas que contribuyan con el desarrollo humano y productivo de las comunidades rurales, como los principios internacionales del cooperativismo, la inserción en el mercado, introducción de nuevas tecnologías, importancia de la agroindustria, impuestos, comunicación e información, protección del medio ambiente, formación cívica entre otros.
7. Establecer una Ley de Cooperativas a la luz de los verdaderos principios del cooperativismo que brinde a los campesinos y productores un marco legal e institucional sólido para asociarse libremente y facilite el acceso al mercado, la gestión de la producción – comercialización y el desarrollo de las comunidades rurales.
8. Promover el desarrollo de la Agroindustria teniendo en cuenta las potencialidades de la producción agrícola en cada región sobre la base de la iniciativa privada, mediante proyectos de desarrollo y políticas económicas adecuadas. Con ello se incrementarían las fuentes de empleo de los que viven en el campo pero no trabajan directamente en la producción de la tierra, además de que se aprovecharían como fuente de riqueza e ingresos en la zona, municipio, provincia o el país en general el valor agregado de los productos y materias primas obtenidas en el campo.
San Juan y Martínez, 2 de Diciembre de 2008.
Juan Pablo Pérez González (San Juan y Martínez, 1980)
Ingeniero Agrónomo. Graduado en la Universidad de Pinar
del Río en el 2006. Actualmente trabaja como campesino
en la finca de su padre.
Reside en San Juan y Martínez. Pinar del Río.
Referencias
(1)Intervención de S.E. Mons. Luis Robles, Nuncio Apostólico en Cuba, en la 27ma. Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Ciudad de La Habana, 22 – 26 de Abril de 2002. Revista Vitral No. 49 de 2002.
(2)Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Distribución de la tierra del país y su utilización según formas de tenencia, 31 de diciembre del 2007.
(3)Periódico Granma, viernes 18 de julio de 2008.
(4)La Ganadería de la Cuba republicana. Revista Vitral No. 73, por Jesuhadín Pérez Valdés.
(5) Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Sector Agropecuario. Principales Indicadores, Enero – Julio 2008.