Por Yoandy Izquierdo
En el centenario del natalicio del poeta, traductor y dramaturgo cubano Virgilio Piñera la provincia de Pinar del Río, esta vez, no se quedó atrás. Por tal motivo fue concebida la jornada que llevó por nombre “Re-presentar a Virgilio”, que comprendió varias actividades desarrolladas entre los días 29 y 31 de agosto pasados.
Por Yoandy Izquierdo
En el centenario del natalicio del poeta, traductor y dramaturgo cubano Virgilio Piñera la provincia de Pinar del Río, esta vez, no se quedó atrás. Por tal motivo fue concebida la jornada que llevó por nombre “Re-presentar a Virgilio”, que comprendió varias actividades desarrolladas entre los días 29 y 31 de agosto pasados. Momentos como: el conversatorio “Virgilio Piñera: genio y figura en la cultura cubana”, la lectura de textos piñerianos y de destacados escritores pinareños, así como la proyección del más reciente filme cubano “Irremediablemente juntos” pusieron en alto el deseo de Pinar del Río de homenajear a uno de los grandes de la cultura nacional. Pero hubo en el programa un evento que, quizá por su carácter más participativo, o por haberse concebido en un espacio más abierto (que no fuera el patio, la sede, o la sala de cine de la UNEAC), llegó a muchos otros pinareños que no participaron en los eventos anteriores.
Por azar quiso el destino, que llegara a Pinar el viernes 31 de agosto pasadas las seis de la tarde, procedente de la capital (esto me recuerda a Martí, cuando en Tres héroes dice: “Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas, al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino…”) y al subir la calle Martí, arteria principal de la ciudad pinareña, me encontrase en el parque Roberto Amarán, más conocido por “El Bosque”, un conjunto de figuras que, en un principio, no supe de qué se trataban. Cuando me acerqué e interactué con la pequeña masa que acompañaba a las figures que avanzaban lentamente sobre zancos, pude entender lo que estaba sucediendo: pasarela de figuras vivientes con personajes de la obra de Virgilio Piñera a cargo del Grupo Tecma. Y ahí exclamé: ¡Bravo por Pinar! Recordé de nuevo a Martí porque fue un excelente regalo al llegar a mi ciudad. No se trataba de la estatua de Bolívar pero, “sin sacudirme el polvo del camino” me tropezaba con muchos personajes que, por el momento no dialogaban, pero peregrinaban a paso lento por las calles principales hasta llegar a “La Piscuala”. Allí se produjo lo que más me impresionó de esta iniciativa vueltabajera.
Fiel al nombre de la jornada, pero en ambos sentidos de lectura: volver a presentar a Virgilio ante un público (conocedor y no conocedor) y re-presentarlo a través de personajes salidos de su imaginación. Vestidos con ropas confeccionadas de papel periódico (trabajo arduo debió ser dados la originalidad de los diseños y el tamaño de las piezas) y con rostros y piel teñidos de un color metálico-brilloso que da aspecto de estatua (pero en este caso que camina), los personajes piñerianos, encabezados por el propio Virgilio y la dama que protagoniza la clásica obra “Si vas a comer espera por Virgilio”, alzaron su voz ante el público reunido en el patio del teatro Milanés.
Una voz enérgica que rompió el silencio de los espectadores con la frase-título “Si vas a comer espera por Virgilio” fue sucedida con exclamaciones que los allí presentes ovacionaron con fuerza durante algunos minutos. Es cierto que fue breve, que el público fue escaso (principalmente por la hora en que tuvo lugar) pero hasta quienes aguardaban en la cola del teatro Milanés para comprar las papeletas de otro evento cultural, o los que como yo bajaban o subían la calle principal, nos unimos a tal iniciativa; otros cuestionaban y dialogaban con algún responsable del proyecto o familiar que acompañaba a las “figuras vivientes”.
Luego de la proyección de sus voces todos dejamos de cuestionarnos para unirnos al Jesucristo con su corona de espinas, al Papa con un traje realizado con esmero que recreaba todos los detalles de semejante vestidura (solideo, cruz pectoral, Biblia y sotana), a la pareja de ancianos, a la Electra cuasi-loca, desesperada por el calor, diciendo que de este mes no pasará la compra de su ventilador, al mismo tiempo que sujetaba uno de ellos entre sus manos (también de papel periódico) y a casi una decena de otros personajes. Virgilio, vestido igual con traje y sombrilla de papel de tonalidades más oscuras, queriendo reflejar al protagonista y al alma del desfile.
Dejamos de cuestionarnos porque las peticiones para Virgilio son también para todos los cubanos, solo que puestas en boca de estos personajes atrevidos que gritaron a viva voz: “para Virgilio la libertad”, “para Virgilio una sociedad limpia”, “para Virgilio un corazón rebelde”. Es por tanto cada cubano un Virgilio Piñera, necesitado de la comprensión, de la purificación de la sociedad, de la salud de las instituciones que flaquean y permanecen anémicas ante las demandas de los ciudadanos. Es por tanto cada cubano poseedor de un corazón rebelde, luchador por las causas más justas, que se proyecta no en el sentido de la rebeldía violenta, sino en aras de protagonizar, por la vía más pacífica y moderada posible, iniciativas como estas, que constituyen las bases a tener en cuenta en la construcción de una sociedad “en la que quepamos todos”. Pero sin dudas la petición más importante, y como haciendo alusión a la también hecha por el Papa Benedicto XVI en su reciente visita a Cuba, es la de la libertad. Como decía Martí: “La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio” (1). Esta expresión artística es ya una de las vías para alcanzar tan preciada necesidad humana. Una vez más estoy orgulloso de vivir en la cola del caimán. “Re-presentar a Virgilio” me incita a decir, nuevamente: ¡Bravo por Pinar!
Citas
(1) Martí, José J. Obras Completas Tomo 4, p. 193.
Yoandy Izquierdo Toledo. (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Colabora como editor en Ediciones Convivencia. Reside y trabaja en La Habana.