En el 13er. Festival Internacional de Teatro de La Habana.
Por Henry Constantín
Comienzo este artículo con la certeza de que en algún momento me iré del tema. Lo sé, y voy a escribir de lo que primero me había propuesto, ya sin toda la emoción que ese inicial objetivo merecía. Perdónenme.
Hace unos cuantos días terminó el 13er. Festival Internacional de Teatro de La Habana, que no se hacía desde el 2005. El año pasado los ciclones se lo llevaron; fue pospuesto esperando mejores aires, y aunque los de hoy no se pintan muy buenos, ya el teatro cubano no podía más de impaciencia.
Solo escribiré de una obra, de todas las excelentes que rondaron el Festival. Por cortesía, pues vinieron de muy lejos, y por respeto a lo impecable de su desempeño, he escogido la chilena Neva, de Teatro en el Blanco.
Todo ocurre durante aquel Domingo Sangriento de febrero de 1905, cuando las tropas del Zar inundaron de sangre el Neva petersburgués, en un rictus represivo anunciador de los funerales que les depararía el año 1917.
Tres personajes –Olga Knipper, actriz, viuda reciente de Antón Chéjov, y dos actores más- hablan, a través de muy complejas exhibiciones actorales, sobre Chéjov, sus vidas, el arte teatral y la explosiva situación social de aquel San Petersburgo.
Teatro en el Blanco, reducidísimo equipo artístico de solo cuatro personas, trabaja a partir de ciertas directrices que, en el mundo teatral cubano, no son reverenciadas de igual forma.
Ellos sitúan el trabajo del actor como un pilar fundamental del fenómeno teatral. Los tres personajes, Olga, Aleko (Jorge Becker) y Masha (Paula Zúñiga), dentro de sus roles, recrean sus experiencias y motivaciones en hábiles juegos histriónicos que recuerdan el principio de la matriushka rusa.
Ellos también utilizan recursos escenográficos mínimos como una decisión que busca en la simpleza un nuevo potencial creativo, económica decisión que, en el caso de Neva, consiste en un sillón, un solo foco de luz puesto en el suelo, y magros y oscuros vestuarios, aderezados con escueta melodía; no le hace falta nada más. Llama la atención cómo los actores se disponen con respecto al foco de luz, buscando los ángulos y sombras precisas para cada momento.
Y además, ellos abordan temáticas de contingencia política y social que le devuelvan al artista un rol activo en la sociedad, de lo cual valdría la pena hablarle a cierto teatro cubano contemporáneo, cuya mayor aptitud consiste en evadir escrupulosamente cuanto sea rol activo en la sociedad. Escuchamos sobrecogidos a Masha, rebelde y visionaria, hablando de un general que muere, y nos preguntamos cuánta silenciosa savia fluye entre un texto escrito en el Chile del siglo XXI, aquel sísmico día ruso de cien años antes, y un escenario en medio de la isla toda desgano e incertidumbre. Algo terrible está pasando en este país, asegura con aire délfico uno de los actores.
La obra de Guillermo Rosales, director del grupo y autor del texto dramatúrgico, fue estrenada en 2006 y llega a nosotros con premios relevantes en su propia tierra, que alcanzan a la actriz Trinidad González, celebrada por la representación de Olga Knipper, y al propio Rosales. Ha sido exhibida en más de quince países, y en ninguna de las sucesivas puestas en la sala Adolfo Llauradó de la Casona de Línea dejó vacío un solo asiento, ni las ovaciones bajaron de los cinco minutos ininterrumpidos.
Otros artistas del país araucano asombraron de igual manera. Parece como si Chile, con su teatro, tratara de disolver el pálido sabor que nos dejan habitualmente sus filmes en el Festival de Cine Latinoamericano.
De Europa llegaron polacos y eslovacos, entre otros. Estos últimos impresionaron por sus demoledoras técnicas de entrenamiento corporal.
Cuba mostró obras excelentes, como Escándalo en La Trapa, la proeza sobresaliente en muchos años de teatro cubano en cuanto a imaginación y coherencia de vestuario y puesta en escena con el texto de la obra dramatizada; Lecciones de Cubanosofía, de El Ciervo Encantado, notabilísimo y arriesgado esfuerzo por asumir lo del rol activo del artista en la sociedad; y la apabullantemente trasvesti Las amargas lágrimas de Petra von Kant, adaptación de la obra homónima del alemán Fassbinder, que presentó Teatro El Público, con un asombroso Fernando Hechavarría, metamorfoseado en la señora von Kant. Por cierto, fue Carlos Díaz, director de El Público, quien se encargó este año de la dirección del Festival. Y lo hizo bien.
Ahora, me voy del tema. Rotundamente: dejo el teatro para regresar al mundo real. Muy lejos y muy alto: trece pisos en elevador y uno de escalera. Un pasillo, casi al final una puerta que nunca está cerrada, incluso cuando lo está. Abre un camagüeyano, que en el discreto orgullo local heredado de Agramonte es un hermano seguro, y detrás la veo a Ella.
El rostro enrojecido e inflamado, una muleta, la mirada llena de dolor físico.
Golpearon a Yoani. Golpearon a una mujer. Golpearon, alevosamente, a los cubanos que no quieren violencia en su país. Golpearon para ahuyentar el descomunal tufo a morgue que exhalan esas únicas criaturas deseosas y capaces de golpear impunemente –hoy- en Cuba.
Vuelvo a la obra de teatro. Olvidé anotar algo de ella. En Neva, los actores piensan en lo que está sucediendo en las calles, en la represión desatada por el Zar. Casi al final, Masha, envuelta en visiones, anuncia el ocaso del tirano violento.
Cuanto más queman las descomunales estrellas antiguas, más cerca están de su fin.
Henry Constantín Ferreiro.
Periodista, escritor y fotógrafo.
Expulsado de los estudios de Periodismo en dos ocasiones, ambas por problemas
políticos. Único representante de Cuba en el II Concurso Hispanoamericano de Ortografía Bogotá‘2001.
Graduado del Curso de Técnicas Narrativas del Centro Onelio Jorge Cardoso.
Colaborador de la Revista Convivencia. Textos suyos han sido publicados en medios de prensa cubanos,
incluso oficiales.
Hace el weblog Reportes de viaje.
(www.vocescubanas.comReportes de viaje).
Dirige la revista La Rosa Blanca. email: henryconstantin@yahoo.es Esta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla .
Reside en Camagüey.