Soñemos el 2018

Martes de Karina

Intente usted decir en Cuba que todo va a cambiar para bien de los ciudadanos y tendrá una respuesta bastante general que significa más o menos: “¡Eso hay que verlo!” “¡Aquí nada cambiará!”

Es increíble cómo un sistema totalitario privatiza el sueño. En Cuba, después de 59 años de un mismo sistema de gobierno, resulta muy difícil encontrar personas que acepten palabras de esperanza de cambio, aun cuando ya han ocurrido cambios impensables antes del 2007: eliminación de la necesidad de un permiso para viajar, uso de celulares, compra y venta de casas y autos, Internet en las casas o que el propio presidente del país ha anunciado su retiro el próximo 19 de abril. Parece que se ha creado una especie de idea de “inmovilidad objetiva” que impide siquiera pensar en la posibilidad de transformación dentro del sistema.

Recuerdo entonces la frase que un querido y admirado pinareño, Pedro Pablo Oliva, colocó en la puerta de su casa: “Prohibido dejar de soñar”. ¿Será necesario un decreto oficial que obligue a mantener una conducta soñadora que estimule la creatividad y elimine la desidia como actitud en Cuba?

Es cierto que también en esa realidad podríamos estar con otras preocupaciones. Pero esas vendrán solas. No es necesario soñarlas.

A pesar de nuevas preocupaciones, el 2018 podría ser un año que terminemos con otras buenas noticias, que no sean los esfuerzos realizados, sino los resultados obtenidos. Podrían estar debatiéndose en un parlamento diverso nuevas leyes a favor de las libertades y los derechos ciudadanos. Podrían estar nuestras mentes ocupadas en cómo ganar dinero sin tener que escoger entre una u otra moneda o hacer la conversión. Podríamos estar pensando, también los profesionales, en qué negocio emprender, con quién asociarnos o cómo construir una nueva vivienda en otro lugar de Cuba…

Soñemos un 2018 en el que podamos viajar o planificar un viaje para el próximo año como ciudadanos del mundo, sin la incertidumbre de que nos nieguen la visa sin justificación. Quizás tengamos pleno acceso a Internet, sin páginas “presilladas” ni demasiado costo. A lo mejor, podemos organizar una marcha a favor de los animales o del medio ambiente. 

¿Qué tal que el 2018 sea el año en el que veamos publicados, desde diferentes visiones, en la prensa libre digital o impresa, o debatidos en la televisión, los problemas que enfrentamos como nación, la pobreza, el desempleo, la corrupción, las violaciones de derechos humanos como cualquier otro país?

Es verdad que no resolveremos nada soñando sin hacer algo por lograr lo que queremos. Pero no actuaremos si no soñamos y creemos que es posible y más aún, probable, nuestro sueño. La falta de sueño nos paraliza en el tiempo y en el espacio, como el miedo.

Es que soñar no significa vivir en el aire como algunos dicen. Soñar no cuesta nada y sin embargo, es la base de grandes ganancias. ¿Por qué no nos damos los cubanos el permiso para soñar sin fronteras ni límites? Mejor aún, ¿Por qué no nos “obligamos” a soñar en cómo queremos que termine el año 2018 en Cuba?

 


Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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