Hemos escuchado en muchas ocasiones hablar en los medios oficiales del sistema socialista cubano como una alternativa al sistema capitalista. Como que ya las etiquetas han ido desapareciendo como concepto y el mundo es ya una mezcla de opciones, de modelos complejos con características que no los distinguen según las etiquetas del pasado, no es serio hablar de socialismo o capitalismo según los conceptos de los años 30s, ni siquiera de los 60s. Pero es mucho más discutible hablar de alternativa viable cuando no podemos reconocer ni la posibilidad, ni la viabilidad de mantener el actual sistema económico, político y social cubano.
Para ser alternativa, una propuesta debe tener oposición, debe convivir con otras propuestas, debe alternar. El sistema cubano está lejos de ser una alternativa, porque no “alterna”, es un sistema que se mantiene inmóvil desde hace 60 años y, sobre todo sin lugar para otras propuestas económicas y mucho menos, políticas. Para decir que una alternativa es viable, es necesario que se pueda llevar a cabo y solucione los problemas que se enfrentan y están relacionados con ella. Si de lo que se trata es de un sistema político social, se necesita que se vea la vía por la cual se solucionarán los problemas de la sociedad, para afirmar que una alternativa es viable.
Una alternativa viable no es la que propone solo resistir. La viabilidad significa posibilidad y vías de solución. Alternativa es algo que se propone en un juego de cambio y dinamismo político. Alternar significa cambiar, o, por lo menos promover nuevas posibilidades de cambio.
Resistir no es una propuesta política. No somos los cubanos un pueblo que se conforme con resistir. Queremos y nos merecemos alternativas que nos inviten a mejorar nuestro nivel de vida, no a resistir como si estuviéramos siempre en condiciones de supervivencia.
Una alternativa viable para Cuba no es la resistencia de su pueblo con el único fin de sostener un sistema político que no ha ofrecido soluciones.
Una alternativa viable sería aquella que cambiara nuestra vida de “resistencia”, por una vida de ilusiones y sueños cumplidos, de esfuerzos recompensados y comodidades bien ganadas.
Una alternativa viable cambiaría el agobio de una educación ideologizada y facilista, por la exigencia de una educación pluralista y que no dé lugar a la mediocridad.
Una alternativa viable presentaría el camino hacia una sociedad diversa y satisfecha de esa diversidad que no divide y por el contrario, enriquece.
Una alternativa viable sería una que proponga la manera de aumentar los grados de justicia social sin detrimento de las libertades individuales que permiten a los ciudadanos participar activamente en el desarrollo del país.
Una alternativa viable sería la propuesta de cambiar la igualdad que coloca a la mayoría en un bajo nivel de vida, por la igualdad de oportunidades, que responsabiliza a la persona con su propia vida.
Esos serían cambios, vías diferentes para organizar la vida en Cuba. Y actualmente, muy pocos discutirían que se necesitan cambios esenciales, porque resulta evidente que no hay resultados con la llamada “actualización del modelo”. No se trata de un modelo desactualizado, se trata de un sistema que no funciona y que ha probado su ineficiencia en un período de aplicación de 60 años.
Una alternativa viable daría espacio legal para otras alternativas que busquen el bien común y de cada uno. Una alternativa que no discuta el espacio con otras, no es alternativa, es la única opción. La forma más efectiva de encontrar una alternativa viable es la convocatoria a buscarla entre todos los implicados.
Cuba necesita una verdadera alternativa y necesita que sea verdaderamente viable.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.