Para un cubano de mi generación, reflexionar sobre los aspectos determinantes para que un sistema electoral garantice una representación adecuada, constituye un reto enorme al menos en dos sentidos. En primer lugar, a lo largo de 60 años, los cubanos no hemos tenido la posibilidad de elegir directa y libremente a nuestros representantes: un único partido, unas elecciones manipuladas, una autoridad electoral no independiente, y alrededor de cinco escalones entre la persona que se elige en las circunscripciones y la elección de los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular y a la presidencia del país. En segundo lugar, al mirar al futuro, también resulta prioritaria la reflexión sobre el sistema electoral, pues se ha anunciado ya en el país una reforma del sistema electoral con una nueva ley electoral como proceso complementario a la aprobación de una nueva constitución. Este es un escenario propicio para que los ciudadanos ejerzamos el ejercicio de proponer, de deliberar, de participar en la construcción de un sistema electoral que verdaderamente represente los intereses de los electores y que permita al país avanzar hacia la construcción de una democracia y del Estado de Derecho.
El respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales del ser humano es una prioridad para la Cuba actual en cuanto a garantizar la existencia de la democracia, y para la posibilidad de celebrar elecciones libres y democráticas. Considero que antes de discutir sobre los factores que garantizarían verdadera y efectiva representación democrática, este es un principio fundamental, como bien se expresa en el Código de Buenas Prácticas en Materia Electoral (2002) es necesario garantizar derechos y libertades como la libre expresión y la libertad de prensa, libertad de asociación y de reunión con fines políticos, reconocimiento de la pluralidad política y creación de partidos y asociaciones o movimientos políticos, sin los cuales sería imposible la consolidación de la democracia o un cambio significativo del sistema electoral.
De acuerdo con el Código de Buenas Prácticas en Materia Electoral (2002), los principios básicos que deben garantizarse para el buen funcionamiento de la verdadera democracia en cualquier sociedad son: el sufragio universal, igual, libre, secreto y directo, así como las elecciones periódicas. Estos cinco principios constituyen según este mismo documento el patrimonio electoral europeo. Al analizar los sistemas o las leyes electorales de la mayoría de los países latinoamericanos, también se aprecia un predominio, al menos en la letra, de estos importantes principios (Nohlen et. al., 2007).
De forma resumida estos principios fundamentales para lograr una verdadera representación en los procesos electorales deben garantizar (COMISIÓN EUROPEA PARA LA DEMOCRACIA POR EL DERECHO, 2002):
Sufragio universal: todos los ciudadanos adultos tienen derecho al voto y a ser elegidos, sin distinciones de raza, credo, afiliación política, etc. Solo en casos extremos y cuando la ley lo indique se privará a una persona de su derecho al voto, o de su derecho a postularse como candidato a cargos de representación pública.
Sufragio igual: se garantiza la igualdad del voto (cada ciudadano tiene derecho a un voto), la igualdad del poder del voto (los escaños se reparten por igual en diferentes territorios), igualdad de oportunidades (el Estado traza las mismas reglas del juego sin parcializarse a favor o en contra de candidatos o partidos políticos), igualdad de minorías que le garantice a los representantes de las minorías igualdad de condiciones, etc.
Sufragio libre: libertad de conciencia y de expresión para que los electores participen con libertad en las elecciones. La ley establecerá las reglas para que este principio se respete a plenitud en todas las facetas del proceso electoral.
Sufragio secreto: el voto es secreto, cada persona es libre y está en el deber de votar en secreto por los representantes que considere, se evitan manipulaciones, coacción, etc.
Sufragio directo: posibilidad de elegir directamente a los representantes políticos, en ocasiones se vota directamente por las autoridades locales, otras por el poder legislativo, otras por el presidente. La constitución y la ley establecerán en cada sociedad cómo se desarrolla, pero independientemente de lo anterior se garantiza en alguna medida el voto directo de los representantes.
Elecciones periódicas: elecciones legislativas y presidenciales con límites de tiempo determinados que garanticen la periodicidad de las elecciones. Este es un principio predominante en la mayoría de los países democráticos hoy en día.
Estos principios, brevemente comentados, son los que en la mayoría de los países democráticos garantizan el buen funcionamiento de los sistemas electorales, y por ende la efectiva representación de los representantes políticos. En relación con ellos, me animo a destacar tres ideas (incluidas dentro de estos principios) que considero fundamentales para garantizar procesos electorales de calidad y mayor democratización de la sociedad:
Un sistema electoral transparente
La transparencia es uno de los valores que sostiene a las democracias modernas, y su ausencia sin lugar a duda es uno de los mayores retos para su perfeccionamiento. Este valor fundamental provee a los ciudadanos de acceso a la información pública, información sobre los representantes políticos que se elegirán (por ejemplo, en muchos países es condición para ocupar cargos de representación hacer público los ingresos y las fuentes de estos), y sobre la gestión de las instituciones democráticas. En este sentido, la transparencia permite a la ciudadanía (a los electores) formarse mejores opiniones, deliberar con mejores argumentos, participar con mayor efectividad, evaluar y guiar la gestión de los propios representantes políticos o instituciones.
Sin dudas, un sistema electoral transparente, contará con debates previos a las elecciones mucho mejores, con ciudadanos mejor formados e informados y por tanto con mayores posibilidades de tomar decisiones racionales y pensadas, se elegirán posiblemente los mejores candidatos, se disminuye el sesgo de corrupción, se garantiza la imparcialidad de las instituciones del Estado o de las autoridades electorales. Nohlen et. al., (2007, pág. 81) destacan a la transparencia como el tercer principio ético fundamental para la efectividad democrática y buen funcionamiento de las autoridades electorales. Estas son solo algunas de las ventajas que un sistema electoral transparente podría ofrecer para garantizar una representación adecuada. En el Código de buenas prácticas de la comisión de Venecia se señala el valor de la transparencia como una de las garantías importantes de los sistemas electorales y además como una de las deficiencias existentes de varios sistemas electorales en las democracias europeas (COMISIÓN EUROPEA PARA LA DEMOCRACIA POR EL DERECHO, 2002).
Un sistema electoral que reconozca y respete la pluralidad
El pluralismo político constituye de igual forma uno de los pilares de la democracia, no puede existir verdadera y efectiva representación democrática si no se reconoce y respeta la pluralidad de la sociedad, de los partidos, de los ciudadanos mismos y sus intereses. El poder electoral y la ley deben garantizar que se respete la pluralidad en el escrutinio activo y pasivo, no puede concebirse un sistema democrático donde una parte de la sociedad es excluida por diferencias ideológicas, todos los electores o candidatos han de tener los mismos derechos y deberes en materia electoral, más allá de la ideología que los guía.
En este sentido, la Comisión de Venecia advierte el peligro existente en los países donde la idea de organizar elecciones pluralistas sea nueva, pues se corre el riesgo de que los gobiernos impongan su voluntad sobre el resto de la sociedad, a fin de afianzar sus ideologías en detrimento de los demás partidos o fuerzas opositoras (COMISIÓN EUROPEA PARA LA DEMOCRACIA POR EL DERECHO, 2002, pág. 29).
Un sistema electoral participativo
Por otro lado, para que un sistema electoral genere una buena representación por parte de los representantes políticos, es fundamental que sea un sistema incluyente y participativo, con garantías e incentivos que estimulen la participación ciudadana. Un sistema donde los propios ciudadanos, siguiendo la propuestas de Aldemar Puentes (2008, págs. 157-163) en cuanto a la participación ciudadana, la ejerzan desde sus distintas modalidades, esto es: una participación para tomar decisiones mediante el voto; para aportar al debate público y a las campañas electorales con información, ideas innovadoras para solucionar los problemas existentes, deliberación, debate racional; y por último, una participación para exigir que se cumplan los preceptos constitucionales en materia electoral, controlar la gestión, monitorear y enriquecer el sistema.
Por último, el sistema electoral debe ser capaz de ofrecer seguridad, garantías e incentivos que animen a los ciudadanos a participar, que inviten a dejar la apatía, la desidia e indiferencia que por estos tiempos abunda en las sociedades a nivel mundial, específicamente cuando se trata de un proceso tan sensible e importante para la democracia como las elecciones.
Todos estos principios e ideas, que son fruto de la experiencia democrática de las democracias modernas, han de ser recogidos y respetados en la ley electoral que por estos días se discute en Cuba. El bienestar y la estabilidad futura pasan por el establecimiento de un sistema electoral que, superando la ideologización tradicional, sea capaz de garantizar verdadera representación y de este modo favorezca la democratización del país.
Bibliografía
- Aldemar Puentes. (2008). Gerencia Pública y Gobierno Municipa. Managua: Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit. Obtenido de www.programas‐gtz.org.ni/files/pub/1235254455_gerencia.pdf
- COMISIÓN EUROPEA PARA LA DEMOCRACIA POR EL DERECHO. (2002). CÓDIGO DE BUENAS PRÁCTICAS EN MATERIA ELECTORAL. Venecia: Comisión de Venecia.
- Nohlen, D., D. Z., J. O., & J. T. (2007). Tratado de derecho electoral comparado de América Latin. México D.F: FCE, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Universidad de Heidelberg, International IDEA, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Instituto Federal Electoral.
- Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
- Laico católico.
- Licenciado en Economía.