El hombre decía en alta voz: es mejor que no cambie el gobierno porque siempre puede ser peor. Me aterró su posición. Es una persona que prefiere estar donde está porque teme al cambio y sospecha que puede empeorar todo. ¿Cómo empeorar lo que va tan mal? No es difícil: con no cambiar nada y extender por más tiempo la situación actual, basta. Ni siquiera es necesario hacer nuevas cosas peores. La probabilidad existe, claro, pero depende mucho de nosotros que cambie para bien. Cuando se lleva años sufriendo es difícil tener valentía y esperanza. Pero si vamos al partido pensando que perderemos, lo haremos. Si nos inmoviliza el miedo o la indecisión, o si nos volvemos indiferentes, pagaremos caro el precio, porque otros, quizás no con buenas intenciones, se aprovecharán de ello para hacer su voluntad. ¿Y a quién culparemos entonces?
Siempre se puede mejorar. Se trata de aprovechar las oportunidades aprendiendo de los errores pasados para no repetirlos. El nuevo gobierno hará solo lo que los ciudadanos permitamos y llegará hasta donde le dejemos llegar. El ejercicio de la democracia es para todos y cada uno de nosotros sin excepción. El miedo, la indecisión, la indiferencia, son sus enemigos. Cuba puede cambiar como cualquier país del mundo. Todo depende de la disposición y la actitud del gobierno y de los gobernados para cambiar y mejorar. La ocasión está a la vuelta de la esquina, o mejor dicho, a pocos meses.
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.