Por Margarita Rodríguez Arencibia
Si yo tocara la flauta destruiría obstáculos en el horizonte me encantan aquellos que silban sin preocupación una noche en cualquier esquina del pueblo. Los que recogen hojas secas del camino y respiran lo que de primavera tienen siempre se salvan porque son libres.
Por Margarita Rodríguez Arencibia
Si yo tocara la flauta
destruiría obstáculos en el horizonte
me encantan aquellos que silban
sin preocupación
una noche
en cualquier esquina del pueblo.
Los que recogen hojas secas del camino
y respiran lo que de primavera tienen
siempre se salvan
porque son libres.
Si yo tocara la flauta
tendría entonces una señal
para protegernos del insomnio
de los arrepentidos
de los molinos que vuelan
sobre las cabezas
las lenguas
las atroces lenguas de los fantasmas
del que te contempla
de quien no sabe amar y calcula,
de los oprimidos,
las faunas y sus seguidores,
los bien hechos y derechos
sus leyes y paradigmas
de los inciertos con permiso
del reloj del tiempo sin tiempo.
Si yo tocara la flauta
les dejaría a ustedes la música
para que haya concierto.
Un día de estos
Un día de estos
rompo todos los relojes
desaparezco todos sus muelles.
La mirada de los niños me consterna y pacifica.
¡Hay tanto frío en los intentos!
Un día de estos
me duermo en la raíz de los almendros.
Mi pueblo
…Como en cualquier otro,
en este pueblo
el sabor de las hojas es más dulce
que las piedras.
las piedras son materia muerta
como algunas gentes
que no saben ganar una partida al tiempo
se precisa la lluvia.
Metamorfosis de un refrán que nacido en Tierra Santa, sucumbió en el infierno
“Contigo pan y cebolla”
me enseñaron un buen día.
lo tomé como agua fresca que limpia los caminos.
Contigo caminaba
y contigo dormía el sueño eterno
clasificados en libros viejos
“Contigo pan y cebolla”
Para el bien de todos -¿de todos?
no importó deshojar extensas madrugadas
repartirme en horas extras, los zapatos rotos
o el obstáculo discreto en tu mirada.
Contigo crecí pero el nudo de tu abrazo empezó a crujir
te cubriste de sol, arena y convenios importados
mientras yo,
ciega luciérnaga creía ver zumos de arcoíris.
Un día dejó de proclamarse a diario
y entonces apareció pan y buena cebolla para el otro lado.
pero olvidaste la brújula que guardo en el bolsillo.
“Contigo pan y cebolla” ahora te queda grande,
Se te sale de la boca.
“Contigo pan y cebolla”, te advierto,
conmigo no vale.
Génesis
El mundo comenzó como una rosa náutica
siempre tropezamos con sus puntas
o nos separamos de sus giros.
En el primer día de la historia
hago lanzas por ti
recibo parte en el epitafio de la vida.
Para el segundo día
alcanzo las catedrales
mis manos son espadas,
los ojos pedazos de espejos
la vuelta de tuerca se repite
fue creada en la tierra
sus lunas y sus soles,
confundieron las cabezas.
Tomamos la manzana
para descubrir que todas las huellas se parecen.
Comprendo el animal que llevo dentro.
Sueño y realidad
De golpe
corrí a desnudarme
en la fuente subversiva de los sueños.
Recorté la imagen del espejo
solo un anillo dejó su marca
para recordarme todos estos años que se van.
Margarita Rodríguez Arencibia.
(Pinar del Río, 1954).
Licenciada en Artes Plásticas.
Reside en Pinar del Río.