Cada persona se hace virtuosa en su cotidianidad.
Aumentan el consenso y las quejas sobre el deterioro moral, las virtudes y los valores de la sociedad cubana. Qué hacer ante esta realidad, se está convirtiendo en un reto para garantizar la subsistencia de la identidad y la cultura que nos define como nación.
Por Virgilio Toledo López
No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno.
Cada árbol se conoce por sus frutos.
Porque de los espinos no se recogen higos, ni de las zarzas se vendimian racimos.
El hombre bueno saca el bien del buen tesoro de su corazón, y el malo de su mal corazón saca lo malo.
Porque de la abundancia del corazón habla su boca. Lc (6, 43-45)
En los últimos años se ha propagado un analfabetismo moral en Cuba que es preocupante. Según los que tienen acceso a la información sobre estas estadísticas, esa crisis es a nivel mundial pero, como dice el refrán, “mal de mucho consuelo de tontos”. Nos corresponde a los cubanos trabajar, primero y rápido, por nuestra reconstrucción ética y moral, y después, cuando estemos insertados, de manera normal y sin restricciones gubernamentales en el proceso de globalización, aportar al mundo las riquezas y los talentos que nos caracterizan como país.
Qué hacer ante esta realidad, se está convirtiendo en un reto para garantizar la subsistencia de la identidad y la cultura que nos define como nación. Lamentablemente esta epidemia de analfabetismo moral afecta con mayor rigor a las capas más indefensas y vulnerables de la sociedad, que son cada vez mayores sectores dentro de la sociedad cubana. Urge analizar las causas que han generado esta situación para poder trabajar por erradicarlas, o al menos, mitigar sus efectos.
Algunas causas que han provocado el deterioro moral de los cubanos
1- Múltiples agresiones ha sufrido la institución familiar en nuestro país. Se ha suplantado a la familia, por las escuelas, como primera y principal educadora de valores, separando a los hijos de su seno desde edades muy tempranas, y se le ha arrebatado el principal protagonismo en la formación y educación de los hijos en el virtuosismo. Como sabemos bien, el ser humano desde que nace, posee una serie de cualidades y características: algunas positivas y otras negativas y es en el seno de la familia donde se aprende primero a asumir los puntos débiles y cultivar los hábitos que más tarde se convertirán en valores que rijan su vida, valores que en su sentido más pleno configuran y definen la personalidad del hombre y la mujer del mañana. Es evidente que es a la institución familiar a la que le corresponde primariamente trabajar por que sus miembros sean virtuosos, debido al tipo de relaciones que se establecen, sustentadas en el amor, los miembros de la familia son queridos por lo que son y no por lo que hacen, aportan, piensan o dicen. Estas relaciones basadas en la afectividad permiten fraguar en la familia las actitudes más profundas del ser humano ante la vida. Es en la familia donde se aprende inicialmente a usar responsablemente la libertad y donde se desarrolla más adecuadamente la personalidad.
2- La enseñanza y educación de la escuela está orientada al objetivo de crear un hombre “nuevo”, colectivizado, al servicio de una ideología. Si revisamos los programas de enseñanza de los diferentes niveles en nuestro país, apreciamos que la prioridad está puesta sobre la formación ideológica de los alumnos y no sobre su aprendizaje y formación en virtudes y valores. La escuela debe preocuparse por la instrucción y por realizar su labor subsidiaria y complementaria en la educación de los hijos, orientando sus esfuerzos a crear hombres y mujeres de bien, que sean capaces de aportar en el futuro todos sus talentos y capacidades a la sociedad y no a buscar una fidelidad ideológica, que con el paso del tiempo se ha demostrado que no se ha logrado en Cuba, porque, cada vez más, las nuevas generaciones se ven menos comprometidas y “agradecidas” con “el proyecto de hombre nuevo” que persigue. La escuela debe procurar la integralidad del alumno, pero no la que pone por encima de todo, condiciona y excluye al que no es fiel ideológicamente, sino la que es capaz de proveer al alumno de herramientas útiles para la vida, para ser virtuosos, para actuar libre y responsablemente en todos los ambientes y etapas de la vida. Esa debe ser la integralidad promovida por nuestros centros de enseñanzas, la que educa en los sentimientos y las emociones, la que educa en la razón para enseñar a pensar y expresarse libre y respetuosamente, la que educa la voluntad y nos hace perseverantes y nos prepara para vencer los diferentes retos que se presentan en la vida y nos hace actuar correctamente, la que educa la trascendencia que nos hace siempre superarnos y buscar la perfección. En fin la que educa coherentemente nuestra manera de actuar, pensar, decir, crecer y soñar.
3- La persecución y condena a cualquier iniciativa independiente del control del estado de la sociedad civil es una de las causas que más han contribuido al deterioro moral y a la negación del derecho y la oportunidad a ser virtuoso del cubano. Cuando el hombre y la mujer terminan el proceso básico de aprendizaje de los valores en la familia y la escuela, necesitan espacios de participación donde poner en práctica todo lo aprendido. ¡Cuántos ejemplos no existen en la historia de personas que han tenido la desdicha de tener una formación ética y moral errónea y se han encontrado con un proyecto que les ha posibilitado reorientar su vida y vivirla más dignamente! El proceso se ha dado en sentido contrario muchas más veces en Cuba. ¡Cuántas personas al no encontrar o poder realizar por falta de libertad, derechos y oportunidades, una obra acorde con su vocación y aspiraciones, han caído en la frustración, el desánimo, la enajenación y han destruido su vida a veces de manera irremediable! Estas situaciones son manifestaciones de un modo empobrecido de vivir, propio de una sociedad con altos índices de desmoralización y falta de libertad.
Lo admirable que tienen las virtudes es que,
después de practicarlas,
llenan el alma de dulzura y suavidad sin igual.
San Francisco de Sales
Ser virtuoso es algo que se aprende, por eso no debe negársele a nadie la oportunidad y el derecho que tiene de intentar serlo. A veces pensamos que no podemos transformar ninguna realidad porque creemos que nos supera, porque estamos solos, o porque vivimos en una sociedad en que se ha ido instaurando paulatinamente la cultura de que tiene que cambiarse todo o nada, “que un solo palo no hace monte”. Nada más lejos de la realidad. Hay que aprender a valorar la fuerza de un ejemplo, de un testimonio, de una actitud o acto sincero, transparente, valiente. Múltiples son los ejemplos en la historia que lo demuestran, pero no los miremos con nostalgia porque creamos que no están a nuestro alcance, porque nos consideremos limitados o que no tenemos el talento.
Cada persona es virtuosa, se hace virtuosa en su cotidianidad, en las diferentes situaciones que se le presentan. Ese es un camino seguro para ser lo que queremos ser y poder alcanzar la verdadera felicidad, cada cual según sus posibilidades. Vivir esforzándose al máximo iguala el valor de nuestras acciones con la de los más altos personajes de la historia, porque en materia de virtuosismo, no se mide tanto el resultado como la perseverancia en vivir siempre acorde a los valores que orientan y rigen nuestra vida. Solo cito un ejemplo de Martí en su artículo sobre el virtuosismo y la soledad a la que tuvo que enfrentarse el Padre de Las Casas en su lucha por la defensa de los indios: “Los hombres suelen admirar al virtuoso mientras no los avergüenza con su virtud o les estorba las ganancias; pero en cuanto se les pone en su camino, bajan los ojos al verlo pasar, o dicen maldades sobre él, o dejan que otros las digan, o los saludan a medio sombrero, y le van clavando la puñalada en la sombra. El hombre virtuoso suele ser fuerte de ánimo y no tenerle miedo a la soledad, ni esperar a que los demás le ayuden, porque estará siempre solo, ¡pero con la alegría de obrar bien, que se parece al cielo de la mañana en la claridad!”.
Culpamos a las nuevas generaciones de no ser virtuosas, de no tener valores que rijan y orienten su vida, vemos la pelusa que tiene el otro en su ojo, y no vemos o no queremos ver la viga que nos mantiene ciegos y nos impide asumir la responsabilidad de no haber defendido la institución familiar ante las diferentes agresiones a que ha sido sometida, o la responsabilidad de haber delegado en la escuela y otros ambientes la educación de nuestros hijos, o de haber aceptado pasivamente la imposición de una escuela ideologizada, o de no ser capaces de crear iniciativas en la sociedad civil, por miedo o por dejación del ejercicio de nuestra libertad, derechos y deberes.
Exigirle virtuosismo a las nuevas generaciones depende, de predicar con el ejemplo, de exigirnos a nosotros mismos el ser virtuosos, por suerte esto es un proceso, un camino que siempre se puede recorrer, no es exclusivo de jóvenes o adultos. Y Cuba necesita del virtuosismo de sus hijos para liberar los lastres que nos atan en esta etapa de nuestra historia y nos impiden emprender el trayecto hacia horizontes más bellos y altos. Ejerzamos el derecho que tenemos todos a ser y procurar ser virtuosos y construiremos una sociedad donde la armonía, la paz y el bienestar reinarán.
Que así sea.
Virgilio Toledo López. (Pinar del Río, 1966)
Ingeniero Electrónico. Premio Ensayo 2006 en el concurso “El Heraldo”. Ha publicado en revistas nacionales y extranjeras. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia. Reside en Pinar del Río.