Pbro. Juan Lázaro Vélez González ¦¦ Los cristianos católicos en el mundo entero, y otro gran grupo de hombres y mujeres de buena voluntad, hemos acogido con beneplácito y profundo agradecimiento la Tercera Encíclica escrita por el Sumo Pontífice Francisco: “Fratelli tutti”, es decir; “Todos hermanos”. Es preciso recordar las anteriores para hacer memoria histórica de estos documentos de suma importancia para la Iglesia universal.
La primera, escrita en 2013, “Lumen fidei”, “La luz de la fe”, que nos introducía en la riqueza de vivir con autenticidad la fe cristiana en estos tiempos en donde pareciese que Dios no tiene cabida. Un llamado a reavivar el tesoro de la Gracia de Dios en nuestros corazones. La segunda Encíclica: “Laudato Si´”; “Amor a la Creación”, escrita en 2015, dos años después de la primera, para llamarnos fuertemente la atención del cuidado que debemos ofrendar por la Creación y todo lo que ella contiene para la felicidad del ser humano. Criaturas todas del Señor alaben al Señor… es preciso que seamos responsables con lo que Dios Padre no ha donado por su infinita misericordia, para no dejar estelas de muerte y destrucción a las nuevas generaciones. Y ahora, cinco años después, en este nuevo escenario mundial nos ilumina con la Encíclica “Fratelli tutti”.
Es extremadamente curioso y llamativo, que este importante documento, fechado el 4 de octubre del año en curso, históricamente hablando es la segunda Carta Encíclica que se firma fuera del Vaticano. La primera se firmó en el año 1814, en la ciudad de Cercena por el Papa Pío VII, con el nombre: “Triunfo de la Divina Misericordia”, es decir han pasado 206 años de ese importante acontecimiento en la historia de la Iglesia.
Fratelli tutti es un canto al amor universal y a la apertura a todos, entre otros temas existenciales de suma trascendencia. El Papa empieza la Carta con palabras de las admoniciones de san Francisco de Asís, un grupo de reflexiones del santo. En la VI admonición dice: “Hermanos todos pongan atención al buen Pastor… que soporta el suplicio de la Cruz para salvar a sus ovejas, las ovejas del Señor le siguieron en tribulaciones, persecuciones, ignominia e hambre y en todo lo demás, y por ello recibieron del Señor la Vida Eterna…”
Sirvan estas reflexiones como motivación para leerla y sacar provecho espiritual, eclesial y social. Para mi juicio Fratelli tutti es una guía espiritual para los que conformamos el entramado eclesial, social y político en la Cuba de hoy, como de hecho también para iluminar a otras naciones. Pero yo vivo en esta Isla y me referiré a mi realidad. Siempre con el buen ánimo de sembrar la amistad social sin ocultar la verdad de la que el Papa refiere en su citada Encíclica.
La pandemia y otros flagelos han marcado nuestra cotidianidad. Las palabras citadas en la Encíclica: “Nadie se salva solo…con la tempestad se cayó el maquillaje de ese estereotipo en el que se desfigura nuestro ego…” son clara invitación a cambiar posturas de descalificaciones, actos de repudio, linchamientos a los hermanos que por razones de posturas de pensar diferentes son maltratados y despojados de su dignidad. No es el camino hacia una normalización de fraternidad abierta y sincera.
Todos queremos ver a nuestra Isla reluciente y gloriosa, pero debemos poner fin a las sombras de una conciencia cerrada, de conflictos de poder, de agresividad sin pudor, ante una realidad que resulta realmente nefasta y desoladora. A la luz del bien común debemos avanzar en las amabilidades del respeto mutuo, del apego a las normas internacionales de los Derechos Humanos Universales, porque la Esperanza en el supremo Bien no defrauda nunca.
El contexto nacional de nuestros hijos espirituales es complejo y difícil porque llevan la pesada cruz de las escaseces necesarias para llevar una vida digna y decorosa, se les están rompiendo los sueños en pedazos a los hijos de los hijos de esta nación que en épocas pasadas fue próspera. Muchos de nosotros nos oponemos rotundamente a la destrucción moral, religiosa, ética y cívica que provocan las vulgaridades, agresividades revestidas de impunidad gubernamental. Es en realidad lamentable estas situaciones que a diario son como el pan de cada día.
El Amor universal y los Valores Trascendentes deben reinar en los hijos de la Cuba de hoy y del mañana, aún estamos a tiempo para entretejer convivencia entre todos los que habitamos esta Isla y los de la Diáspora. No existen “grupos”, sino hermanos que también aportan nacionalidad y cultura a la Casa Cuba, donde todos debemos tener nuestra propia historia personal y social.
Gracias al Papa Francisco, por iluminar a las naciones con la realidad de que una amistad social es posible si se ponen todos los corazones juntos a trabajar en el Amor concreto del prójimo. Hoy como Iglesia debemos seguir abriendo espacios de concordia, de paz, libertad y fraternidad para que los hombres y mujeres encuentren un motivo de esperanza en el Señor cercano y misericordioso.
Cuba nos necesita a todos hoy unidos en lo que salva la verdadera dignidad de ser imagen de ese Dios Padre que nos creó a su semejanza. No pongamos fronteras, ni barreras a la plena dignidad de la que tenemos derecho por ser herederos de su Amor.
Construyamos la Casa Cuba en esta hora decisiva de la historia personal y nacional. Todos podemos ser artesanos de la paz y del amor.
Juan Lázaro Vélez González (Pinar del Río, 1986).
Cursó estudios humanísticos, filosóficos y teológicos durante ocho años en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio en La Habana.
Actualmente es párroco de Mantua, M.N.