Se constata el deterioro profundo del sistema de salud en Cuba y se proponen algunas ideas para ir revirtiendo esta lamentable decadencia a causa de la falta de medios.
Por Rosalia Viñas
Uno de los problemas que está afectando gravemente a nuestro país es todo lo relacionado con el sistema de salud, pues aunque en este campo no hemos sido los menos aventajados, la cuestión es que decaemos sin soluciones viables del problema.
Nuestro país tiene el compromiso de brindar ayuda, según los informativos “desinteresada” a países necesitados, en varias ramas como la educación, la construcción, el deporte, pero la que más nos afecta es la referida a la salud.
No se trata de la falta de comprensión, aclaro, se tiene pleno conocimiento de la necesidad que hay actualmente en países donde mueren personas por no tener dinero, ni un personal médico dispuesto a brindar la atención necesitada. Pero no se puede vestir un santo desnudando otro.
¿Qué se puede decir de la falta de consideración que hay actualmente en nuestro país, donde los pocos médicos que aún nos quedan no tienen ganas de trabajar ya que el tiempo ni les alcanza por tener que cubrir consultas que no le corresponden y que deben asumir porque hay vidas humanas en juego? Cuando se plantea la posibilidad de viajar a cumplir misión no es necesario la elección por parte del Estado, el médico se brinda solo, pero no se puede juzgar a nadie porque detrás de “su buen juicio de cumplimiento con la revolución y con la tarea digna encomendada por la dirección del país” puede estar también el anhelo de poder traer una serie de artículos domésticos, dinero y material personal para la mejora de sus familiares y de sí mismo. No es materialismo, creo que es necesario tener en cada hogar un TV, una lavadora, un refrigerador, alimentos… y con lo que gana cada persona en Cuba, no alcanza. ¿Cómo poder comprar algún artículo con el precio y el valor de la moneda en que se vende?
Muchos de los que asumen esta misión, no se sienten con el deseo de realizarla, aún así la necesidad es más fuerte que el dolor de estar lejos tanto tiempo de los seres queridos.
La sensación que se siente al entrar a un hospital de Pinar del Río es abominable, comenzando porque necesita una reparación capital y culminando con la idea de que los insectos y los seres humanos tienen una compleja sensación de afecto.
No hay personal especializado que cubra algunas de las consultas médicas que deben de ser dadas y estas no se pueden posponer ya que a ella acuden personas de municipios aislados que se les hace difícil asistir porque el transporte está pésimo.
Tenemos escuelas universitarias de medicina donde se gradúan cada año un promedio de 500 médicos, de enfermeras y otras ramas de la medicina. No se duda del nivel de ninguno de los estudiantes que se preparan en nuestros centros universitarios pero es preocupante que estando en 3ro y 4to año de su carrera ya estén en los hospitales haciendo resúmenes médicos y atendiendo a pacientes. No se hace más que agradecerles a estos jóvenes su entregada tarea, pero no poseen aún los conocimientos suficientes para enfrentarse a esta labor y los pacientes no reciben una clara explicación acerca de su estado de salud.
Nos hemos quedado en una desventaja total, es como si regaláramos las herramientas y solo tengamos trabajadores mal entrenados. Carecemos cada día más de medicamentos, vitaminas, de equipos médicos de acta tecnología. El cuidado y la limpieza de nuestros centros de salud es deprimente al igual que la alimentación. Los enfermos tienen que perder el paladar, le sucedería a cualquiera que la ingiriera. Los salones de operaciones no están preparados ni siquiera en la higiene, lo que más abunda en ellos es la infección y qué hablar de las salas de terapia. Por cada cubículo se atienden tres pacientes que entre sí acumulan gérmenes infecciosos, sin ninguna solución por parte de nadie.
Parecería que somos un pueblo engañado y oprimido, al que no se le brinda información de ninguno de los problemas que nos afectan gravemente y en este caso está en juego lo más preciado de cada ser, la vida. Hemos llegado a un punto preocupante de conformismo que solo ayuda a empeorar las cosas.
Considerando que resulta imposible que con un giro se vean los problemas solucionados, puedo arribar a la conclusión no definitiva ni absoluta, pero sí lógica de un proyecto de ideas:
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· Priorizar el personal médico de cada centro de salud y tener una reserva en caso de ser necesaria.
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· Educar en la atención al hombre, a esos galenos que se gradúan para que la atención médica venga acompañada de un trato amable al paciente.
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· Estimular a los médicos que se quedan, pues ellos son los que asumen la responsabilidad de atender a los que permanecemos aquí.
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· Mejorar el sistema de emergencia, teniendo en cuenta también las zonas más apartadas de la ciudad.
En los lugares más aislados de la ciudad, hay pueblecitos de hasta 60 personas donde es imprescindible la asistencia médica y cuando sucede algo de pronto, no hay tiempo para llegar al hospital, que tenemos a 5 o 6 Km, tanto por la distancia como por el transporte.
No pretendo crear desilusión en aquellos que no se han puesto a pensar en la verdadera situación en que se encuentra nuestro sistema de salud, deseo que a través del mismo seamos capaces de razonar y pensar en soluciones viables para su mejoramiento y que todo lo que se haga o se piense sea a favor de que nuestra pequeña isla, habitada por más de 11 millones de habitantes se vea envuelta en la prosperidad para su bien y el del mundo.
Si algo bueno tenemos es que somos un pueblo inteligente, y una Cuba libre de calumnias, de engaños, donde impere la libertad de expresión y el apoyo mutuo, se logra siendo valientes y audaces, porque como refleja El Principito, somos capaces de amar y brindar amistad y es a través de estas dos características que se puede observar lo esencial del ser humano, lo que los ojos no ven, lo que las manos no palpan, lo que solo el corazón de un cubano que ve decaer su país cada día más, sabe.
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Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989)
Técnico medio en Informática.