Sí, para cambiar hay que cambiar

Tengo la certeza de que cuando afirmo esto, aunque a primera vista parezca un acertijo, muchos estarán de acuerdo conmigo, pues evoca uno de los desafíos mayores que se nos presentan hoy a los cubanos. Nos urge y sería sin dudas el mayor logro que cualquier obra podría alcanzar…

Por Saylí Navarro Álvarez.
Tengo la certeza de que cuando afirmo esto, aunque a primera vista parezca un acertijo, muchos estarán de acuerdo conmigo, pues evoca uno de los desafíos mayores que se nos presentan hoy a los cubanos. Nos urge y sería sin dudas el mayor logro que cualquier obra podría alcanzar: volver a ser esa nación donde quepamos todos, donde con el concurso de todos podamos conducir a la casa Patria por el camino del progreso, la diversidad, la tolerancia… la felicidad.
No ha resultado fácil intentar lograrlo en medio de una sociedad que vive con miedo, desesperanzada, estancada, cansada. Pero nada es imposible. El amor todo lo alcanza.
Mis años de la infancia han quedado un poco atrás. Pero la pasión por la lectura, sobre todo por aquella narrativa en la cual los animales son los protagonistas, aún me persigue. Se debe en gran medida a la enseñanza moral que trasmite.
Una fábula archiconocida es la del escorpión y la rana. Cuentan que a la orilla de un río se hallaba un escorpión que necesitaba pasar al otro extremo. De repente apareció una rana y este le suplicó lo llevara a la otra orilla; la rana mirándolo fijamente le contestó que no, porque cuando menos lo esperara le clavaría el aguijón en su lomo. El escorpión la convenció diciéndole que eso sería un suicidio. Ella decidió conducirlo al lugar y cuál fue su sorpresa cuando en medio del río, sintió el aguijonazo mortal en su dorso. Mientras ambos se hundían el escorpión le dijo que no había podido evitarlo.
Y es que hay quienes, en situaciones límites, hacen resistencia a los cambios y son capaces hasta de torpedear las buenas intenciones cuando estas muestran una coloración diferente a lo que ellos habían concebido, no alcanzando a ver las ventajas que lo nuevo representa.
Muchos piensan que los seres humanos somos los más resistentes a los cambios. Pues, es tal el miedo entronizado a dejar de ser lo que somos que preferimos hundirnos en el mar antes de atrevernos a salir de la concha y abrir el corazón a los semejantes.
También actúan en sentido contrario al cambio, que es decir: negar lo malo que se ha venido haciendo hasta hoy y por muchos años, el deterioro tan presente en los valores humanos de una parte considerable de los ciudadanos con que a diario tenemos que compartir espacio en la calle, en el transporte público, en los centros comerciales y asistenciales. La crisis es tal que en momentos se pudiera pensar en que el mal no tiene cura.
La realidad de ese pensamiento apocalíptico es bien distinta. Se sabe que la noche se torna mucho más oscura cuando más próxima está del amanecer, de la aurora.
Solo bastaría con que en la conciencia de quienes pensamos diferente nos marquemos el firme propósito de que el panorama actual no es el que nos legara el Todopoderoso, para que enrumbemos nuestros esfuerzos hacia conseguir esa sociedad donde el hombre no sea enemigo del hombre, sino en la cual entre todos podamos resolver la mayor parte de los obstáculos. Dejemos de vivir entre tanta oscuridad que nos mantiene paralizados.
La necesidad de cambio debemos tenerla todos bien clara. Miremos la realidad con objetividad. No optemos por quedarnos sentados, esperando que nos caiga el Maná encima. Hay mucho que hacer en bien de todos los hijos de esta isla.
Si realmente queremos el final de todo ese estado de cosas negativas que han caracterizado estos 53 años de política excluyente y dinástica en la conducción de los destinos del país, es hora de perdonar y reorganizar todo a partir del concepto de borrón y cuenta nueva. Donde la revancha y el linchamiento no puedan ocupar un espacio jamás.
Para ello debemos poner por delante los intereses de la comunidad, de la nación, porque mientras continuemos pensando en nuestras individualidades y nuestras ventajas en este panorama, costarán muchas más vidas en el estrecho de la Florida y muchos más compatriotas languidecerán entre los barrotes de las celdas en la amplia miríada de cárceles cubanas.
Tengo amplísima fe en que nuestro día ya viene llegando, porque para el cambio en nuestra nación ya están los suficientes cubanos que lo acometerán. Ya en ellos, en esa vanguardia de la oposición pacífica dentro de Cuba, de esa sociedad civil que emerge con muchos bríos, están los hombres y mujeres que lo conseguirán. En ellos se operó el necesario cambio de mentalidad para poder cambiar.

Saylí Navarro Álvarez (Perico, Matanzas)
Hija de Prisionero Político.
Periodista Independiente.

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