Resucitan los Puntos de Control en Cuba

Punto de Control en las inmediaciones de La Habana y Pinar del Río

Punto de Control en las inmediaciones de La Habana y Pinar del Río

Los controles en las diferentes carreteras y ciudades de Cuba limitan el libre movimiento y violan los derechos de los cubanos. La implementación de los Pactos en nuestro país pasa por abolir en la práctica estas agresiones a la dignidad de las personas.



Por Virgilio Toledo

Policias al acecho

Policias al acecho

Si realizamos una encuesta entre los cubanos comprobaremos que a muy pocos de ellos les es ajena la desagradable experiencia de los registros en las vías y carreteras públicas, quien no la ha sufrido en “carne propia”, ha sido testigo.

Es preocupante apreciar cómo aumentan a un ritmo bastante rápido los Puntos de Control en las carreteras cubanas. Solamente en la autopista que existe entre las provincias de Pinar del Río y Ciudad de La Habana existen dos modernas y bien pertrechadas instalaciones de este tipo, sin contar que en todas las carreteras que comunican a estas provincias existen controles.
Nos sorprende esta proliferación de controles porque hace unos cuantos años esa situación fue condenada en la ONU como violación de los derechos humanos en Cuba. Debido a esto pudimos apreciar cómo las instalaciones destinadas a esta función fueron dedicadas a otras labores, algo que sin lugar a dudas, satisfizo a la gran mayoría de la población. ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué este tipo de Puntos de Control no son condenados? ¿Poseen algo nuevo que no restringen los movimientos de las personas ni son transgresores de los derechos humanos y de la dignidad? También es muy significativo el aumento de policías en nuestras calles, que te abordan y requisan con tremenda facilidad, muchas veces animados por la apariencia del individuo o porque simplemente llevan algún bulto encima.
Sería bueno hacer un ejercicio de abstracción e imaginar que somos pasajeros de un transporte público, de un auto particular o estatal, o de uno de los transportes improvisados que van por la autopista u otra carretera debido a la insatisfecha necesidad de trasladarse de los cubanos, que somos un ciclista que lleva un cajón en su parrilla, o un simple peatón caminando por las calles de la ciudad con una “jaba” o maletín a cuestas, y nos registran arbitrariamente sin que medie explicación alguna. ¿No tendríamos derecho al menos a saber por qué nos registran o cuáles son los criterios que se aplican para realizar esos “chequeos”?. Quizás así no incurramos en la violación de las normas que lo rigen y podamos evitar los martirios y molestias que esto produce.
En el artículo Pactos de Derechos Humanos en Cuba: Retos y posibilidades del No 1 de la revista Convivencia, se abordan una serie de retos y posibilidades que existen para los diferentes protagonistas de Cuba a la hora de aplicar la letra de los Pactos al derecho positivo y a la vida privada y pública de los cubanos. Comenzar por respetar el derecho que tiene toda persona a circular libremente en su país podría ser una manera rápida y efectiva de hacerlo.
Preguntémonos cómo debe sentirse un ciudadano honesto, cumplidor de las leyes, que sea requisado en plena calle o autopista sin razón alguna por el simple hecho de llevar un bulto. Algunos policías comunican el derecho que tienen los ciudadanos a ser revisados en la estación de la policía, pero la gran mayoría de los que se ven inmersos en tan desagradable incidente, prefieren salir rápido de este percance y acceder a ser requisados en plena calle o carretera a la vista de todas las personas, sin privacidad de ningún tipo, porque si van a la estación, se agrava el disgusto al comenzar entonces las dilaciones burocráticas y las consabidas humillaciones y pérdidas de tiempo. Nada, que el mecanismo de protección al ciudadano no está concebido para que lo ejerzas, sino para desanimarte a hacerlo.
El grado de descontento e inconformidad que genera ser tratado como un vulgar delincuente no se borra fácilmente. Cabría preguntarse cuáles son las razones que obedecen al por qué resulta cada vez más difícil moverse de una provincia a otra, de un municipio a otro, o incluso, dentro de una ciudad de Cuba. Esperemos que no sea el “todopoderoso” y “todoculpable” “Bloqueo” de Estados Unidos o el peligro de invasión, lo que mueva a la aplicación de disposiciones tan dañinas.
Algunas causas que pueden provocar o incidir en la violación del derecho a la libertad de movimiento en Cuba
1. La persona no es considerada como sujeto de los derechos naturales que le corresponden por el simple hecho de ser persona.
2. No reconocer que la persona es el centro y la razón fundamental de la existencia de cualquier ley positiva y que esta ley debe estar supeditada a la dignidad y derechos que le son inherentes al ser humano.
3. Los dirigentes del país, haciendo uso ilimitado del poder que tienen y creerse dueños de los destinos y comportamientos de los ciudadanos, tratan de administrar y controlar sus vidas dictando estas normas, sin tener en cuenta que están violando su derecho a moverse con libertad.
4. Arbitrariedades por parte de algunos agentes que realizan estas funciones de control.
5. Ignorancia por parte de un porciento de los ciudadanos cubanos de sus derechos y libertades.
6. Incapacidad de algunos agentes para discernir entre quién es un ciudadano honesto y quién es un delincuente, tratando a todos por igual sin regirse por la máxima del Derecho: “toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario”, más bien asumiendo que “todo el mundo es culpable hasta que demuestre lo contrario”.
7. Percibir como un peligro para el régimen la existencia de relaciones de libre intercambio y comunicación, entre los miembros de la sociedad de manera libre y autónoma, sin estar sometidas a un control por parte del Estado totalitario y paternalista que quiere saberlo y controlarlo todo.
8. La indefensión del ciudadano, que tiene que reclamar al mismo que le aplica la arbitrariedad.
9. Limitar la corrupción, el contrabando y el desvío de recursos del Estado.
Aparentemente esto no afecta más que a las personas que tienen la necesidad o deseo de desplazarse libremente, pero el problema se empieza a complejizar cuando uno profundiza en las consecuencias que se derivan y en el alcance e incidencia que van teniendo en la sociedad y en el desarrollo y bienestar del país.
Algunas consecuencias que pueden provocar la violación del derecho a la libertad de movimiento en Cuba
1. Daño a la integridad de las personas.
2. Pérdida de credibilidad y prestigio de las instituciones, dirigentes, y agentes de orden público del Estado.
3. Descontento social y explosiones de protestas individuales y sociales.
4. Retroceso y freno del desarrollo económico, político, social y cultural del país.
5. Actos que tipifican como delito a aquello que normalmente no lo sería.
6. Promueve la desconfianza como estilo de relación entre los ciudadanos y los agentes de orden público.
7. Limita las comunicaciones entre las diferentes regiones o provincias.
8. Pobreza y deterioro de la sociedad, porque los diferentes matices, esencias e ingredientes que existen en nuestra cultura van escaseando, sin contar con que la división y el regionalismo comienzan a hacerse fuertes.
Lo que caracteriza y enriquece a un pueblo es compartir la vida y los valores que son la fuente genuina de comunión moral y espiritual. Si queremos que nuestro país se desarrolle y pueda salir a un ritmo más rápido de las condiciones de pobreza extrema en las que está sumido, si queremos que nuestra cultura sea cada vez más rica y diversa, si aspiramos a que los cubanos sean cada vez mejores ciudadanos, hay que permitir y favorecer la libre movilidad, que significa: libre comunicación, encuentro con estilos de vida diferentes, relaciones comerciales, culturales y de otras muchas maneras. No hay que temer a la apertura, abrirse a los cubanos, favorecer su libertad de movimiento, redundará en beneficio de nuestra nación y la fortalecerá.
Para que pueda ir implementándose la aplicación de los derechos plasmados en los Pactos, hay que comenzar con cambios, si fueran pequeños, graduales, continuos y progresivos, mucho mejor, menos traumatismos para los ya demasiado traumatizados cubanos. La disminución de los controles y registros en nuestras calles y carreteras podrían ser un signo y una medida que eleve la esperanza y el bienestar de los cubanos.
Creo que una fórmula viable y que a la larga dará mejores resultados que crear más mecanismos de control es trabajar en la educación cívica, ética y moral de los ciudadanos. Puntos de Control en los viales, sí, pero para favorecer las leyes del tránsito y cuidar la vida y el bienestar de los cubanos, no para restringirlos en su libertad de movimiento ni para hacerles más difícil y molesta la vida cotidiana. Esto sería una manera sencilla de alegrar y mejorar nuestra calidad de vida.
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