Desde 1952 el pueblo cubano no goza de normalidad en su participación democrática. Primero un golpe de Estado con una dictadura militar que duró siete años. A partir de 1959, una revolución “socialista” que dura 56 años. Es hora ya de comenzar la normalización de las relaciones democráticas entre ciudadanos, y de estos con el gobierno que ellos mismos puedan elegir o renovar libre y periódicamente.
Cuba, su pueblo todo, tiene derecho a ser un país normal, a gozar de la paz interior, de la igualdad de oportunidades, de la libertad de espíritu y de las libertades civiles y políticas, económicas, sociales y culturales. Cuba tiene derecho a construir una sociedad participativa, de inclusión y de justicia social.
Ahora que comienza (porque digámoslo claramente: es solo el comienzo y no será fácil ni mágico) un proceso de normalización de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América, cuyo gobierno ha sido considerado “el enemigo externo”, causa de todos los males del pueblo cubano; ahora que el diálogo, la negociación y el entendimiento, han primado sobre la confrontación y la demagogia, es hora de que también comience un proceso de normalización de la vida cívica, política y económica de todos los cubanos, los de la Isla y los de la Diáspora. Y este proceso, digámoslo claramente: está solo al comienzo y tampoco será fácil ni mágico.
¿Quién dijo o pensó que al día siguiente de unas declaraciones, sorpresivas, incompletas e iniciales, todo estaría resuelto de ambas partes? Ningún proceso de transición es así. ¿Quién dijo o pensó que el embargo externo y el bloqueo interno cesarían de un día para otro? Ningún proceso de transición es así. ¿Quién dijo o pensó que el cese de la represión interna y el respeto de los derechos humanos de todos los cubanos vendrían al día siguiente de una declaración de intenciones entre dos gobiernos? Ningún proceso de transición es así. ¿Quién puede asegurar que en este proceso hay un vencedor y un vencido? Ningún proceso de transición es así.
Todo proceso de transición de un sistema totalitario a la democracia es gradual, lento y complejo. Nunca es lineal, siempre con retrocesos y errores, con malos entendidos y malas intenciones, con avances y desvíos, unas veces público y la mayoría discreto, por no decir secreto. Lo importante es que se mantenga el proceso mismo y que se superen los escollos del camino. Que se incluyan a todos los protagonistas a los que deba implicar este proceso, y que estos se mantengan responsables, lúcidos y serenos; exigentes, negociadores y propositivos. Así lo hemos expresado en nuestro editorial No. 36, de noviembre-diciembre de 2013. Lo contrario es la confrontación y la violencia… y esa salida no será buena para nadie. Cuba no la merece.
Es hora de que los cubanos asumamos nuestra responsabilidad cívica
Este año 2015 nos encuentra en una coyuntura decisiva para nuestro futuro: es la hora de que los cubanos todos, ciudadanos y gobierno, Isla y Diáspora, asumamos la responsabilidad histórica que nos corresponde y protagonicemos con métodos pacíficos y civilizados el proceso de tránsito gradual hacia la democracia.
La democracia no se alcanza en un día, ni se construye por decreto. Es un camino largo de empoderamiento, educación ética y cívica, respeto al diferente o adversario político, decencia personal y cultivo de las virtudes ciudadanas y sociales.
Este camino está solo comenzando, es necesario trabajar mancomunadamente para seguir identificando aspectos que nos unen, e ir superando lo que nos desune. La unidad en la diversidad es el mayor reto y la mayor urgencia de esta hora en Cuba. Así se expresa en los primeros cuatro puntos de consenso que ha ido identificando un grupo cada vez más creciente y significativo de la sociedad civil cubana, ampliados y acordados el pasado 22 de diciembre, y que el Proyecto Convivencia hace suyos:
1. Liberación incondicional de todos los presos por motivos políticos, identificados por los juristas según estándares internacionales consensuados, incluyendo los que están en licencia extrapenal y así poner fin al presidio político en Cuba. Fin del abuso institucional y policial contra el pueblo cubano y de la represión política, muchas veces violenta contra el pacífico movimiento de derechos humanos y pro-democracia.
2. Respetar la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otros compromisos internacionales ya ratificados por el gobierno de Cuba. Ratificar -sin reservas- los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, así como el cumplimiento de los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre derechos laborales y sindicales y los acuerdos de la Cumbre de Viña del Mar en 1996 sobre gobernabilidad democrática.
3. Reconocimiento de la legitimidad de la sociedad civil cubana independiente dentro de la Isla y en la Diáspora, como interlocutora válida.
4. El carácter plural de la sociedad cubana impone la necesidad de realizar una reforma constitucional y también legal, para posibilitar la creación de espacios que garanticen el ejercicio del pluralismo político como base para la realización de elecciones libres, democráticas y competitivas.”
Continuar este y otros procesos de construcción de consensos en que se vayan identificando y amplificando las necesidades más apremiantes de la nación cubana es de importancia vital para dar visibilidad, voz y participación a la sociedad civil cubana.
Pruebas de una democracia naciente en la sociedad civil cubana
Consideramos que la sociedad civil cubana ha llegado a la democracia antes que el gobierno. Es una prueba de su madurez y crecimiento. Esto sucede siempre porque la soberanía reside en los ciudadanos y los derechos humanos no son más que el ejercicio, libre y responsable, de esa soberanía. Los deberes cívicos deben acompañar inseparablemente el ejercicio de esos derechos. Cumplir nuestros deberes cívicos es la otra cara de la democracia, garantía de la participación y, con seguridad, conjuro del abstencionismo y la indiferencia, enfermedades post-totalitarias.
Hemos llegado primero al ejercicio de la democracia, entre otras, por dos razones muy convincentes:
Porque nos hemos podido sentar civilizadamente los diferentes, debatir ideas sin ofendernos y superar lo que nos desune, sin abandonar los principios, y encontrar lo que nos une para dar voz a los que no tienen voz, para dar poder a los sin poder, poder para servir, no para nuevas dominaciones. Hemos podido iniciar un proceso democrático sin estridencias ni búsqueda de impactos mediáticos, sin alardes y con mucho respeto por la diversidad.
- Porque no hemos creído que representamos a todos los cubanos al lograr esta dinámica de construcción de consensos y de ejercicio parlamentario de la discrepancia. En efecto, arribar a la democracia es reconocer y aceptar, con respeto y relaciones cívicas, a los que no deseen participar en estas dinámicas, a los que difieren de ellas y a cuantos defienden opiniones y actitudes contrarias.
La unanimidad no existe casi nunca en las sociedades, construir consensos con las máximas exigencias es imposible. Todo consenso es de mínimos esenciales y lo demás queda a la alternancia democrática. Son hechos, no deseos. Tienen sus frutos visibles y sus voces representativas, aunque no exclusivas ni excluyentes.
Una prueba adicional, por si no nos alcanza con las dos anteriores, es que a solo cinco días del anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, ese Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana pudo llegar a consensuar estas declaraciones tan sólidas, responsables y proactivas en un tema verdaderamente polémico. Convivencia ha participado, desde el principio, en estos foros de consensos y también hace suyas estas significativas declaraciones:
– “Nos alegramos por las decenas de compatriotas que serán excarcelados y también con la liberación de Alan Gross.
– Opinamos que esto pone fin al pretexto y la narrativa oficial de plaza sitiada, por lo que debemos centrarnos en el cambio democrático en Cuba.
– Asumimos que la presión de los demócratas cubanos dentro y fuera de la Isla ha contribuido de forma sustantiva a la creación de este nuevo escenario, por lo que ratificamos que en el futuro debemos aumentar el protagonismo de nuestra sociedad civil.
– Debemos prestar oído, reflejar y dar voz a lo que el pueblo cubano está sintiendo en estos momentos y ofrecerle una nueva narrativa, tácticas, estrategias y un nuevo lenguaje.
– Llamamos a fortalecer la unidad en la diversidad alcanzada hasta ahora, cualquiera que sea el criterio que tengamos al respecto y mantengamos la ecuanimidad y el respeto.
– Esperamos que próximas negociaciones se efectúen con mayor transparencia y teniendo en cuenta todos los actores de la sociedad cubana, sin secretismos ni de espaldas a las instituciones.”
Principales desafíos para la sociedad cubana en el 2015
Comenzamos el año 2015 con renovada esperanza basada en estas apreciaciones sobre la sociedad civil cubana. Será un año de protagonismo, pletórico de retos y desafíos. Esta etapa encuentra a una sociedad civil con nuevos consensos y con su diversidad, que gracias a Dios, la validan como verdaderamente democrática. Por eso, la diferencia y la polémica no solo deben respetarse, sino también agradecerse.
Deseamos destacar algunos de esos desafíos fundamentales en la vida del país, así como en el desarrollo de los procesos de negociación de Cuba con la Unión Europea y con los Estados Unidos de América. Se trata de la búsqueda y la exigencia, por parte de todos los actores sociales y políticos, de un justo equilibrio entre los siguientes pares dialécticos de aspiraciones y necesidades:
– Entre la integración de Cuba en el mundo y la inclusión de todos los cubanos en la vida de su país.
– Entre los intereses económicos y el respeto a los derechos humanos de todos los cubanos.
– Entre la necesaria estabilidad de Cuba y de sus vecinos y la también necesaria transición hacia la democracia.
No se trata de que una de estas aspiraciones y necesidades aplaste o ignore a la otra. Eso mutilaría el proceso. Se trata de que los cubanos y cubanas seamos capaces de encontrar la justa medida de cada una de ellas para que se integre de modo armónico con su par dialéctico que, si nos fijamos, aparece con frecuencia como contradictorio y excluyente. Este equilibrio debe lograrse por la conciliación dialógica de intereses y no por la lucha de clases enconada que destierra al otro a la periferia de la sociedad.
Confiamos en que los cubanos seremos capaces de lograr la síntesis vital que garantice:
– La inclusión de todos los cubanos en la inserción de Cuba en el mundo.
– La promoción de todos los derechos humanos para que los cubanos tengamos las mismas oportunidades socioeconómicas y políticas.
– La transición a la democracia debe ser gradual, pacífica y negociada para, con ella, garantizar la estabilidad en Cuba y en sus vecinos.
He aquí algunas estrategias y proyecciones que nos desafían como programa para este año. Confiamos en que el noble pueblo cubano posee los talentos y capacidades para implementarlas con serenidad y sabiduría. Por todo esto, podemos desear a todos nuestros lectores y también a los que no lo son, es decir, a todos los cubanos de la Isla y de la Diáspora, un año 2015 nuevo de verdad. Vale decir, repleto de trabajo, proyectos y esperanzas.
Pinar del Río, 6 de enero de 2015
Fiesta de Reyes, única ocasión en que los esclavos en Cuba
podían manifestar su diversidad y sus culturas.