EL RESPETO A LAS PERSONAS: UNA URGENCIA EN ESTOS TIEMPOS DE CRISIS

Miércoles de Jorge

Respetar la libertad y la persona del otro, ha de ser una de esas premisas que nos acompañen a diario en nuestra vida, y de manera especial, en momentos tan convulsos como los que vivimos en Cuba, donde la crispación, la violencia, el enfrentamiento entre cubanos, el irrespeto al otro, se respiran y practican en casi todos los ambientes, alimentado por campañas propagandísticas malintencionadas. Estas, son constantes al salir a la calle, hacer una cola, intentar acceder a un servicio, navegar por las redes sociales, escuchar las noticias e incluso en no pocos entornos familiares. Siempre la dinámica gira en torno al enemigo, a los malos, a los irresponsables, entre muchos otros calificativos negativos, encaminados a dividir, prejuiciar, justificar, descartar, y que siempre representan una muestra de irrespeto a los ciudadanos.

Estas situaciones de irrespeto al ciudadano se han “normalizado” en Cuba, no en todos los casos ni de forma absoluta, pero sí al punto que muchos ven como normal situaciones en las que claramente se maltrata a las personas, se violan sus derechos, y se atenta contra su dignidad. A menudo somos nosotros mismos quienes pasamos por encima de los otros, juzgamos sin ningún tipo de misericordia, criticamos destructivamente, ejercemos nuestra libertad hasta el punto de invadir el espacio ajeno y limitar la libertad de quienes nos rodean, etiquetamos, dividimos o excluimos.

Para hacer esta reflexión, me puse a pensar en los momentos que llego a casa luego de haber ido al agro a comprar comida, al regresar del banco u otra oficina en la que se tramite algo o se acceda a un servicio, en los momentos en los que uso el transporte público, entre otros. La constante, en la mayoría de los casos, es que llego a casa molesto, irritado, estresado, pues siempre hay una demora innecesaria, una mala atención, una violación de derechos básicos, una imposición arbitraria, entre muchas otras situaciones que todos conocemos y que a diario afectan al cubano de a pie. Situaciones de irrespeto al ciudadano, situaciones en las que ni la persona ni sus derechos o dignidad son lo más importante, y que más allá de la escasez, de la crisis como tal, hacen la vida mucho más difícil y dolorosa.

En este sentido, y al margen del rumbo que tomen la economía y la política en nuestro país, es de vital importancia una reflexión que nos permita entender la importancia de respetar a las personas, a todos y cada uno, y de tratarlas y reconocerlas como ciudadanos libres, para que nuestras relaciones sean mejores, para que la convivencia diaria sea más sana y para que todos aportemos de esta forma nuestro grano de arena en la construcción de un país verdaderamente nuevo. Cuba no podrá avanzar hacia una sociedad diferente y renovada, que facilite el desarrollo pleno de las personas, si no comenzamos por esta simple premisa: respetar. Ese respeto implica también, valorar, reconocer y promover, en lugar de culpar y maltratar a las personas. Este cambio fundamental ha de ser asumido por las instituciones, pero es también deber de cada uno, en nuestros espacios, con los que nos rodean, en la familia, el barrio, o el centro de trabajo.

Es necesario un discernimiento colectivo y personal, a nivel ciudadano e institucional, que nos haga entender que todos los cubanos somos hermanos y hemos de comportarnos como tal, que todos valemos y somos igualmente dignos, que la vida en sociedad impone la necesidad de respetarnos y relacionarnos con amistad cívica, que es importante ayudarnos unos a otros para que juntos podamos crear y mantener un hogar nacional que satisfaga nuestros intereses, no los de un grupo en particular sino los de todos y cada uno de los ciudadanos.

 

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.

 

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