Religión y Sociedad – Plegarias a la Virgen de la Caridad del Cobre

Por Yoandy Izquierdo Toledo
Vista del retablo y altar de la Ermita de la Caridad, en Pinar del Río. Foto de Yoandy Izquierdo

Vista del retablo y altar de la Ermita de la Caridad, en Pinar del Río. Foto de Yoandy Izquierdo

De pequeño me llamaba la atención aquella vieja tradición de colocar una cinta de papel en la puerta de cada hogar que rezaba: “Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, ruega por nosotros”. Y motivado por descubrir aquel misterio de la devoción a la Madre de Jesús acudí, también desde temprana edad, a la parroquia Nuestra Señora de la Caridad de la Diócesis de Pinar del Río. Allí contemplé, por vez primera, una imagen grande de María rodeada de flores, en el patio de entrada y en el altar, el más claro de todos los que he visto, simulando al cielo inmenso que nos cobija. Recuerdo los primeros detalles que me llamaron la atención: el niño en brazos, la cruz en mano y el rostro moreno. Inmediatamente fueron explicadas mis dudas y conocí sobre su vida, aprendí el Ave María y la fecha de su celebración, cada ocho de septiembre. Tuve la dicha que, desde entonces, esta fuera mi parroquia para siempre. Recuerdo además, el primer concurso sobre la Virgen en que participé; tan solo tenía ocho años y escribí:

Virgen de la Caridad del Cobre
Patrona de Cuba eres.
De la gente sana y pobre,
De este pueblo al cual tú quieres.
 
Intercede por nosotros
Gran señora protectora.
Madre nuestra y redentora
De esta comunidad, y de otros.
Hoy día, habiendo conocido mucho más sobre la Virgen de la Caridad como matriz y eje central de la identidad de los cubanos; habiendo visitado el Santuario Nacional de El Cobre que guarda la bendita imagen coronada por el Papa Juan Pablo II y distinguida con la Rosa de Oro por Benedicto XVI, y consciente de su presencia inseparable en la vida de los cubanos, desde los primeros esclavos libertos, los criollos, nuestros insignes patriotas, hasta los hijos de esta tierra caribeña dispersos por el mundo, escribo otras plegarias a la Virgen María de la Caridad.
La esencia es la misma de mis primeras oraciones, la intención no cambia: intercede por nosotros en este valle de lágrimas. La diferencia radica en el alcance de la oración, condicionado por la visión que cada persona adquiere al transitar por esta vida y en el aumento de nuestra cuota de fe, que el Señor se encarga de propiciar.
Nosotros, los que creemos en María, Cachita, Ochún o La Caridad, nosotros, los cubanos todos, decimos hoy:
–       Intercede por nosotros y por nuestros gobernantes, para que conducidos por el camino de la fe y la esperanza, trabajemos cada día con el afán de salvar la Patria y para hacer realidad los anhelados principios de igualdad de oportunidades y libertad personal.
–       Intercede por nosotros para tener fuerzas, ideas y propuestas emprendedoras que, desde ahora, pongamos al servicio de toda la Nación y nos hagan mejores personas, mejores familias, mejores trabajadores, mejores ciudadanos, mejores seguidores de Cristo.
–       Intercede por nosotros para que no nos dejemos arrebatar nuestros proyectos personales y tomemos las riendas de nuestras vidas; para que vivamos en el amor; para que cada familia sea un hogar de Nazaret repleto de sencillez y para que seamos modelo y luz ante el mundo.
–       Intercede por nosotros para que no temamos defender nuestros propios derechos a una vida de verdad, justicia, libertad; para que seamos coherentes entre el pensar y actuar y para que vivamos con ética, guiados por la fuerza del espíritu y el bien.
–       Intercede, especialmente, por nosotros los jóvenes para que comprendamos el papel fundamental y trascendente que tenemos en la sociedad, para que encontremos los espacios autónomos donde podamos ejercitar el difícil arte del pluralismo y la educación cívica en Cuba.
–       Intercede por nosotros para que aprendamos, de una vez y para siempre, a vivir en el ejercicio constante de la libertad en toda su dimensión personal y social.
Virgen de La Caridad, Reina y Madre de todos los cubanos, en esta hora decisiva, escucha nuestras plegarias e intercede ante Cristo, único Redentor, para que cada vez sean menos las exclusiones y trabajemos, todos juntos, en aras de alcanzar lo que la Patria necesita ya: la verdadera libertad.
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Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside y trabaja en La Habana.
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