Por Mario Félix Lleonart Barroso
El viernes 7 de febrero de 2014 nació una niña de padres miembros de una de nuestras congregaciones que decidieron llamarla con el antiguo nombre, pero no pasado de moda, de Ester. Entre los diez domingos que corrieron entre el 7 de julio y el 8 de septiembre del 2013 tuve el privilegio de predicar, a las dos congregaciones que pastoreo en Cuba, sermones expositivos de los diez capítulos del libro hebreo que lleva ese mismo nombre. Luego, entre septiembre y noviembre, prediqué un resumen de tales homilías a una veintena de iglesias que me dieron la oportunidad durante un inolvidable viaje a USA.
Como en cada texto bíblico; aún en este libro donde ni siquiera aparece la palabra «Dios», mucho menos su nombre, y donde una forma verbal del término «amor» solo se encuentra una vez, en Ester 2.17; Cristo fue el tema principal de cada mensaje pues, incuestionablemente, es el centro de la Biblia hallándose implícito en cada verso. Pero adicionalmente no hay dudas de que «Ester» constituye un excelente manual que nos enseña, a través del ejemplo de los judíos Ester y Mardoqueo, cómo actuar en la historia como sujetos en vez de objetos manipulados por quienes gobiernan, mediante una fe que lejos de aislarnos de una realidad que aunque puede ser traumática, la transforma, incidiendo positivamente en ella.
El libro de «Ester» es la historia del origen de «Purim» (que significa suerte), un festival que el pueblo judío continúa celebrando hasta la actualidad. Uno de los tantos genocidios a los que han estado amenazados a lo largo de su historia, esta vez durante el imperio asirio, fue frustrado por la fe en acción de una mujer y un hombre quienes trocaron un día que, tras echarse suertes, había sido decretado para destrucción y muerte de su pueblo. Hoy también cualquier hombre o mujer de fe pueden ser sujetos de cambios de cualquier índole. De cada capítulo de «Ester» existe al menos una idea principal perfectamente transferible a nuestra época y contexto:
• Ester 1: (v. 12: pero cuando le comunicaron la orden del rey a la reina Vasti, ella se negó a ir. Esa respuesta enfureció al rey y lo hizo arder de enojo.) A los “poderosos”, que llegan a creerse dioses, la oposición les viene de cualquier parte. Vasti prueba que una mujer puede alterar la pax romana de cualquier statu quo.
• Ester 2: (v. 7: Mardoqueo tenía una prima joven muy hermosa y atractiva que se llamaba Hadasa, a la cual también le decían Ester. Cuando el padre y la madre de ella murieron, Mardoqueo la adoptó, la integró a su familia y la crió como su propia hija.) Para actuar en la historia a Dios le basta una huerfanita, y él siempre encontrará a esa huérfana, como la encontró en Ester.
• Ester 3: (v. 2: Todos los funcionarios del rey se inclinaban ante Amán en señal de respeto cada vez que él pasaba porque el rey lo había ordenado; pero Mardoqueo se negó a inclinarse ante él o a rendirle homenaje.) Un hijo de Dios que se niega a obedecer leyes injustas puede marcar la diferencia necesaria, como lo hizo Mardoqueo.
• Ester 4: (v. 1, 15-16: Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que había ocurrido, se rasgó su ropa, se vistió de tela áspera, se arrojó ceniza y salió por la ciudad llorando a gritos con un amargo lamento… Entonces Ester envió la siguiente respuesta a Mardoqueo: Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa y hagan ayuno por mí. No coman ni beban durante tres días, ni de noche ni de día; mis doncellas y yo haremos lo mismo. Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo que morir, moriré.) Los hijos e hijas de Dios son capaces de clamar y de exponer su vida por causas justas actuando aún en contra de leyes humanas.
• Ester 5: (v. 13: Dijo Amán: … todo eso no vale nada mientras vea al judío Mardoqueo sentado allí, a la puerta del palacio.) Un judío a la puerta del rey demuestra cuanto puede incidir un hijo de Dios en los “poderosos” de este mundo.
• Ester 6: (v. 11 y 4b: Entonces Amán tomó el manto y se lo puso a Mardoqueo, lo hizo montar el caballo del rey, y lo paseó por la plaza de la ciudad gritando: «¡Esto es lo que el rey hace a quien él quiere honrar»… Resulta que Amán acababa de llegar al patio exterior del palacio para pedirle al rey que atravesara a Mardoqueo en el poste que había preparado.) Los Amanes de este mundo preparan trampas para los hijos de Dios, pero Dios trocará esas trampas en honores.
• Ester 7: (v. 3: La reina Ester contestó: Si he logrado el favor del rey, y si al rey le agrada conceder mi petición, pido que mi vida y la vida de mi pueblo sean libradas de la muerte.) La demanda de un hijo de Dios siempre estará en consonancia con los intereses del Reino de Dios, aunque se contrapongan a los de los “poderosos” de este mundo.
• Ester 8: (v. 17a: En cada provincia y ciudad, en cada lugar donde llegaba el decreto del rey, los judíos se alegraban mucho, festejaban a lo grande, y declararon día feriado y de celebración.) Puede que decretos humanos sean declarados contra los hijos de Dios, pero siempre tendrán la protección y apoyo de decretos celestiales.
• Ester 9: (v. 1, 20-22: Así que, el 7 de marzo, los dos decretos del rey entraron en vigencia. Ese día, los enemigos de los judíos tenían la esperanza de dominarlos, pero ocurrió todo lo contrario… Mardoqueo registró esos acontecimientos y envió cartas a los judíos que vivían cerca y lejos, en todas las provincias del rey Jerjes, para motivarlos a celebrar cada año un festival durante esos dos días. Les dijo que debían celebrar esos días con alegría y festejos, obsequiándose porciones de comida unos a otros y haciendo regalos a los pobres. Ese festival conmemoraría el tiempo en que los judíos quedaron aliviados de sus enemigos, cuando su dolor se convirtió en alegría y su duelo en gozo.) Nuestra suerte, como para los judíos en tiempos de Ester y Mardoqueo puede ser trocada de maldición a bendición, de perdición a salvación. Nosotros también podemos tener nuestra fiesta de Purim. Pero al igual que Ester y Mardoqueo, tendremos que hacer nuestra parte.
• Ester 10: (v. 3: Mardoqueo, el judío, llegó a ser primer ministro, segundo en mando después del propio rey Jerjes. Fue un hombre muy importante entre los judíos, de gran estima ante ellos, porque siguió actuando a favor de su pueblo y defendiendo el bienestar de todos sus descendientes.) Ester y Mardoqueo hicieron lo que tenían que hacer en su tiempo incidiendo para bien en los poderosos redundando en salvación de su amenazado pueblo. Tenemos el apoyo de Dios, hagámoslo nosotros también.
Los cuatrocientos años de esclavitud en Egipto concluyeron en una fiesta, la Pascua; el exterminio que se planeó en la época de Ester y Mardoqueo terminó en el nacimiento de Purim. Más cercanos en el tiempo, poco después del holocausto que se propuso Adolfo Hitler, exactamente tras la guerra de los vecinos árabes denominada “Guerra de los seis días”, que pretendió arrasarlos otra vez, nació el Yom Kippur. La historia del Pueblo de Dios en la Biblia tiene mucho que enseñar a los cubanos: ojalá pronto nuestro cautiverio desemboque también en una fiesta y los derechos de los hijos de esta tierra nunca más sean socavados, mucho menos por decretos humanos que promueven la exclusión y penalizan la discrepancia, especialmente por motivos políticos. Necesarios son para ello cubanos como Ester y Mardoqueo. La parte de Dios está garantizada, hagamos nosotros la nuestra.
Pbro. Mario Félix Lleonart Barroso.
Pastor de la iglesia Bautista en Taguayabón, Santa Clara.
Periodista independiente.