Religión y Sociedad – Vivir para los demás

Por Néstor Pérez
Goya recibiendo la Biblia de manos de Juan Pablo II en la Plaza José Martí.

Goya recibiendo la Biblia de manos de Juan Pablo II en la Plaza José Martí.

 

Testimonio de vida de Emma Gregoria Pérez Soberáo
Cuba ha vivido en sus últimas cinco décadas bajo un sistema cuya radicalización ha asfixiado casi en su totalidad a la sociedad civil. Muchos de los que no han cotejado su proyecto de vida con este sistema, han optado por emigrar, otros, han migrado hacia su subjetividad, aislándose en su propia Isla. Por eso cuando encontramos personas que rechazaron estas posibilidades defendiendo su lugar y sus principios con dignidad, sencillez y valentía desde lo que creían, nos sorprendemos y admiramos.
Gregoria Pérez, de feliz memoria, fue una persona que muchos sanjuaneros honramos. Quienes más la conocimos, deseamos compartir la riqueza de su vida, porque creemos que es muy necesario para nuestra sociedad, donde proliferan actitudes enajenantes, de doblez y de falta de compromiso. La existencia de personas como Gregoria, que fueron capaces de ser fieles hasta la muerte, a una opción de vida, cuya esencia fue, entregarse y dedicarse a los demás de forma gratuita y desinteresada, nos puede servir de inspiración a todos.
¿Quién fue Gregoria Pérez?
Ya el epitafio que propuso el sacerdote que presidió la Misa de exequias, Antonio Rodríguez, para que adornara su ataúd, nos da una idea… “Vivir para los demás”, lo impresionante es que hizo de esa frase su manera de vivir. Desde su estado de soltería, sin título académico alguno o cualquier otra etiqueta, Goya, como le decíamos cariñosamente, nos muestra con su testimonio, que lo esencial no depende del grado de ilustración, ni de lo que tengamos, sino de nuestra generosidad y capacidad de amar.
La profunda fe cristiana que tenía, fue la savia que la sostuvo y nutrió, durante sus no pocos años de existencia. Esta fe, fruto de la tradición familiar, la llevó a asumir un compromiso indisoluble con la evangelización de la familia y la sociedad civil desde su estado laical. Evangelización traducida en buena noticia para la vida del pueblo, para los agricultores y trabajadores (jornaleros, mozos y comerciantes).
La devoción a la Virgen de la Caridad animó a la familia de Bernabé, a su viuda y a sus 14 hijos, entre los que se encontraba Goya, a comenzar un itinerario que alcanzó uno de sus puntos culminantes con la iniciativa de levantar una capilla, cediendo un pedazo de suelo de aquella finca. El 8 de julio de 1955 quedó inaugurada y la buena noticia llegó a aquellos campos donde no existía ninguna construcción de este tipo. Esta comunidad cristiana rural de Martínez, la ligó firmemente a la comunidad civil y fue uno de los principales medios para servir a los demás.
Etapa difícil fue la década del 50 y comienzos del 60. Para no perder el norte, (no EEUU) sino la orientación, en esta etapa tan convulsa en la que con claridad meridiana, siempre se mantuvieron informados, oían la radio, recibían la prensa y compartían frecuentemente tertulias entre vecinos y familiares.
Dos testimonios que forjaron en Goya una actitud de firmeza para toda su vida, fueron los ejemplos de coherencia de su padre Bernabé Pérez Gutiérrez (1868-1953) y su hermano mayor Pragmasio Pérez (1901-1968) que durante los tiempos más difíciles de los finales de la década de los 50 y los primeros años de los 60, no naufragaron con los procesos de radicalización y falsos mesianismos que se estaban dando. La firmeza de principios y profundos valores morales que tuvieron estos dos tutores de Goya, fueron asimilados y vividos por ella con entereza, e hidalguía, siendo las herramientas que empleó para transitar como lo hizo, firme y orientada como cristiana, como ciudadana por esta difícil etapa de sus últimos cincuenta años.
Itinerario
Desde niña es acompañada, en la fe, muy de cerca junto a sus hermanas, por su tía. Muy joven se hizo catequista y misionera impulsando por los años cincuenta una misión en su barrio, que consistía en ir casa por casa, enseñando a rezar el Rosario. Se prepara en La Habana como peluquera, ejerciendo dicha profesión durante un tiempo. En 1962 se consagró a atender a su madre Gertrudis hasta 1973. Fue fundadora en el año 1977 del Movimiento de Ministros de la Palabra y de la Comunión en Pinar del Río, iniciativas que revitalizaban una iglesia que estaba en crisis por la falta de clero y por la hostilidad estatal.
En 1980 deja su casa, que compartió con su sobrino, esposa y primeros hijos de este, para durante catorce años servir en la parroquia de San Juan como: ama de llaves, cocinera, dando catequesis y acompañando a la comunidad. En 1994 debe abandonar la parroquia y lo hace con la docilidad de quien sabe dejar atrás lo que se ama, para cumplir también por amor sus deberes para con la familia: permanecer con su hermana enferma y anciana hasta su muerte.
Con una extensa familia que le acogía decide no volver a su casa natal y le pide a su sobrino, nieto y esposa de este que le acompañe hasta la muerte. En esta última etapa es fundadora de la Comunidad Laical Pasionista en San Juan y Martínez y dirige su labor pastoral totalmente, a los barrios más pobres, acompañando a niños y a sus familias.
Toda una vida de renuncias, dejando atrás las comodidades de las hubiera podido disfrutar, sin vacilar, puso sus manos en el arado sin volver la vista. Sin ser madre, su fecundidad fue exuberante. Fundó familia con sus sobrinos, las comunidades cristianas. La soltería la asumió sin acritud y la empleó como una buena vía para abrir el abanico de destinatarios a los que servir, dándose con toda libertad. Su fecundidad y cosecha es una realidad:
Los últimos cinco años en los que por razones de su edad y deterioro físico, permanece en casa, es acompañada muy de cerca por quienes le quieren. La paz y la tranquilidad de este tiempo no pasan desapercibidos para su nueva vecindad que le acoge con respeto, sin quizás conocer mucho a la persona de Goya, pero sí enterados y seguros de sus valores y de su gran obra para los demás.
A quien mucho se le da, mucho se le pedirá. Padeció durante sus últimos meses, postrada en cama y en estado de gravedad, pero mantuvo hasta los últimos días la lucidez. Pedía solícitamente el descanso con fe, acompañada por la gracia y ternura de su sobrino y esposa en cuidados y atenciones.
Por eso la comunidad acompañada hasta por quienes no creen, le cantamos y rezamos seguros de que la resurrección y la gloria está en personas que, como Goya, supieron emplear el crédito de su vida en ganarse para sí el magnífico epitafio de “Vivió para los demás”.

Néstor Pérez González. (San Juan y Martínez, 1983)
Técnico Medio en Agronomía.
Ex Estudiante de Derecho. 2do. Año en la Universidad de Pinar del Río. Expulsado por escribir en esta publicación y expresar sus criterios en el aula.
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