Religión y sociedad – Del muro de la Crucifixión a la Resurrección

Por el P. Eduardo Llorens, sj.
Misa celebrada al pie del muro levantado en el patio de la familia Gálvez-Chiu.

Misa celebrada al pie del muro levantado en el patio de la familia Gálvez-Chiu.
Que se cumplan leyes no quiere decir que se aplique la justicia, máxime cuando esto sucede en estados totalitarios en los que los órganos de la administración pública, incluyendo los judiciales, están al servicio de los caprichos de los gobernantes. Ejemplos tenemos en la historia de la humanidad; uno de ellos es el proceso religioso y civil seguido contra Jesucristo que concluyó con su condena a morir en la cruz. En este caso se manipula la fe, la ley y al pueblo para lograr mantener un sistema religioso y civil excluyente y tiránico.
En Cuba también conocemos muchos procesos manipuladores que terminan con la muerte, exclusión y violación de derechos ciudadanos. El pasado 15 de diciembre del 2009 será recordado en la historia como una fecha más de violación del derecho de propiedad, del derecho a pensar y construir una sociedad civil cubana en que se apuesta por la convivencia y no por la exclusión política e ideológica que se ha practicado en los últimos 51 años.
El patio propiedad de la familia Gálvez Chiú en la ciudad de Pinar del Rio era un espacio familiar y también de encuentro y pensamiento acerca de una Cuba en que la convivencia ciudadana encontraba cauce para los sueños de una patria mejor, que pronto se harán realidad. Karina Gálvez Chiú, miembro del Consejo de Redacción de la Revista Convivencia ofrecía su espacio para un tipo de convivencia, que a los ojos de las autoridades resulta “peligroso”.
Ante esta “peligrosidad” se manipulan por parte de las instituciones gubernamentales las leyes, los derechos patrimoniales y de pensamiento libre. La Ley de la Vivienda, llena desde su promulgación de resoluciones e interpretaciones anárquicas, cumplía el papel represivo de regular el procedimiento de expropiación del “Patio de Karina”. Pero no bastaba a los órganos represivos expropiar un bien patrimonial legítimo, era necesario la tortura y amedrentamiento psicológico. Razón por la cual participan once personas, sin contar los miembros de los órganos represivos que rodeaban la casa, en este acto injusto contra una familia indefensa que incluía niños y ancianos.
¿Qué nos queda de los acontecimientos del 15 de diciembre del 2009 en el “Patio de Karina”?
De una parte la intolerancia, la tortura psicológica, la humillación, la represión, la división empleando muros obsoletos en una época en que han sido demolidos por el curso de la historia.
De la otra parte la ecuanimidad, la tolerancia, el amor, el perdón, la paz, la dignidad de un proyecto como Convivencia. También la experiencia de ser crucificado; cada tornillo que traspasaba las planchas metálicas utilizadas para dividir, crucificaba la convivencia y los sueños de millones de cubanos. Finalmente queda la experiencia de la Resurrección que llega después del sufrimiento de la cruz. Los que participamos en una eucaristía días después frente al muro que pretende dividir, vivimos la Resurrección, la paz, la reconciliación, el perdón, la esperanza en una Cuba tolerante y sin divisiones de muros, que algún día no muy lejano disfrutaremos.

Padre Eduardo Llorens Núñez S.J

La Habana, 1964

Sacerdote jesuita. Licenciado en Derecho (UH 1990)

Bachiller en Teología (ISI, Belo Horizonte, 2002)

Licenciado en Teología (Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 2005)

Trabaja en el Centro de Espiritualidad Pedro Arrupe, La Habana

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