La respuesta parece obvia: la familia. Pero la realidad que vivimos la niega muchas veces. Reflexionemos:
1. Cuando se aprueba un Código de las Familias que no respeta la primacía y la autoridad de los padres, en muchos aspectos de la vida, el Estado se impone a la familia.
2. Cuando los padres no pueden escoger la orientación, los contenidos, los métodos y el lugar de la educación de sus hijos, el Estado se impone a la familia.
3. Cuando se alejan los niños de su hogar, en seminternados, escuelas al campo, y otras actividades obligatorias, controlando la mayoría de su tiempo fuera de su casa, el Estado se impone a la familia.
4. Cuando los padres no pueden defender la objeción de conciencia frente al Servicio Militar, aún más cuando reciben un castigo o una condena judicial por esta razón o por demostrar la enfermedad de sus hijos que le impide prestar ese servicio, el Estado se impone a la familia.
5. Cuando se le inculca a los hijos una ideología, o una versión de la historia que sirve para manipular su mente y están en contra de las creencias, opciones políticas o filosóficas de sus padres, el Estado se impone a la familia.
6. Cuando, por razones políticas, migratorias, o para presionar un cambio, se le pide a una parte de la familia que no ayude económica, moral y espiritualmente, a otra parte de la familia que vive en medio de las penurias y sufrimientos en la Isla, mientras se silencian muchos negocios que sostienen la situación represiva, el Estado o las estrategias políticas se imponen a la familia.
7. Cuando las leyes, sean las que sean, en cualquier país, dividen a las familias, las enfrentan, u obstruyen la reunificacion familiar, especialmente cuando hay niños en pleno proceso de formación, alejándose sus padres, que son y deben ser, sus primeros educadores en el seno de un hogar estable y unido, el Estado y sus leyes, se imponen a la familia.
8. Cuando a una madre que disiente políticamente se le amenaza con quitarle la patria potestad sobre sus hijos, haciéndose cargo instituciones estatales, el Estado se impone a la familia.
9. Cuando los propios padres abandonan, descuidan o ceden el cuidado, el sostenimiento, la educación o la formación moral, cívica y espiritual de sus hijos, haciendo dejadez de sus obligaciones y derechos, el Estado se impone a la familia, por no favorecer la educación y la responsabilidad paterno-filial y por, en último caso, no obligar a los padres y al resto de la familia a asumir la plena responsabilidad sobre sus descendientes.
10. Cuando se corrompe la moral, se degrada la convivencia, se vive en la miseria material y espiritual, cuando todo esto perjudica la vida y el desarrollo de la familia, por aferrarse al poder y no hacer los cambios necesarios para mejorar las condiciones de vida de la sociedad, entonces el Estado pone sus intereses por encima de los sanos intereses propios de la familia y de la sociedad.
Poco a poco, como para amortiguar el golpe, como para adormecer las conciencias, como para banalizar el mal, como para normalizar la violación de los derechos de las familias, el Estado lo controla todo, lo impone todo, manipula cada segundo y aspecto de nuestra vida y la de la familia, por esto se le llama a este tipo de régimen: totalitario.
Luego, si el régimen lo controla y dirige todo, aunque afirmemos que la familia es lo primero, en la cotidianidad de la vida, vamos perdiendo espacio, nos van quitando de las manos, de la mente y del corazón, el derecho, el control y la voluntad de darle a nuestras familias la prioridad y el diseño, la educación y el estilo de convivencia que queremos elegir para nuestro hogar.
Despertemos, porque la familia es el último bastión de nuestra libertad.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
- Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
- Doctor en Humanidades por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Ingeniero agrónomo.
- Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
- Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
- Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007.
- Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
- Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
- Reside en Pinar del Río.