Tengo un amigo que no es cubano y dice, con cierta frecuencia, una frase coloquial sobre nosotros: tienen mucho perfume, pero poco fijador. A veces debatimos sobre el significado de la expresión y logro rebatir sus argumentos. Otras, me he tenido que callar porque me he quedado sin ellos. Y es que así es la constancia, ese reflejo de la voluntad firme a la hora de realizar una determinada acción, que puede resultar ambiguo dependiendo del signo con que se mire.
Para ser constante hay que estar dispuesto aenfrentarse a una serie de variables que se pueden tornar en dificultades a lo largo del camino. La fe en lo que se hace, la confianza en la meta, la fortaleza en la decisión, son adyuvantes que consolidan la actitud de la persona que se dispone a transitar la vida con tesón. Por múltiples razones los cubanos, a veces en contra de la propia voluntad, estamos obligados a ser inconstantes dada la incertidumbre del día a día, la variabilidad en la toma de decisiones gubernamentales, la inestabilidad de la economía y los servicios. O como diría mi amigo: constantes en la mala praxis.
Ante este primer argumento he podido revocarle porque se trata de situaciones alejadas de la mano del que quiere persistir en el intento de mantener la línea recta y el camino seguro. La persona humana, creada para el bien, no quiere vivir en la inconstancia que genera inestabilidad, porque la tendencia intrínseca es hacia la búsqueda de todo lo bueno. Y entonces le he hablado al amigo de la constancia de los abuelos en llevar a los nietos al catecismo, aún cuando la religión era perseguida, para que no muriera la fe. Le he hablado de la constancia de los padres en la formación en valores y la educación complementaria en casa para suplir las carencias del sistema, con la conciencia clara de que la familia es la principal responsable de la educación de los niños. Y le he hablado de la constancia de los más jóvenes a la hora de presentar ideas renovadas ante la ineficacia de algunas políticas públicas y la obsolecencia de ciertos modos de decir y de hacer.
Pero el amigo insiste en lo del “poco fijador”. Y entonces es ahí donde se me hace más difícil a veces la defensa, porque él tiene razón. A veces la voluntad traiciona, y algo que fue muy bueno dura muy poco, porque las bases no eran lo suficientemente sólidas como para sostener los embates de la tormenta. O los castillos de las postales, los cantos de las sirenas, o la luz de la otra orilla deslumbraron hasta el punto de dejar la constancia a un lado, y dar el salto a lodesconocido, y dejar el proyecto, abandonar la idea, cesar en el empeño de construir desde aquí una obra duradera y resistente. Mi amigo concuerda en que hay obras muy loables, pero él siempre guarda con recelo esa especie de duda sobre la durabilidad, la presencia en el tiempo, la palabra firme, única y cierta, que se ajusta a los tiempos variables, pero no cambia su esencia.
De las conversaciones con mi amigo siempre llego a conclusiones que me sirven en mi vida diaria. De esta en particular sobre el tema de la constancia, que tantos ejemplos positivos y negativos guarda, me quedo con la certeza de que para ser constantes debemos mantener viva la motivación y la creencia del valor de la acción que se realiza. También comprendo que para ser constantes debemos tenerasimilados los objetivos, el para qué, de todo lo que nos proponemos, sabiendo que la meta es un proceso y no un estado inmediato al que llegamos con cambios bruscos y acelerados. Mantener el objetivo de forma clara y precisa, a pesar de los embates podría ser el segundo elemento a tener en cuenta, porque podemos diluirnos en aquello que no queremos, olvidando cuál es la centralidad y finalidad de nuestras acciones. El tercero implicaría dar el primer paso, y repetirlo sin cansancio por mucho tiempo, hasta ver la alegría del final proyectado.
En los diversos grupos de la sociedad civil cubana, la constancia ha servido como instrumento de medición para determinar, en relación directamente proporcional, el alcance y la efectividad de las propuestas y las líneas de trabajo pautadas. Aquí se suman a la constancia otros dos conceptos que podemos comentar en un próximo espacio: la perseverancia y la resiliencia.
Según el poeta y crítico literario italiano Arturo Graf: “La constancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan fruto”. Cultivémosla pues, sobre todo en esta tierra cubana, donde quizá el cultivo pueda costar más que en otros sitios, pero de seguro rendirá una buena cosecha.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.