EL PROTECCIONISMO DE TRUMP SUSTITUYE EL BLOQUEO CONTRA CUBA

Foto tomada de Internet.

Si la intención del nacional- capitalismo promovido por Trump prospera, tal como parece que lo hace, el bloqueo contra Cuba podría ser levantado sin menoscabo de los perjuicios que le ocasiona a este país desde hace más de 50 años. Sería un negocio en el que aparentemente ganarían todos los involucrados. El presidente norteamericano cobraría réditos políticos inmediatos haciendo cesar el instrumento punitivo más impopular en la historia de las Naciones Unidas sin disminuir la presión y las acciones de desgaste contra el gobierno socialista de La Habana. Los partidarios del eufemístico embargo quedarían sin argumentos y estarían sorprendidos, y posiblemente contentos, ante el inesperado quid pro quo. El ganador aparente sería el pueblo cubano.

La más acuciante necesidad de la economía cubana es la recepción de inversiones que permitan duplicar el producto interno bruto en 10 años con una estructura que no postergue aquellas que mejorarían sensiblemente la alimentación, el transporte y la higiene pública, variables que dan al país la imagen de estado materialmente fallido. El pueblo cubano, acostumbrado a servicios de salud y educación buenos, regulares y malos pero gratuitos, lo que ve como algo natural y lo agradece, está harto de hacer líneas de espera para acceder a medios de transportación y productos alimenticios de pésima calidad, y de un entorno feo y sucio, en donde el agua escasa y racionada, se dilapida por millones de escapes en las redes de distribución.

Las inversiones masivas desde Estados Unidos, que tendrían en Cuba el mismo impacto para el crecimiento económico acelerado que tuvieron en China y Viet Nam, estaban previstas con pesar o alegría en los cálculos de los economistas y los sueños de los futurólogos para un escenario sin bloqueo. Pero si el proteccionismo de Trump se instala sistemática y definitivamente, el bloqueo puede desaparecer y las inversiones norteamericanas no hacer nido en Cuba como en ninguna otra parte. Los tributos que debe pagar una empresa norteamericana sobre sus ganancias de ultramar, desaconsejan a la mayoría de ellas invertir en el extranjero. ¿Qué aliciente compensatorio podría brindar Cuba a empresas que deben pagar más del 30% de las utilidades obtenidas fuera de Estados Unidos? Esta pregunta no es un jaque mate. Solo hace más difícil el juego… y más interesante.

Cuba, en materia de sobrevivencia, ha desarrollado capacidades parecidas a las de los microorganismos extremófilos. Sus recursos resilientes son fruto de una prolongada resistencia creativa. Cambiarle el nombre el bloqueo sin que se modifiquen las circunstancias comerciales y financieras atenazantes que lo caracterizan, no constituiría un nuevo reto para ella, sino enfrentar el mismo perro con otro collar. En este caso solo tendría que continuar ampliando y mejorando sus relaciones con los socios europeos y asiáticos, con menor rentabilidad y un paso más lento, pero a esto ya estaría acostumbrada. Sería algo así como el corto e incesante paso de la tortuga tomando ventaja de las siestas de la liebre.

De todas formas, sea cualquiera de los dos bloqueos el que persista, el team Trump mantendría el constante asedio mediático y los contactos pueblo a pueblo que constituyen la carta ideológica ineludible para torcerle el rumbo al socialismo cubano. La Habana lo sabe y se prepara para ello. Por ahora siguen negociando por encima y por debajo del tapete. Las posiciones de los norteamericanos por debajo del tapete traen el sello Trump: juego duro impregnado de espíritu comercial. Lo cubanos, como la iglesia, parecen decididos a resistir mil años, si el cuerpo aguanta.

 


José Antonio Quintana (Pinar del Río, 1944).
Economista jubilado.
Médico Veterinario.
Reside en Pinar del Río.

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