El desarrollo económico y social de Cuba depende sobre todo de ubicar a la persona en el centro de las estrategias políticas y los objetivos del desarrollo.
Por Juan Pablo Pérez
Han transcurrido ya dos años desde que el gobierno cubano “tomó de la mano”, una vez más, la situación decadente de la agricultura cubana, declarando en aquel momento la producción de alimentos como un problema de seguridad nacional. El arranque de esta nueva cruzada fue la emisión del Decreto Ley 259 de entrega de tierras en usufructo (lo cual abordé en el número 7 de esta Revista), y desde entonces el Estado ha venido implementando una estrategia que tiene como fin incrementar la producción de alimentos y de otros rubros en el sector agrario.
A juzgar por la gran expectativa que crearon los medios de prensa nacionales e internacionales en aquellos días con respecto al Decreto Ley 259, ya a la altura de dos años, la mesa de los cubanos y los mercados agropecuarios estatales estarían llenos o por lo menos con mayor variedad y con mejores precios, pero la realidad que se ve y que se siente en la barriga del cubano medio evidencian todo lo contrario.
Haciendo una analogía a partir de este contexto, se puede decir que Papá Estado o Gobierno “tomó de la mano” al Niño Sector Agrario porque aún no ha aprendido a caminar; lleva más de 50 años aprendiendo; vale destacar que en todo este tiempo ha estado más en el piso que de pie y esto no sería tan grave si sus “pequeños accidentes” no hubieran determinado e influido en la vida de varias generaciones de campesinos y trabajadores y en que todavía el campo cubano no se logra levantar del piso.
Analizando la historia y los resultados de la agricultura en los últimos 50 años y continuando con la metáfora, surgen algunas preguntas: ¿Por qué el niño se puso viejo y no aprendió a caminar?, ¿Será que Papá lo tomó de la mano hace dos años o será que nunca lo soltó para que caminara?, y por último ¿Por qué el Padre ahora culpa al hijo de las consecuencias de no saber andar y a la vez continúa aguantándolo para que no camine solo?
Mirando la estrategia del Estado desde el campo
En el ambiente campesino de forma general se observa un interés mayor por parte del Estado y el Gobierno de controlar la actividad productiva y el quehacer del campo; qué se produce, con qué, a quién se le vende la producción. Las cooperativas tienen muy poca autonomía para su gestión y los campesinos están cada vez más apáticos y pasivos en estas instituciones porque no tienen la capacidad ni el marco legal para responder a las necesidades de sus asociados. Se palpa que todo el sector cooperativo (CPA y CCS) es cada vez más controlado a través de la ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños). Se experimenta en el trabajo diario la creciente centralización de los insumos, la maquinaria, los servicios, la comercialización y el mercado, es decir se dificulta cada vez más el acceso del campesino a los medios de producción, el mercado, los créditos y son nulas las oportunidades de desarrollar la Agroindustria desde el sector privado y cooperativo. El pequeño sector privado que brinda servicios de aseguramiento en el campo (carpinterías, talleres, poncheras, herrerías, molinos) está cada vez más asfixiado por las leyes y la centralización económica.
Se le dice oficialmente a los campesinos que deben producir más y buscar soluciones propias, pero al unísono se ajustan las amarras que nos impiden autogestionarnos y diversificar la producción. Se escuchan a menudo voces fantasmagóricas que te advierten: “no se puede hablar, aquí uno no es dueño de nada”.
De esta dura y agobiante realidad surgen varios mensajes subyacentes provenientes de “arriba” que se archivan en nuestro inconsciente. Aquí les van algunos:
– El Gobierno quiere ser omnipresente.
– Las soluciones correctas son las que orienta el Estado.
– Lo más importante es producir, los campesinos son medios que deben ajustarse a las decisiones tomadas.
– El campesino no tiene que pensar sobre sus problemas, sólo tiene que esforzarse más, producir más con menos y acatar incondicionalmente.
– Las iniciativas o proyectos independientes al Gobierno que trabajan con autonomía y buscan el desarrollo de la comunidad rural son cosas sospechosas que hay que vigilar y combatir.
Buscando evidencia de las causas intrínsecas del problema
Está claro que el gobierno cubano tiene la intención de que aumente la producción en el sector rural. Para ello el Estado implementa una estrategia que en la práctica usa una metodología basada en la centralización creciente de la economía y las decisiones determinantes (se le quita más poder de decisión a las instituciones de base o locales), en la vigilancia y control férreo, a veces ridículo, sobre la economía y los recursos que en la realidad del quehacer provoca más descontrol pero logra que las personas se sientan controladas (El Gran Hermano siempre te vigila). Entonces todas estas presiones y carencias provocan que las personas por una reacción lógica se replieguen, pierdan la motivación y como consecuencia para la economía individual y del país, se produce menos cada vez, lo que es palpable en los últimos meses. Por último, ¿cuál es la conclusión que evidencian los hechos?: En la medida en que el Estado aplique los métodos mencionados sobre la economía y las personas, en esa misma medida se producirá menos y aumentará la burocracia, esto está más que probado en Cuba.
Si los métodos que usa el Estado en su estrategia para la economía y la agricultura en específico van en contra del fin deseado que es incrementar la producción, ¿por qué la obstinación evidente de “perfeccionar” estos métodos si está claro que los resultados son negativos? ¿Por qué no cambiar las estrategias políticas y los métodos?
El Gobierno al servicio de los gobernados
La economía, los campesinos y todos los cubanos hoy para salir de la miseria humana y material en la que se encuentra nuestra patria, demandamos y necesitamos que el Gobierno y el Estado sean facilitadores del desarrollo económico y social, que liberen las fuerzas productivas y entreguen los medios de producción a quienes trabajan; que construyan plataformas y cimientos a través de sus políticas que permitan a los cubanos levantar nuestro país, que dejen hacer a las personas e impulsen el sector privado y cooperativo; se ocupe directamente de las necesidades que estos no puedan cubrir; que sean transparentes y consulten las decisiones con los destinatarios; que abran a Cuba para el mundo sin nacionalismos absurdos y que el mundo entre en Cuba sin dejar de ser soberanos; que contribuyan a educar a los cubanos en la libertad y los valores éticos para no tener miedo a tomar las riendas de nuestra vida y que nuestros actos de libertad se fundamenten en la solidaridad y el compromiso social.
Ahora bien, ¿cuáles pueden ser los principios sobre los que deben basarse el Gobierno y Estado para ser facilitadores del desarrollo?
En mi criterio, hay un punto de partida, un criterio esencial que no debe abandonar el Gobierno de un país para lograr una gestión positiva y eficaz, es que este existe para servir a sus gobernados y gracias a ellos. Cuando un Gobierno, en la figura de sus representantes, pretende perdurar indefinidamente en el poder, abandona este principio porque centra las políticas del Estado en lo que necesita para mantener el poder y no en las necesidades y demandas de sus gobernados, al suceder esto el Gobierno y el Estado pierden su razón de “ser” y de “permanecer”.
El hombre como centro de las estrategias de desarrollo
Pienso que una estrategia es la definición a largo plazo de los pasos y pautas a seguir para lograr uno o varios objetivos en un período determinado de tiempo.
Un Gobierno que tenga como fin promover el desarrollo integral de una nación de forma sostenida debe posicionar a la persona en el centro de sus estrategias políticas. Pero, ¿cómo lograr esto?
Considero que para elaborar políticas de desarrollo desde esta óptica hay que tener en cuenta que: se respeten y promuevan los derechos y libertades fundamentales de la persona, que se garantice cada vez mayor igualdad de derechos y oportunidades y que la ley garantice que una o varias personas no violen los derechos y libertades de otras.
Propuestas para el Sector Rural
Desde mi punto de vista como campesino quiero compartir algunos aspectos en los que creo que deberían centrarse las políticas agropecuarias de Cuba para lograr el desarrollo progresivo de este sector y del campo en general, teniendo en cuenta las necesidades esenciales que presentamos. Las Estrategias del Estado deben centrarse y garantizar mediante un marco legal los siguientes aspectos:
– Entregar las tierras ociosas con títulos de propiedad (otra reforma agraria).
– Abrir o permitir espacios libres de debate serio entre campesinos, profesionales, empresarios, cooperativas, en general, todos los que hacen la agricultura, para buscar soluciones y caminos para el desarrollo desde la base.
– Dejar al campesino decidir sobre su tierra y sus producciones. Garantizar sus derechos y libertades.
– Inversión extranjera directa para que los productores, ya sea de forma individual o en cooperativa, accedan directamente a los insumos, la maquinaria, las nuevas tecnologías, apoyo financiero, en general, los recursos para la producción.
– Liberar el mercado de forma que el que produce pueda vender sus productos donde lo decida, ya sea directamente al consumidor en cualquier parte del país, hacia el exterior o a un intermediario privado o estatal. Que el Estado se preocupe por cobrar los impuestos, evitar la competencia desleal, estimular algunas producciones comerciables a través de incentivos o programas de desarrollo, no mediante presiones e imposiciones.
– Crear y mejorar infraestructuras rurales (caminos, carreteras, tendidos eléctricos, telecomunicaciones, silos, almacenes)
– Capacitar y asesorar a los campesinos, obreros, técnicos y administrativos en varios aspectos cruciales (Cooperativismo, autonomía e integración, enfoque de desarrollo desde la comunidad rural, uso de la informática y las nuevas tecnologías, inserción en el mercado, control de calidad, competitividad, marketing, cómo se aumenta la capacidad de negociación desde las cooperativas, importancia de desarrollar la agroindustria, entre otros).
– Crear acuerdos de cooperación internacional efectivos que le permitan a los productores insertarse en el mercado mundial.
– Facilitar créditos y promover instituciones de financiamiento desde dentro y con el apoyo de organismos internacionales.
– Promover el desarrollo científico y tecnológico, desbloqueando a los institutos científicos del país para que tengan autonomía para trabajar, brindar servicios y realizar acuerdos directamente con los productores privados y las cooperativas, así como para cooperar, recibir ayuda e intercambiar libremente con instituciones científicas del mundo.
– Apoyar el desarrollo de servicios para el aseguramiento de toda la gestión productiva desde el sector privado y cooperativo (talleres, transporte, poncheras, mecánicos).
– Crear una ley Cooperativa que promueva un auténtico cooperativismo, que brinde la posibilidad a los que producen bienes y servicios de asociarse libremente mediante un marco legal para aumentar su capacidad para producir, negociar y promover el desarrollo del capital social.
Visión de futuro
Cuba y los cubanos hoy necesitamos pensar y preocuparnos por nuestra realidad económica, social, política o cultural que influye sobre nuestro desarrollo personal y el de la nación, pero también necesitamos ocuparnos actuando positivamente en coherencia con nuestros criterios para buscar el bien común mediante el respeto, el diálogo y el consenso entre criterios diferentes.
Las soluciones a los problemas de Cuba serán más acertadas en la medida en que haya más cubanos dispuestos tomar parte en ellas, proponiendo y haciendo nuevos caminos, asumiendo la responsabilidad de actuar libremente ante la sociedad y el poder.
San Juan y Martínez, 21 de junio de 2010.
Juan Pablo Pérez González (San Juan y Martínez, 1980)
Ingeniero Agrónomo. Graduado en la Universidad de Pinar del Río en el 2006.
Trabaja como campesino en la finca de su padre.
Es fundador del Proyecto rural e independiente “La Isleña”.
Reside en San Juan y Martínez. Pinar del Río.