Presidentes de la República de Cuba: Tomás Estrada Palma

Martes de Dimas

El objetivo de la serie “Presidentes de la República de Cuba”, que inaugura hoy la columna Martes de Dimas es presentar al lector una apretada síntesis de la obra y la conducta de esas figuras, ubicadas en el contexto en que les tocó desempeñar sus mandatos, para estimular la indagación y coadyuvar al rescate de nuestra memoria histórica.

Tomás Estrada Palma (Bayamo 1835-Santiago de Cuba 1908). Participó en la guerra por la independencia y la abolición de la esclavitud iniciada en 1868. Combatió a las órdenes de los generales Máximo Gómez y Vicente García. Fue el primer alcalde del Ayuntamiento libre de Bayamo y ocupó los cargos de Secretario de Guerra, de Relaciones Exteriores y de Presidente de la República en Armas. Hecho prisionero fue  desterrado a España. Liberado después de la Paz del Zanjón, viajó a Estados Unidos, se instaló en Central Valley, Nueva York, donde ejerció como maestro y estableció lazos políticos y personales con José Martí. Fue ministro plenipotenciario del gobierno provisional de la República. Fundador del Partido Revolucionario Cubano (PRC). Y Designado Delegado del mismo a la muerte del Apóstol.

Factores a tener en cuenta para valorar su conducta:

– El hecho de ocupar la presidencia después de cuatrocientos años de dominación colonial, treinta de guerra, seguidos por otros dos de ocupación norteamericana, en medio de la destrucción, y de la inexistencia de una cultura democrática.

– Su convicción de que los cubanos no estaban en condiciones de darse un gobierno propio por carecer de formación para vivir en libertad. Cuba -decía- es una República sin ciudadanos.

– La prosperidad, el modo de vida, las leyes y libertades de Estados Unidos -donde vivió durante 25 años- le hicieron, al igual que sucedió con próceres como Carlos Manuel de Céspedes, Bartolomé Masó, Perucho Figueredo, Ignacio y Eduardo Agramonte, y Salvador Cisneros Betancourt, pensar en la anexión a Estados Unidos[1].

– Su administración, en la época del surgimiento de los monopolios y de los intereses comerciales de Estados Unidos, unido a la Enmienda Platt, impuesta a la Constitución, limitaron las posibilidades de maniobra, lo que se reflejó en los acuerdos establecidos por la naciente República con el vecino del Norte.

– La asistencia de los miembros del Congreso no era obligatoria, lo que fue aprovechado por la oposición  para entorpecer el proceso legislativo.

– Su honradez administrativa. Estrada Palma pertenecía a los cuaqueros[2], una secta protestante que se distinguía por la moralidad y la condena al lujo. Al asumir la dirección de la delegación cubana en Estados Unidos, abandonó el empleo de maestro y se negó a ser mantenido por el PRC; siendo presidente de Cuba tomaba vehículos públicos en vez de usar autos privados; no repartió ni permitió cargos públicos para cobrar sin trabajar (botellas[3]); se opuso a la reintroducción de las peleas de gallos, de la lotería y de la pelota conocida como Jai Alai; y redujo los gastos de la República. Por su conducta se popularizó la frase: “Don Tomás puede gobernarnos con tazas de café”. Al renunciar a la presidencia abandonó la vida pública y regresó al campo, donde murió pobre, rodeado del amor de su esposa e hijos. Su deseo expreso fue que lo inhumaran cerca de la tumba de José Martí.

Su accionar en la República

Ante la negativa del generalísimo Máximo Gómez de aspirar a la presidencia, Estrada Palma fue promovido como candidato por el Partido Conservador para enfrentar al general Bartolomé Masó por el Partido Liberal. Resultó electo el 31 de diciembre de 1901 y su  gobierno fue reconocido por Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y México, lo que permitió que Cuba, a diferencia de Puerto Rico y Filipinas, ingresara al concierto de naciones como república independiente.

La guerra terminada en 1898 había consumido el 85 por ciento de las riquezas: redujo a cenizas más de 1000 de los 1200 ingenios azucareros; murió más de 1 millón de cabezas de ganado; se perdió el 90 por ciento de la superficie sembrada de caña, tabaco, café, viandas y hortalizas: y solamente en los campos de concentración fallecieron entre 100 mil y 150 mil personas.

El gobierno de ocupación, encabezado por Leonard Wood, inició la reorganización de la administración pública, el saneamiento de la isla, el mejoramiento del sistema de alcantarillado, la pavimentación del Paseo del Prado y la construcción de la Glorieta de la Punta. Edificó la Escuela de Artes y Oficios, reparó la Academia de Ciencias Médicas, construyó el Malecón de La Habana hasta la calle Lealtad, y comenzó el rescate de la industria azucarera.

Al ocupar la presidencia el 20 de mayo de 1902, Estrada Palma enfrentó lo más inmediato: la reconstrucción del país. Priorizó la instrucción pública a la que dedicó el 25% del presupuesto nacional, aumentó las aulas de tres mil a cinco mil, creó las Escuelas de Kindergarten, y las de Verano para la superación del personal docente. Se enorgullecía de que en su gobierno había más maestros que soldados, pues al ejército dedicó solo el 10% del presupuesto. Inauguró la Biblioteca Nacional, dedicó atención al fomento y protección de las industrias, mejoró el orden público y el sistema penitenciario.

En economía importó ganado vacuno, que entregaba a los criadores para pagar en plazos de 12 a 30 meses con un 4% de interés anual (en 1902 había 953 911 cabezas de ganado y al siguiente año ya eran 1 223 613). Inauguró el ferrocarril de Santiago de Cuba a La Habana, extendió el muro del malecón hasta la calle Belascoaín, mejoró edificios públicos, construyó 328 kilómetros de carretera, aumentó el número de centrales azucareros, elevó la producción de azúcar de 851 181 toneladas en 1902 a 1 230 349 en 1905, y contribuyó al desarrollo del tabaco y del café. El tesoro público, que en 1902 contaba con medio millón de dólares, en 1905 tenía un superávit de 26 millones.

Contrajo un empréstito de 35 millones con la banca de Nueva York[4] para pagar al Ejército Libertador y fomentar la agricultura; firmó el Tratado de Reciprocidad de 1903 con Estados Unidos, un acuerdo que con la Enmienda Platt era inevitable en condiciones financieras tan difíciles; y ratificó el Tratado de Relaciones con los Estados Unidos, mediante el cual se concedía la instalación de bases navales y carboneras, en las que logró reducir la exigencia inicial de cuatro bases a una y que no fuera vendida o concedida, sino arrendada. A cambio logró que en marzo de 1904 se firmara el tratado que reconocía la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos.

Durante su mandato enfrentó los reclamos de la naciente sociedad civil apoyada en las libertades refrendadas en la Constitución de 1901, incluyendo el surgimiento del Partido Obrero Socialista en 1905, cuyo propósito declarado era alcanzar el poder político y eliminar la propiedad privada. Se sucedieron las huelgas de los aprendices, tabaqueros, albañiles, la llamada Huelga de la Moneda, la de los ingenios azucareros y la del alcantarillado. Luchas que influyeron posteriormente en la aprobación de legislaciones favorables a los trabajadores.

Antes de concluir su mandato Estrada Palma aceptó la reelección que le propusieron figuras allegadas como Méndez Capote, Dolz y Fernando Freire de Andrade y se afilió al Partido Moderado -resultado de la unión de los liberales y de los republicanos- para enfrentar la candidatura de José Miguel Gómez y Alfredo Zayas del Partido Liberal.

El conflicto entre los partidos Moderado y Liberal no radicó en la ilegalidad de la reelección, pues la misma estaba estipulada en la Carta Magna de 1901. El problema estuvo en la creación del “Gabinete de Combate”, que utilizó todos los mecanismos, incluyendo el fraude y la violencia para asegurar la victoria. Al día siguiente del asesinato del teniente Enrique Villuendas, en Cienfuegos, el Partido Liberal respondió con la abstención y el alzamiento armado de 1906, conocido como la “Guerrita de Agosto”, en medio de la cual se produjeron otros crímenes como el del general Quintín Banderas, en La Habana (el grado militar de Banderas requieren una explicación que desborda esta apretada síntesis).

Ante la ingobernabilidad Estrada Palma solicitó la intervención norteamericana, la que inicialmente fue rechazada por el presidente Roosevelt, quien, según Hortensia Pichardo, la consideró inoportuna y le pidió al mandatario cubano que no renunciara. En un telegrama fechado el 25 de abril de 1906 Roosevelt escribió: “Encarecidamente le ruego que sacrifique sus propios sentimientos ante el altar de la prosperidad de su país y acceda a la petición de Mr. Taft (Secretario de Guerra de los Estados Unidos), de que continúe Ud. en la presidencia el tiempo, a su juicio, necesario, para que se establezca en nuevo gobierno temporal, bajo el cual sea posible llevar a cabo las negociaciones para la paz…”[5].

El 12 de septiembre atracó en el puerto de La Habana el crucero “Denver”, con 125 marinos y después el acorazado “Des Moines”.

El 19 de septiembre Taft y el subsecretario de Estado Robert Bacon arribaron a La Habana, se reunieron con Estrada Palma y al día siguiente con Alfredo Zayas. El primero exigía la deposición de las armas, el segundo ponía como condición que los funcionarios electos para cargos públicos, menos el Presidente y el Vicepresidente, renunciaran.

El 28 de septiembre Estrada Palma presentó su renuncia ante el Congreso conjuntamente con el vicepresidente y los secretarios de despacho. El Congreso no llenó el vacío de poder, y Cuba quedó sin gobierno. El 29 desembarcaron 200 soldados de la Infantería de Marina. El país quedó bajo un Gobierno Provisional encabezado primero por Taft, y luego por el abogado Charles Magoon.

En Carta a su amigo Teodoro Pérez Tamayo, fechada el 10 de octubre de 1906, Estrada Palma expuso: “La solución del pacto con los alzados en armas era lo peor en que pudiera pensarse… los problemas secundarios que se originarían después, serían tantos y tan difíciles de resolver, debilitada, si no perdida, la fuerza moral del Poder legítimo y sin otra autoridad que dirimiese las diferencias, serían tantos y tan difíciles, repito, esos problemas, que darían lugar a que el país se mantuviera muchos meses en medio de una constante agitación, de efectos tan perniciosos como los de la guerra misma… Si hice bien o no, el tiempo lo dirá”[6].

Lecciones de la historia para el futuro de Cuba

Estrada Palma realizó importantes avances en economía y educación, pero su principal aporte fue su moral administrativa, un valioso legado para un país donde la corrupción se ha generalizado. Su gran falta fue el intento de reelegirse a toda costa. Sin embargo, lo que es inaceptable es que su nombre fuera borrado de calles, sus bustos eliminados de escuelas y plazas públicas, su figura en bronce erigida en la Avenida de los Presidentes cercenada a la altura de los tobillos, y que en la enseñanza se le satanice como si fuera un demonio. Su restauración constituye una exigencia de una historia, que nos guste o no, es la que fue: nuestra historia.

La Habana, 17 de octubre de 2020

[1] Documento depositado en el Archivo del Departamento de Estado de Estados Unidos

[2] Iglesia de los Amigos, conocida como cuaqueros, fundada a fines del siglo XVII en Inglaterra.

[3] empleo sin trabajo destinado a políticos, familiares de altos funcionario y personas influyentes que cobraban con cargo al presupuesto nacional.

[4] Domínguez García, Julio. “Noticias de la república; apuntes cronológicos 1900-1929”, Tomo I, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2003, pp.28-29

[5] Pichardo, Hortensia. “Documentos para la historia de Cuba”, tomo II, pp.284.

[6] Ibídem, p.289

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

 

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