Presidentes de la República de Cuba: Ramón Grau San Martin en el Gobierno de los Cien Días

Martes de Dimas

Ramón Grau San Martín (Pinar del Río 1881-La Habana 1969). Médico y político. Profesor de Fisiología de la Universidad de La Habana. Participó en las protestas estudiantiles contra la reforma de la Constitución de 1901 promovida por Gerardo Machado para prorrogar el mandato presidencial. Fue encarcelado y al ser liberado marchó al exilio, donde tomó parte en la fundación de la Junta Revolucionaria, conformada por el Directorio Estudiantil Universitario (DEU), Acción Revolucionaria, el Conjunto Revolucionario Cubano, el ABC[1], los nacionalistas, y profesores universitarios. Integró el gobierno colegiado de la Pentarquía. Presidente del Gobierno de los Cien Días. Fundador del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) y Presidente de la república de Cuba de 1944 a 1948.

En abril de 1933 el presidente Franklin Delano Roosevelt, en correspondencia con la política del “Buen Vecino” hacia América Latina, envió a Cuba como mediador al subsecretario de Estado, Benjamin Summer Welles, con la misión de aconsejar a Machado de la necesidad de negociar con la oposición y mejorar las relaciones económicas entre los dos países. En el mes de junio quedaron designados los representantes de las diversas fuerzas que participarían en la mediación. Se restablecieron las garantías constitucionales, se concedió la libertad a algunos presos políticos, se levantó la censura a la prensa y se aprobó una Ley de Amnistía a fines del mes de julio[2].

La oposición del estudiantado universitario, el movimiento de huelgas y la represión contra el pueblo que se lanzó a las calles el 7 de agosto de 1933, creyendo que el gobierno había renunciado, agudizaron la crisis. El 12 de agosto Machado abandonó el país y el general Alberto Herrera, jefe del Ejército, ocupó su lugar. Unas horas después el coronel Carlos Manuel de Céspedes (hijo), fue designado Presidente por el Congreso[3], quien integró en su Gabinete a representantes de las fuerzas que habían aceptado la mediación de Welles.[4]

En la segunda quincena de agosto regresaron a Cuba las figuras de la oposición que estaban en el exilio, que al igual que los estudiantes exigían justicia, un gobierno revolucionario y una nueva Constitución[5]. Presionado por esas fuerzas, Céspedes comenzó a depurar responsabilidades entre los cómplices de Gerardo Machado[6], derogó la Constitución de 1928, restableció la de 1901, disolvió el Congreso, y convocó a elecciones para febrero de 1934.

El descontento generalizado alcanzó al Ejército. El rumor de una posible reducción de plantillas y salarios condujo a la “conspiración de los sargentos” del 4 de septiembre de 1933. Ocho alistados encabezados por Pablo Rodríguez, entre los cuales estaba el sargento taquígrafo Fulgencio Batista, conformaron la “Junta de los Ocho” y entraron en contacto con el DEU[7] y con otras personalidades nucleadas en la Agrupación Revolucionaria de Cuba. Al día siguiente, crearon la “Pentarquía”, un gobierno colegiado que duró sólo cinco días, en el que Grau era uno de sus cinco integrantes. El 8 de septiembre, un decreto firmado por el secretario de la Guerra de la Pentarquía, Sergio Carbó, por el papel desempeñado en el movimiento del 4 de septiembre, ascendió a Batista al grado de coronel y Jefe del Estado Mayor del Ejército[8]. Ese mismo día Batista, acompañado por un sargento, visitó a Summer Welles para conocer la actitud de Estados Unidos hacia el gobierno revolucionario[9].

Las contradicciones internas de la Pentarquía, la renuncia de dos de sus miembros y la negativa de Estados Unidos a reconocerla, condujeron a su disolución. Eduardo Chibás, del DEU de 1927, propuso a Grau San Martín como presidente provisional[10]. El 10 de septiembre de 1933 Grau, por su oposición en la Enmienda Platt, no juró ante el Tribunal Supremo de Justicia ni ante la Constitución de 1901 como estaba establecido, sino ante el pueblo. Así se inauguró” el Gobierno de los Cien días”, que realmente duró 127días.

Los cimientos de la república había sido echados en las primeras tres décadas del siglo XX. La misión del nuevo Gobierno era fortalecer las débiles bases políticas y darle participación a las fuerzas emergentes, continuar el desarrollo de la economía y aumentar en ella la participación de los nacionales, corregir las injusticias sociales y emprender una obra educativa dirigida a fomentar las conductas éticas y cívicas.

La obra del gobierno

Con figuras competentes en su Gabinete, como Carlos Finlay (hijo), secretario de Sanidad; Antonio Guiteras, secretario del Interior; y Manuel Márquez Sterling, secretario del Exterior, comenzó su administración, que de hecho era una coalición inestable con componentes de la derecha, el centro y la izquierda.

Ante el desconocimiento de la Constitución de 1901 Grau promulgó los Estatutos Constitucionales del 14 de septiembre de 1933. Seguidamente, entre octubre y diciembre de ese año, dictó un primer paquete de medidas de corte popular y nacionalista: la autonomía universitaria; la dedicación del 2% del Presupuesto Nacional a la universidad y la concesión de mil matriculas gratis para estudiantes pobres[11]; la creación de la Secretaría del trabajo, pues no existía ningún organismo encargado especialmente de los asuntos laborales; estableció la responsabilidad patronal ante los accidentes; suspendió los desahucios de inquilinos y condonó el 50% de los impuestos y contribuciones no pagados en el plazo debido; decretó la repatriación forzosa de los antillanos que venían a Cuba en tiempo de zafra y que el resto del año estaban desempleados, lo que generaba disímiles problemas; estableció la jornada de 8 horas; el derecho a la sindicalización; promulgó la Ley de nacionalización del trabajo que estableció la obligatoriedad de que el 50% de los obreros y empleados tenían que ser cubanos nativos; y rebajó la tarifa eléctrica.

En un segundo paquete, en enero de 1934, incluyó una mayor protección a los pequeños colonos; el derecho de las mujeres al sufragio universal (continuidad de la Ley de Alfredo Zayas de 1921); la convocatoria a elecciones para una convención constituyente prevista para el 22 de abril de 1934; la regulación de jornales por el corte, alza y tiro de la caña: la suspensión de los pagos de la deuda contraída por Machado con el Chase National Bank of New York; la intervención del monopolio norteamericano de electricidad y gas; la promulgación de un decreto agrario de carácter anti-latifundista, que benefició a los propietarios cubanos y a los colonos; y la destitución de Chadbourne[12] como presidente de la Corporación Exportadora Nacional de Azúcar, entre otras medidas.

Fin del gobierno de los Cien Días

Las contradicciones al interior del Gobierno entre las diversas fuerzas políticas y la negativa de Estados Unidos a reconocerlo agudizaron la crisis. El 17 de septiembre los jefes de los partidos políticos presentaron un ultimátum a Grau y le ofrecieron la posibilidad de que miembros del DEU y profesores de la Universidad formaran parte de un nuevo gobierno, lo que fue rechazado por los estudiantes.

En octubre de 1933 las derrotas militares de los oficiales amotinados en el Hotel Nacional, del alzamiento promovido por el ABC, de las sublevaciones del coronel Blas Hernández en Santa Clara y del comandante Balán en Oriente, fortalecieron la autoridad de Batista y colocaron al Ejército como la única fuerza armada capaz de restablecer la estabilidad.[13]

Mientras tanto el IV Congreso de la Central Nacional Obrera de Cuba (CNOC), controlada por los comunistas, rechazó la Ley de nacionalización del trabajo, atribuyó los crímenes del Ejército al gobierno e incitó a los obreros azucareros a ocupar los ingenios y constituir soviets a imagen y semejanza de Rusia. Los partidos tradicionales y el Partido Comunista arreciaron su actividad opositora. El país se sumergió en el caos. Llegado a ese punto, el 13 de enero de 1934 en una entrevista con Grau, el coronel Batista le comunicó que Estados Unidos reconocería a un gobierno presidido por Mendieta, y le exigió la dimisión. Grau respondió que sólo lo haría ante los estudiantes y los pentarcas que lo habían elegido en septiembre[14], pero finalmente cedió. En su lugar la Junta Revolucionaria, el 16 de enero de 1934, designó en su lugar al secretario de agricultura, al ingeniero Carlos Hevia, quien no contaba con el apoyo de otras fuerzas. Dos días después, el 18 de enero, Hevia fue sustituido por Carlos Mendieta. Así se instauró el “Gobierno de Concentración Nacional”. El 23 de enero Estados Unidos reconoció a Mendieta y en consecuencia, los bancos accedieron a financiar la cosecha de caña de azúcar de 1934.[15]

Lecciones de la historia para el futuro de Cuba

La crisis que liquidó al Gobierno de los Cien Días tuvo múltiples causas. Después de cuatro siglos de colonia, los 31 años de república resultaron insuficientes para lograr la maduración y estabilidad política que el país requería.

La funesta herencia del predominio de la violencia para dirimir los conflictos sociales, la gran dependencia de los Estados Unidos, y fundamentalmente, la ausencia de una cultura cívica y democrática, conformó una situación que Enrique José Varona resumió así: “La república ha entrado en crisis, porque gran número de ciudadanos han creído que podían desentenderse de los asuntos públicos. Este egoísmo cuenta muy caro. Tan caro, que hemos podido perderlo todo”[16].

Grau San Martín, seguidor del ideario reformista del DEU, atado a las decisiones de los estudiantes, tuvo que moverse entre el radicalismo de Antonio Guiteras de un lado y el control del Ejército en manos de Fulgencio Batista, que era la única fuerza capaz de garantizar una estabilidad. Sin el apoyo de Estados Unidos ni del resto de las fuerzas políticas, el desenlace no podía ser otro: Faltó el diálogo, la cultura política de los dirigentes para subordinar los intereses de clases, grupos y personas a las necesidades de la nación. A lo que se unió la carencia de una conducta cívica sólida en los dirigidos; algo que hoy, continúa siendo asignatura pendiente, pero que los más recientes acontecimientos indican que estamos precisamente ante su renacimiento.

La Habana, 20 de diciembre de 2020

[1] La organización ABC se fundó en 1931 para combatir a Machado mediante el empleo del terrorismo y participó en las negociaciones de mediación con Summer Welles, lo que provocó una división de la que surgió el ABC radical.

[2]Le Riverend, Julio. “La República, dependencia y revolución”. La Habana, Editora Universitaria, 1966, p.286

[3] Valdés Sánchez, Servando. “Cuba, ejército y reformismo (1933-1940). Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2006, p. 17

[4] En abril de 1933 el presidente Franklin Delano Roosevelt envío al subsecretario de Estado, Benjamin Summer Welles, con la misión de aconsejar a Machado y obtener la anuencia de la oposición a la mediación.

[5] Cantón Navarro, José. Historia de Cuba, el desafío del yugo y la estrella. La Habana, Editorial José Martí, 2015, p.826

[6] Le Riverend, Julio. “La República, dependencia y revolución”. La Habana, Editora Universitaria, 1966, p.290.

[7] Directorio Estudiantil Universitario (DEU) se fundó en 1927 para luchar contra la prórroga de poderes de Gerardo Machado. Se reestructuró en 1930 para combatir a Machado mediante el empleo de bombas y atentados. Se convirtió en parte del Gobierno de los Cien Días. En noviembre de 1933 los estudiantes de la Universidad de La Habana efectuaron un referéndum sobre las actividades de sus jefes y votaron contra ellos, se retiró del Gobierno y se disolvió el 6 de noviembre de 1933.

[8] Pichardo Hortensia. “Documentos para la Historia de Cuba”. Tomo IV primera parte. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p.22

[9] Hugh, Thomas. “Cuba, la lucha por la libertad”. México, Ediciones Grijalbo, 1974, Tomo 2, p.836

[10]Briones Montoto, Newton. “General regreso”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2005, p.10

[11] Cantón Navarro, José. Historia de Cuba, el desafío del yugo y la estrella. La Habana, Editorial José Martí, 2015, p.123.

[12] Thomas Lincoln Chadbourne (1871-1938), abogado norteamericano, autor del plan de cuotas de azúcar que Estados Unidos compraba a Cuba.

[13] Valdés Sánchez, Servando. “Cuba, ejército y reformismo (1933-1940). Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2006, pp.37-38.

[14] Hugh, Thomas. “Cuba, la lucha por la libertad”. México, Ediciones Grijalbo, 1974, Tomo 2, p.879

[15] Ibídem. p.882.

[16] Pichardo Hortensia. “Documentos para la Historia de Cuba”. Tomo IV primera parte. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p.41.

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

 

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