Presidentes de la República de Cuba: Gerardo Machado

Martes de Dimas

Gerardo Machado y Morales (Cuba 1871-Estados Unidos 1939). General de la Guerra de Independencia. Alcalde de Santa Clara. Gerente de un ingenio azucarero. Director de una pequeña compañía de electricidad. Vicepresidente de la Cuban Electric (filial de la Bond and Share Company)[1]. Secretario de Gobernación en los gobiernos de José Miguel Gómez y Alfredo Zayas. Participante del alzamiento de 1917 conocido como la Chambelona. Vencedor en las elecciones de noviembre de 1924. Fue el quinto presidente de la República de Cuba. Asumió el cargo en mayo de 1925 y se reeligió inconstitucionalmente en 1928.

Machado asumió la presidencia en una situación difícil, pero menos crítica que la que le tocó a Alfredo Zayas. De un lado, la economía estaba controlada en sus dos terceras partes por empresas estadounidenses. De otro lado, en 1922, se había creado la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y en 1925, año en que tomó posesión, se fundaron el Partido Comunista que enarbolaba la lucha de clases y la Confederación Obrera de Cuba, bajo el control de los comunistas. En 1928 se creó la alianza Nacional Feminista. Esas y otras asociaciones jugaron un papel en su derrocamiento.

El primer mandato

Para enfrentar esa situación creó un Gabinete eficiente: Viriato Gutiérrez, el mayor propietario español de la industria azucarera en la secretaría de la presidencia; Guillermo Fernández Mascaró en Educación; Carlos Miguel de Céspedes, conocido como el “El Dinámico”, en Obras Públicas; Rogelio Zayas Bazán, en el Ministerio Interior; y Jesús María Barraqué, en Justicia. Con ellos introdujo la intervención del Gobierno como regulador de la economía.

Para diversificar la industria nacional y disminuir la dependencia del azúcar, inició el desarrollo de la industria transformadora; estimuló la producción agrícola e industrial; impulsó la creación de fábricas de pintura, zapatos, fósforos y otros productos; y aumentó la producción de aves, huevos, carnes, mantequilla, queso y cerveza. Aplicó una política arancelaria moderna e incrementó la recaudación fiscal. Mejoró el sistema bancario. Concertó tratados comerciales con España, Portugal, Japón, Chile, que le permitieron una mayor independencia de Estados Unidos. Y depuró los tribunales.

Construyó la Carretera Central de 1 144 kilómetros, un proyecto de integración vial de las provincias aún no superado en Cuba, una de las siete maravillas de la ingeniería cubana. El Capitolio Nacional, edificio paradigmático de la arquitectura cubana. La escalinata de la Universidad de La Habana, con sus 88 escalones y varios edificios de la Colina, incluyendo la Escuela de Ingenieros y Arquitectos. La Avenida de las Misiones, la Quinta Avenida, el Palacio Presidencial, el monumento a las víctimas del Maine, y el Parque de La Fraternidad. El acueducto y alcantarillado de Pinar del Río, Trinidad y Santiago de Cuba. Erigió edificios públicos en Matanzas, Santa Clara, Jovellanos. Remodeló el Paseo del Prado, renombrado como Paseo Martí. Pavimentó calles. Concluyó las obras del Malecón de La Habana hasta el río La Chorrera y construyó el Malecón de Matanzas. En La Habana organizó un eficiente servicio de limpieza e inauguró el hotel Presidente, demolió la vieja batería de Santa Clara, situada frente al mar en el Vedado para erigir en su lugar el Hotel Nacional. Construyó el Centro Asturiano, los edificios Bacardí y López Serrano, entre otros. En total realizó en el país 710 obras por valor de 300 millones de dólares.

Con respecto a la educación construyó la Escuela Técnica Industrial de Boyeros, aumentó el número de escuelas primarias, creó las escuelas superiores, las escuelas de comercio, las escuelas industriales de varones, las escuelas normales de Kindergarten, y reformó los Planes de Estudio.

Además mejoró las comunicaciones, la sanidad y la hacienda pública. Estabilizó la industria azucarera. Y estableció el servicio telefónico entre La Habana y Londres.

La reelección

En 1924 Machado dijo: mi mayor gloría sería presidir unas elecciones tan honradas como las celebradas el 1 de noviembre, y no aspirar de ninguna manera a la reelección[2], pero los hechos lo desmintieron: En 1927 logró que el Congreso le permitiera prorrogar sus poderes. En 1928 modificó la Constitución para aumentar el periodo presidencial de cuatro a seis años, suprimir la vicepresidencia, y prohibir la reelección presidencial, por supuesto después de la suya.

El segundo mandato

El crack bancario de 1929, la caída brusca del precio del azúcar en 1932, y la imposibilidad de acceder a préstamos internacionales, sumieron al país en la miseria: disminuyeron la producción y el comercio, el desempleo aumentó, bajaron los sueldos y se atrasaron los pagos del Estado. Esa situación generó manifestaciones, huelgas, rebeliones, sabotajes, desembarcos y alzamientos, que el Gobierno respondió con una fuerte ola represiva.

Desde 1927 la FEU había sido sustituida por el Directorio Estudiantil Universitario (DEU). Se organizó el Ala Izquierda Estudiantil. Se creó el DEU de 1930, un aparato de acción para combatir al presidente. Otros como Antonio Guiteras Holmes, enfrentaron a Machado mediante la lucha armada. Y el movimiento sindical se fortaleció.

En noviembre de 1928 Machado anunció que expulsaría del país a los que declarasen públicamente que el presidente, los gobernadores y otras autoridades eran incompetentes.

En 1931 el General García Menocal y el Coronel Carlos Mendieta organizaron un levantamiento y un desembarco por Gibara, el cual fue derrotado[3]. Se creó la sociedad secreta ABC para combatir a Machado mediante la violencia. La situación se complicó aún más porque en 1928 el valor d la exportación de azúcar a Estados Unidos disminuyó en unos 42 millones de dólares[4], y la cosecha de azúcar descendió, de más de 5 millones en 1925 a menos de 2 millones en 1933, con un precio en el mercado internacional por debajo de 1 centavo la libra. La violencia se generalizó.

Machado respondió con la represión: el periodista Armando André, un veterano de la Guerra de Independencia que desde la prensa fustigaba a su gobierno, fue asesinado; en 1928, el dirigente obrero de los Ferrocarriles de Camagüey, Enrique de Varona, corrió la misma suerte; cuatro estudiantes acusados de comunistas, en cuanto el presidente estadounidense Calvin Cooligge culminó su visita a La Habana, fueron arrojados al mar desde el Castillo del Morro con bolas de hierro amarrada a los pies; en enero de 1929 se produjo el asesinato de Julio Antonio Mella en México[5]. En 1930 organizó la “Liga Patriótica”, una banda de asesinos conocidos por “La Porra”, para combatir a sus opositores. E ilegalizó varias organizaciones sindicales, las cuales ripostaron con el paro obrero de marzo, que cuatro meses después desembocó en la huelga general del 5 de agosto de 1933.

La mediación

El presidente Franklin Delano Roosevelt envió a Cuba como embajador a Benjamín Summer Welles -un experimentado diplomático para que actuara como mediador entre la oposición y el Gobierno-. Welles comenzó los contactos con las partes. Planteó, como única esperanza, la creación de una nueva Ley electoral, pero la decisión de Machado fue conservar la presidencia y las negociaciones fracasaron. El 6 de agosto, un día después de iniciarse la huelga general, Welles presentó a Machado un plan de cinco puntos, y dos días después, el 8 de agosto, le entregó una carta del presidente Roosevelt exigiendo su renuncia.

La mediación, de un lado fue rechazada por la oposición, de otro lado generó fracturas dentro del Ejército. En agosto de 1933 los oficiales del primer batallón de artillería ocuparon el Estado Mayor del Ejército, los que se sumaron otros sectores de la Fuerzas Armadas. Machado se dirigió a Columbia y se reunió con los sublevados. En la reunión se acordó disolver el Gobierno, entregar el poder al general Alberto Herrera, Jefe del Estado Mayor. Unas horas después Herrera fue sustituido por el coronel Carlos Manuel de Céspedes (hijo) como presidente provisional de Cuba.

Gerardo Machado salió despedido del poder el 12 de agosto de 1933 por la combinación de la huelga, la fuerte oposición del estudiantado, de las diversas fuerzas políticas y de la sublevación del Ejército. “El hombre fuerte”, “la esperanza”, “el Mesías”, como le llamaban, se convirtió en el “asno con garras”, “el Mussolini” y el “Calígula” tropicales.

Una vez más en los primeros 30 años de república, Cuba fracasaba en su intento de crear un sistema político confiable.

Lecciones de la historia para el futuro de Cuba

El general Gerardo Machado en la segunda etapa de gobierno prohibió las libertades fundamentales de pensamiento, expresión y asociación, reformó la Constitución de 1901 y cerró las vías a la oposición, lo cual desató la espiral de violencia que lo sacó de poder.

Aunque no pretendió declarar irrevocable su modelo, sino mantenerse en la presidencia seis añitos más, lo cierto es que fracasó en la nefasta aspiración totalitaria de permanecer en el poder y unificar todos los partidos políticos en uno solo, en el suyo, y bajo su mando; un sueño que no se realizó totalmente, pero logró unir tres de ellos en el conocido cooperativismo: un récord para la época y un antecedente del estado político actual.

A pesar de ello, fue el político que más construyó durante la República. Ejecutó algunas de las más importantes obras ingenieras y de arquitectura en toda la historia de Cuba. Obras que actualmente disfrutamos los cubanos y, aunque pase desapercibido, se tuvieron que haber tenido en cuenta para que la ciudad de La Habana se declarara patrimonio de la humanidad en el 500 aniversario de su fundación. También impulsó la educación, la salud, el desarrollo económico del país y la industrialización.

Como dice el colega Fernando Dámaso, aunque no le erigieron estatuas ni monumentos a su memoria, hay dos que han resistido el paso del tiempo: la Carretera Central y el Capitolio Nacional.

Su caída fue el resultado de una crisis política y económica, cuyo trasfondo fue la endémica enfermedad de los gobernantes por el poder y la débil formación cívica de una buena parte del pueblo cubano que lo aduló, que apostó y continuó apostando a las soluciones mesiánicas.

Por todo ello, su figura tiene que revalorarse, colocando en un lado de la balanza lo negativo, que fue mucho y lo positivo, que no fue menos. 

La Habana, 7 de diciembre de 2020

[1] Thomas, Hugh. “Cuba, la lucha por la libertad 1762-1970”. Tomo 2. Barcelona-México, Editorial Grijalbo, S.A., 1974, p. 7476.

[2] Pichardo, Hortensia. “Documentos para la historia de Cuba”, Tomo 3. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1973, p. 360.

[3] Thomas, Hugh. “Cuba, la lucha por la libertad 1762-1970”. Tomo 2. Barcelona-México, Editorial Grijalbo, S.A., 1974, pp. 776-777.

[4] Domínguez García, Julio. “Noticias de la ´República, apuntes cronológicos 1900-1929, Tomo I. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2003, p. 234

[5] Mella fue separado del Partido Comunista de Cuba por indisciplinas” en 1926 y en México llegó a ser miembro del Comité Central de Partido Comunista de ese país.

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

 

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