Martes de Dimas
Federico Laredo Bru (Remedios 1875-La Habana 1946). Abogado, político y militar. Coronel del Ejército Libertador. Presidente de la audiencia de Santa Clara. Fiscal de la audiencia de La Habana y del Tribunal Supremo de Justicia. Secretario de Gobernación en los gobiernos de Carlos Manuel de Céspedes y de José Miguel Gómez. Participó en actividades conspirativas contra el gobierno de Alfredo Zayas. Vicepresidente en el gobierno de Miguel Mariano Gómez. Presidente de la República de Cuba del 23 del noviembre de 1936 al 10 de octubre de 1940. Fue el último alto oficial del Ejército Libertador que ocupó la silla presidencial.
El Contexto
Por su condición de vicepresidente de la República electo en los comicios de 1936, Laredo Bru asumió la presidencia tras la prolongada inestabilidad política que vivió el país tras el derrocamiento de Gerardo Machado; un período de la historia nacional caracterizado por la preponderancia que las fuerzas armadas fueron adquiriendo en la vida política a partir de la insurrección de los sargentos el 4 de septiembre de 1933. Su diferencia con los presidentes que le precedieron radicó precisamente en la estrecha colaboración que estableció con el jefe del Ejército, Fulgencio Batista, y el haber logrado una relativa armonía entre el Poder Ejecutivo y el Congreso.
La obra de gobierno
Los lineamientos generales de la política de Laredo Bru se pueden resumir en tres puntos: 1- Restablecimiento del régimen constitucional. 2- Reanimación del crédito exterior y negociaciones en torno a la deuda de Obras Públicas contraída por Gerardo Machado con el Chase National Bank of New York. Y 3- Concertación de un tratado amplio y flexible para reorganizar los nexos económicos entre Estados Unidos y Cuba[1]. Para cumplirlos comenzó por firma la Ley de los nueve centavos sobre el saco de azúcar para costear las escuelas cívico-rurales, con lo cual impulsó un sistema de educación campesina sin precedentes[2]; inauguró los Hogares Campesinos, una especie de círculos sociales para ancianos, y los Hogares Infantiles Campesinos; estableció el Seguro de Maternidad Obrera; devolvió la autonomía a la Universidad de La Habana; creó los Institutos de Segunda Enseñanza, el Consejo Corporativo de Educación. Fundó la Dirección Nacional de Deportes, el Servicio Técnico de Salud Pública y el Consejo Nacional de Tuberculosis; reconoció las deudas contraídas por Gerardo Machado; continuó las obras públicas; y fundó la Comisión Nacional de Transporte.
Puso en marcha el Plan Trienal, promovido por Fulgencio Batista, con el objetivo de poner bajo control del Estado las industrias azucarera y tabacalera, desarrollar la minería y la extracción de petróleo, crear una banca nacional, establecer un sistema de impuestos que gravara principalmente a los inversionistas extranjeros, organizar una marina mercante nacional, reorganizar la agricultura, repartir tierras del Estado, continuar los proyecto sanitarios para los campesinos, aumentar el número de escuelas rurales cívico-militares, y establecer seguros y vacaciones retribuidas para los obreros[3]. Un programa tan ambicioso que se le llamó “plan de los 300 años”.
La ley estadounidense Costigan-Jones, que determinaba las cuotas de azúcar de Cuba para cubrir el 29,4% del consumo norteamericano, aseguraba una participación estable en ese mercado, a un precio superior a las cotizaciones vigentes en el mercado internacional[4], pero la cantidad de azúcar comprada era inferior a la capacidad cubana de producción y al promedio histórico de ventas de los años 20, lo cual afectaba principalmente a los pequeños cultivadores de caña (colonos).
La restricción a las compras implicaba una regulación interna de la producción para evitar que los centrales azucareros dieran prioridad a sus propias cañas -conocidas como cañas de administración-, en detrimento de las producidas por los colonos. En respuesta a las restricciones impuestas por dicha Ley, el gobierno de Laredo Bru promulgó en 1937 la Ley de Coordinación Azucarera, la cual otorgó la prerrogativa a los colonos de permanecer en las tierras arrendadas a condición de producir la cuota de caña asignada y pagar la renta pactada. Esta Ley benefició a los pequeños productores que molían menos de 30 mil arrobas (350 toneladas), de tal forma que las 50 mil caballerías (671 mil hectáreas), que ellos trabajaban en condiciones de arrendamiento, quedaban garantizadas a perpetuidad contra los desalojos.
En 1938, la economía fue sacudida por una nueva crisis. Aunque la zafra fue mayor a la de años anteriores, el valor disminuyó por el descenso de los precios. Para aliviar la crisis el gobierno solicitó el apoyo financiero de Washington, pero las presiones de las compañías azucareras norteamericanas, opuestas a la Ley de Coordinación Azucarera, lograron que el presidente Franklin D. Roosevelt no otorgara los ansiados empréstitos.
Estabilización y democracia
En medio de las dificultades internas, de los cambios ocurridos en la arena internacional, y de la política del “Buen Vecino” del presidente Roosevelt, el gobierno se encaminó hacia la democracia. Legalizó al Partido Comunista, y Batista, en su condición de jefe del Ejército y figura clave del Gobierno, viajó a Estados Unidos donde se entrevistó con el Presidente y con funcionarios del Departamento de Estado, y a México, donde la Confederación de Trabajadores encabezada por el Partido Comunista organizó multitudinarios actos de apoyo. Tras ese viaje se informó que al año siguiente habría elecciones para la Constituyente[5].
Las bases de la estabilización se venían gestando desde diciembre de 1937 con la amnistía que liberó a miles de presos políticos y que posibilitó el regreso a Cuba de los exiliados. A la vez, la política de alianzas promovida por la internacional comunista determinó que en el décimo pleno del Partido Comunista de Cuba se adoptara una política de acercamiento al gobierno. Blas Roca y Joaquín Ordoqui, dos de sus figuras principales, se entrevistaron con Fulgencio Batista en Columbia y aceptaron apoyar los planes del gobierno para convocar una asamblea constitucional.[6]
La prueba del mejoramiento de las relaciones entre el Gobierno y los comunistas es que en mayo de 1938 comenzó la publicación del diario Noticias de hoy, y que poco después, Batista declarara a la prensa: “el Partido Comunista, según su constitución, es un partido democrático que persigue sus fines dentro del marco de un régimen capitalista y ha renunciado a la violencia como método político; en consecuencia tiene los mismos derechos que cualquier otro partido político”. Y en enero de 1939 la Unión Revolucionaria se fundió con el Partido Comunista para crear el Partido Unión Revolucionaria Comunista. A la vez, se suspendieron las restricciones que pesaban sobre la organización sindical. En enero de 1939 se celebró el Congreso fundacional de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), con 1 500 delegados de 789 organizaciones, bajo el control de los comunistas, con excepción de la representación obrera del Partido Auténtico. Este cónclave fue precedido del congreso obrero continental, celebrado en México, en el cual se creó la Confederación de Trabajadores de América Latina.
Un paso importante para la estabilidad fue el traslado de las instituciones paramilitares, como el Instituto Cívico-Militar y la Corporación Nacional de Asistencia Pública, de la subordinación del control militar a los respectivos órganos civiles.
En 1939 se fundó el Fondo de Estabilización de la Moneda, se promulgó una ley de rehabilitación de créditos públicos y se realizaron nuevas obras públicas.
El país se dotó de una legislación laboral que recogió los frutos de las luchas sindicales durante décadas: el Decreto 798 de abril de 1938, que comprendió desde el salario mínimo hasta las pensiones por causa de muerte: jornada de 8 horas; legitimidad y facultades de los sindicatos; salario mínimo para los trabajadores azucareros; creación de la Secretaría del Trabajo; derecho de huelgas; nacionalización del trabajo, estabilidad del empleo, vacaciones retribuidas 15 días al año, licencia por enfermedad, licencia retribuida por maternidad, creación de las bolsas de trabajo, el derecho de negociación colectiva y otras medidas acorde con la Organización Internacional del Trabajo. Avances que fueron vaciados posteriormente en los 27 artículos del Título VI de la Constitución de 1940.
La Asamblea Constituyente
El mayor logro político del gobierno de Laredo Bru, fue la convocatoria a elecciones para conformar la asamblea constituyente, la cual una vez elegidos los delegados, quedó conformada en noviembre de 1939. En ella participaron 10 partidos políticos representativos de las tendencias ideológicas existentes, entre ellos: liberal, socialdemócrata y comunista. Dos meses después, en febrero de 1940, comenzaron los debates que se extendieron hasta junio, los cuales se trasmitieron en vivo por la radio a todo el país, y en su sede, el Capitolio, se colocaron altavoces para que el pueblo concentrado en los alrededores, siguiera los debates entre los constituyentes.
El texto final, considerado internacionalmente como uno de los mejores y más progresistas de la época, se culminó el 5 de junio, se firmó en Guáimaro el 1 de julio en homenaje a los patriotas que en 1869 aprobaron la primera Constitución de la República en Armas, se promulgó el 5 de julio en el Capitolio Nacional y entró en vigor el 10 de octubre de 1940.
Aspectos negativos
Sobre su figura pesa el haber negado en 1939 la entrada a Cuba de los pasajeros del crucero San Luis con más de 900 refugiados judíos que habían obtenido visa de entrada a Cuba, y que tuvieron que regresar a Europa, donde 254 de ellos terminaron sus vidas en los campos de concentración nazis. Una decisión que parece guardar relación con el hecho de que Estados Unidos les negó la entrada y las relaciones de Norteamérica con Cuba eran muy estrechas, lo que no lo justifica.
Lecciones de la historia para el futuro de Cuba
Después de 10 años de enfrentamientos y del empleo de todas las formas de violencia entre las diversas fuerzas políticas, el gobierno de Laredo Bru amnistió a miles de presos políticos y permitió el regreso de los exiliados. Logró reunió al gobierno y a la oposición. Retomó el desarrollo de la economía. Las instituciones paramilitares pasaron a manos de las civiles. Dictó medidas de beneficio para los sectores más perjudicados como plan de ayuda a los desocupados, la Ley de Coordinación azucarera y una legislación laboral avanzada. Aunque insuficiente, promulgó una ley para la distribución de tierras del Estado. Y convocó la asamblea constituyente que, de forma consensuada, redactó la Constitución de 1940: el suceso más relevante ocurrido en la primera mitad del siglo XX. Una obra realizada con la plena colaboración del jefe del Ejército, Fulgencio Batista.
Federico Laredo Bru se destacó por los aciertos que beneficiaron a la nación. Resulta inadmisible que su figura y su obra hayan sido silenciadas y/o tergiversadas de tal forma que muy pocos cubanos le conocen; una obra con importantes enseñanzas para la Cuba que hoy está renaciendo y que demanda del reconocimiento, reconciliación y participación, en condiciones de libertad, de todos los cubanos y de un nuevo texto constitucional consensuado entre todas las fuerzas sociales del país.
La Habana, 4 de enero de 2020
[1] Valdés Sánchez, Servando. “Cuba, Ejército y Reformismo (1933-1940). Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2006, p.98.
[2] Ibídem, pp. 84-85.
[3] Valdés Sánchez, Servando. “Cuba, Ejército y Reformismo (1933-1940). Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2006, p.90.
[4] Zanetti Lecuona, Oscar. “Economía azucarera cubana; estudios históricos”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2011, p. 43
[5] Valdés Sánchez, Servando. “Cuba, Ejército y Reformismo (1933-1940). Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2006, pp.99-100.
[6] Hugh, Thomas. Cuba, la lucha por la libertad. México, Ediciones Grijalbo, 1974, Tomo 2, p-925.
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).