Por Jesuhadín Pérez
Una mujer persiguiéndote en ropa interior asusta. Especialmente si eres novato. Los estímulos súbitos afectan la psiquis humana. Los cambios rápidos, intensos y profundos son estímulos extremos. Críticos para nuestra capacidad de asimilación.
Por Jesuhadín Pérez Valdés
Nunca llegarás a ningún lado con los ojos cerrados.
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Una mujer persiguiéndote en ropa interior asusta. Especialmente si eres novato. Los estímulos súbitos afectan la psiquis humana. Los cambios rápidos, intensos y profundos son estímulos extremos. Críticos para nuestra capacidad de asimilación. No importa siquiera que el cambio sea para bien. Somos lentos para procesar información. Nos “colgamos” como las computadoras si no tenemos bien claro el procedimiento.
Imaginemos que repentinamente tenemos la oportunidad de cambiar todo lo que desearíamos que cambiara en Cuba. ¿Qué haremos? ¿Nos bloquearemos como un ordenador? ¿Nos volverá “asmáticos” el miedo? ¿Huiremos? ¿Dejaremos la “política” en manos de otros? O peor aún ¿Nos haremos cargo de la cosa pública solo para “ordeñarla” a nuestro beneficio?
La Cuba de hoy representa para los cubanos un gran desafío. Los cambios se huelen, pero la ausencia de democracia en Cuba por más de cincuenta años, unida a la carencia de bienestar material y libertades de todo tipo, nos ha metido en colosal compromiso frente a los desafíos del mañana. En el momento actual persiste un curioso par dialéctico que se manifiesta de dos antagónicas maneras: por una parte, con los cambios el futuro que se nos avecina nos pertenece por entero. Por la otra hemos de reconocer es que en lo que concierne a libertades civiles y democracia somos novatos.
Superar el miedo
El miedo es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia. En las planicies africanas la vigilia -resultante del miedo- ayudó a nuestra especie a sobrevivir. Sin embargo, en nuestro tiempo interpretar como peligroso todo lo nuevo o desconocido puede convertirse en un freno para nuestro desarrollo personal y social. Hay que aprender a discernir con la mayor prontitud posible qué está bien y qué no está tan bien en un asunto concreto, independientemente de su naturaleza. Para esto no hay que esperar poseer un conocimiento exhaustivo y libresco sobre la cuestión. Basta un poco de sentido común. Hay que orientarse rápidamente al enfrentarse a situaciones nuevas que exigen de nosotros determinados grados de audacia e improvisación. Hay que tener bien claro que todo lo desconocido no es necesariamente malo.
El futuro de Cuba va cambiando de tonalidad poco a poco. Con este cambio aparecen ciertas “novedades” que asustan a los más ortodoxos. No le temamos al futuro porque arrastra nuevos términos y nuevos significados que hasta ayer no figuraban en nuestro diccionario político, económico, social o cultural. Destronemos las suspicacias porque el amor no es más que egoísmo compartido y lo veneramos. La libertad suena bien y está hecha de pedazos de individualismo. La tranquilidad está llena de aislamiento. La intimidad es encierro, clausura, retiro. ¿Por qué temerle entonces a la diversidad que es la huella digital de la consciencia? ¿Por qué negar la propiedad privada si es la quinta extremidad humana, y la única que depende para crecer de nuestra sensatez? ¿Por qué reprobar a la democracia pluriparticipativa si es el único teatro donde todos podemos ser actores? ¿Por qué censurar el multipartidismo si es la más genuina expresión de la diversidad política? ¿Por qué asustarse de la integración global si es -en esencia- la suma de imperecederos sumandos? ¿Por qué el complejo frente a la interdependencia si es la dinámica de ser mutuamente responsable y de compartir un conjunto común de principios? (De hecho fue Marx el primero en ocupar el término “interdependencia” en su Manifiesto Comunista en 1848).
Entonces, aceptemos los cambios con el rigor que requieren. Enfoquemos en futuro desde una nueva perspectiva. Cancerberos de la nación, abrid definitivamente la puerta a los cubanos de aquí y de allá sin obtusas renitencias. La libertad de asociación, la libertad empresarial, la propiedad privada, el pluripartidismo político, la reforma agraria (2), la libertad sindical, la autonomía universitaria, la libertad de prensa, la internet para todos y la ratificación de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos siguen aún pendientes de trámite y reconocimiento. Siguen en el oscuro baúl de los temas tabú. A estas alturas huelen rancio. ¿No va siendo hora de airearlos como corresponde hacer a la nación que evoluciona en congruencia con las necesidades de la sociedad contemporánea? Cubanos todos, hombres y mujeres de bien, no temamos pasar el umbral porque el futuro esta ahí, en ese nuevo universo que se nos manifiesta expectante y aprehensivo. En ese resquicio de puerta que se va abriendo lentamente dejando pasar un mundo de oportunidades y borrando paulatinamente, con cada nueva transformación, el antropófago espíritu de una decadente doctrina.
El día de Después, ¿qué hacer con nuestra libertad?
Siete de cada diez personas que recibieron millonarios premios de la lotería en los Estados Unidos, al cabo de diez años no tenían nada. No supieron qué hacer con su dinero porque nunca antes lo tuvieron. ¿Qué haremos nosotros con nuestra libertad cuando definitivamente la alcancemos? Nueve de cada diez cubanos a los que he preguntado, me han dado una respuesta que solo tiene que ver con sus intereses personales: dinero, autos, casas, propiedades, poder económico e influencias… Y no está mal, la riqueza es un signo de status y prestigio dentro de los grupos sociales. El consumismo, idealiza sus efectos asociando su práctica con la obtención de la satisfacción personal e incluso de la felicidad; pero, ¿y después qué…? ¿Y la comunidad, las instituciones, y la salvaguarda del metabolismo interno de la nueva democracia a quien corresponderá? Cuidado, si vamos en frenética carrera tras la búsqueda única de privilegios y placeres personales. El futuro no se fabrica solo.
La sed de riqueza y la oportunidad de obtener bienes puede colocarnos en la misma posición que a los que obtienen fortunas repentinas en los Estados Unidos. ¿Qué pasará con el país mientras nueve de cada diez buscan desaforadamente satisfacer su hambre de riquezas? ¿Qué posibilidades existen en una democracia participativa de que alguien con esa mentalidad y con habilidades políticas llegara a hacerse cargo del país? ¿Qué sucedería entonces?
Los magos suelen atraer la atención del espectador hacia un punto mientras la verdadera acción sucede en otro lugar. Después la gente se pregunta cómo lo hizo. Pero lo hizo. Y lo increíble es que pudo hacerlo frente a todas las narices. La historia esta llena de hombres que mostraron a su pueblo un conejo blanco, mientras bajo el saco ocultaban el gran cuervo negro. Luego salta la pregunta: ¿cómo pudo hacerlo? Después es muy difícil sacarse la maldición de encima.
Con los cambios vienen las oportunidades, pero también vienen los oportunistas. Tengamos memoria histórica. Hay que proteger el bienestar general y hay que fabricar los mecanismos correspondientes para que la maquinaria del poder funcione adecuadamente. Hay que ser responsable con la cosa pública.
Grandes retos nos esperan. De nuestro desenvolvimiento dependerá el éxito o el fracaso de nuestro futuro. Todos tenemos tropiezos cuando nos enfrentamos a cosas nuevas y desconocidas, pero el secreto del éxito se basa en dos premisas fundamentales: avanzar sin temerle a lo nuevo y una vez ahí, ocuparnos de que “eso nuevo” funcione correctamente.
No hay que temerle a lo nuevo, porque este comportamiento está asociado a la baja autoestima. El miedo siempre nos coloca en una situación desventajosa. Sorprendidos sí, pero la sorpresa es transitoria. Es un brevísimo estado emocional que se supera. Lo bueno puede venir después. No huyamos de nuestra responsabilidad con el futuro de la nación. Los cambios son oportunidades históricas. En este momento en Cuba hay que “coger la sartén por el mango”. Avanzar, avanzar gradualmente. Ir ocupando espacios, removiendo muros, empujando la tapia y espolear el proceso para que no se detenga.
Sorprendidos quizás, pero sin pánico. Hay que tener una fuerte expectativa, porque las cosas irán bien, a pesar de los contratiempos y de las frustraciones. Lo nuevo nos espera con los cambios. Lo bueno para los cubanos se puede oler ya. Seamos actores, protagonistas del drama que se nos presenta, porque en este momento no hay vuelta atrás. Para Cuba es el punto de no retorno.
Después solo nos quedará ser parte y proteger eso que pertenece a todos por igual: la libertad, la democracia y la nación.
Referencias
- 1.“Smallville” (Villa chica en español), es una serie de televisión estadounidense, empezó a emitirse el 16 de octubre de 2001. El exergo es tomado de una conversación de Lionel Luthor con Lex Luthor, niño, mientras viajan en un helicóptero.
- 2.“Cuba necesita una nueva Reforma Agraria que quite el dominio sobre la tierra al Estado latifundista y la redistribuya en propiedad a quien verdaderamente la trabaje” (Reinaldo Escobar. Periodista y bloguero independiente).
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Jesuhadín Pérez Valdés. (Pinar del Río, 1973).
Cofundador del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Reside en Pinar del Río. Cuba.