Las relaciones económicas entre España y Cuba no son fáciles de entender. El político conservador, Fraga Iribarne, solía decir que entre los dos países primaban los lazos de sangre, personales y familiares. Algo que oscurece que se está hablando de las relaciones entre una democracia liberal y moderna, España, con una dictadura comunista, Cuba. Es como mezclar agua y aceite. Pero ahí están los hechos. Y pese al bloqueo, España y Cuba mantienen un ámbito de relaciones económicas, comerciales, financieras, inversiones, empresariales, políticas, de primer nivel, al que ahora se le añade una sorprendente iniciativa a favor de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) cubanas. Sorprendente por su diseño, origen y forma de materializarse.
¿Debe España meterse en este lío? ¿Lo puede hacer realmente?
Respecto del diseño, la propuesta surge del gobierno español. Se trata de una iniciativa pública y privada, de esas que ahora triunfan en las políticas públicas de la Unión Europea, y como tal debe ser valorada. El pasado viernes 12 de mayo, en las instalaciones de Estudio 50 en La Habana, el consejero comercial de España en Cuba, un funcionario de la administración pública española, Manuel Casuso Romero, en un encuentro titulado “¿Cómo hacer negocios con España”? se dirigió a 50 empresarios privados cubanos para anunciarla intención de dar apoyo a las mipymes privadas cubanas interesadas en hacer negocios en España, y facilitar las vías para posibles inversores. Según Casuso, el objetivo de la iniciativa era que las mipymes seleccionadas en el proyecto, pudieran comprar y vender en España e invertir con empresas españolas.
Por su parte, el embajador de España en Cuba, Ángel Martín Peccis, que también asistió al encuentro, destacó la importancia de las mipymes en la economía y mostró su respaldo a la iniciativa. El embajador llegó a establecer un paralelismo de las mipymes cubanas con las pymes españolas, y dijo, al respecto “las mipymes son una gran oportunidad para Cuba; nuestra economía española funciona con pymes, tenemos casi tres millones en España que generan el 75% de empleos de trabajo (…) sin pymes la economía española no podría funcionar”.
Claro esto no es todo cierto. Las pymes españolas no tienen nada que ver con las cubanas, pero esto no apareció en el discurso del embajador. Por el contrario, dijo que se trata de una experiencia nueva para Cuba, por lo que “hay que mantener un diálogo constante”, que al final favorece los proyectos de vida personales y la economía del país.
El embajador anunció una próxima reunión muy importante en Madrid, de las cámaras de Comercio de Cuba y España, que se proyecta para septiembre u octubre, en colaboración con el régimen cubano, un gran encuentro con mipymes. Finalizó su intervención reconociendo que el proyecto no es fácil, y mucho más lanzar las mipymes en la situación financiera actual de Cuba, pero sentenció que “esperamos que las empresas españolas las ayuden a establecer negocios”, para volver a señalar que están “nuestras puertas abiertas a todos ustedes para fortalecer esta línea de trabajo”.
Previamente, el consejero comercial puntualizó que se ha dispuesto que el programa se concrete en tres sectores piloto elegidos, el alimentario, el tecnológico y el de las industrias culturales. Y que, a tal fin, se ha abierto un registro para la inscripción de mipymes cubanas en la embajada.
El plan, de concretarse, porque no se sabe si tiene que recibir el visto bueno de los dirigentes cubanos, está previsto que comience el mes de mayo e incluye, servicios de información a través de la Oficina Económica y Comercial de España y el establecimiento de una vía rápida para la emisión de visados de negocio.
Bien está lo que bien acaba, pero esta iniciativa de la consejería comercial española en Cuba merece algunos comentarios.
En primer lugar, empezar a construir una casa por el tejado no suele dar buenos resultados, de modo que habría que tener en cuenta si el plan está estructurado y puede llegar a término. Para eso, hay que superar un muro de obstáculos, trabas, limitaciones e imposiciones injustas del régimen cubano, de modo que no será fácil para cualquier mipyme cubana participar en esta iniciativa.
De ahí que se tiene la impresión de que serán pocos los elegidos, y despertarán todo tipo de interrogantes, sobre todo si se quiere empezar este mismo mes de mayo. El asunto se debió estar cocinando en secreto meses antes. Nada sale así del vacío, sin tratamiento previo. Habrá que saber quiénes son los elegidos. Hay apuestas para todos los gustos.
En segundo lugar, superada la barrera política de entrada, no cabe la menor duda que las mipymes que participen en el proyecto van a despertar, seguramente, temores de los dirigentes del régimen por las consecuencias de independencia, autonomía o desobediencia del poder político que puedan derivarse de este proceso. No obstante, parece evidente que los seleccionados pasarán todos los “filtros” necesarios para asegurar el control y dependencia de las autoridades, pero siempre en estos casos alguien puede escaparse, de modo que esta cuestión del temor no va a pasar a segundo plano. Incluso cuando los dirigentes cubanos piensan en la “fuga” de alguna de estas mipymes, como si fuera un artista o un deportista, no es plato de buen gusto.
En tercer lugar, la idea del consejero comercial español es crear condiciones para que las mipymes cubanas participen con sus homólogas españolas en determinados negocios. Esta participación va a exigir que se compensen gastos importantes (viajes, alojamiento, honorarios, organización, costes directos, publicidad, etc.). Muy bien, pero esto exigirá estirar el marco jurídico español que regula las subvenciones, que se dirige a subsidiar a entidades españolas, no extranjeras.
De hecho, habrá que buscar alguna fórmula como las becas de la fundación Carolina, y eso puede tomar tiempo. Si los subsidios no se han gestionado a tiempo, a ver cómo las mipymes se van a pagar los gastos. Vivir en España, no es barato. Además, dar la subvención a la empresa española para que pague a la cubana suena a subcontratación, y eso riñe con la política de subsidios. Ya veremos cómo arreglan todo esto.
En cuarto lugar, hay que tener en cuenta que, para estas mipymes cubanas, por muy interesante que sea el producto servicio que gestionen, operar en España no será fácil. Estoy pensando en las tecnológicas, que, en el caso español, cuentan con una regulación de primer nivel. Este es un sector con alta demanda de profesionales cualificados, que al concluir sus estudios se insertan en un 100% en las empresas que demandan sus servicios. ¿Es que se está pensando en la mipyme cubana como un proveedor de bajo coste? No es tan fácil. El régimen acaba de informar que las mipymes no podrán ofertar formación a precio, ya que esta actividad no está autorizada.
Para operar en este sector español, altamente competitivo, las mipymes cubanas tendrán que adaptarse en tiempo récord a un entorno fiscal, financiero, salarial, de responsabilidad social, etc. complejo, en muchos casos regido por normas y directivas de ámbito europeo, y que, con frecuencia, suele ser inspeccionado con detalle por los organismos que aquí se encargan de este tipo de actividades (hacienda, seguridad social, ayuntamientos, etc). Y luego está la cualificación exigida en los puestos, ciertamente diferente de la que poseen los profesionales cubanos graduados.
Esto lleva a la quinta cuestión, y es que no está claro que una iniciativa del gobierno, en este caso español, vaya a cumplir el objetivo de fortalecer a las mipymes cubanas que participen en la misma. En España hay un gobierno de izquierda cuyos integrantes piensan en términos similares a los del régimen cubano, aunque con convicciones democráticas. Ambos creen a ciegas que el papel del Estado y lo colectivo es mejor que lo privado e individual. Sin embargo, la experiencia confirma que no es con ayudas del gobierno como se fortalece un sector empresarial naciente, sino con un marco jurídico estable y respetable para la actividad económica. Y ese marco, por desgracia, no existe en Cuba.
Cierto hay empresas españolas operando en Cuba, pero lo hacen a elevados costes y asumiendo unos riesgos que para muchos son complicados de afrontar. No parece que hacer negocios con mipymes cubanas esté en la agenda de estas empresas españolas. Además, el desánimo cunde entre muchos de estos empresarios que aguantan por motivos más personales, que, de oportunidades reales de negocio, como lo confirma la enorme dependencia que tienen las operaciones comerciales españolas en Cuba del seguro de crédito a la exportación, por temor a impagos e incumplimientos del régimen. Que se pretenda lograr una participación similar de mipymes cubanas en España podría estar bien, pero no pasa de ser una ilusión naif, que no llega a ningún sitio.
Y no llega porque el régimen de Cuba es el que autorizará a las mipymes a participar en este proyecto que, en todo caso, está pensando para números reducidos, tal vez media docena de las más de 7.000 que según el régimen, operan en la Isla.
Pero es que este programa, de implementarse, necesitará igualmente de la participación consular en la gestión de los permisos de entrada a España. De manera especial, Antonio Álvarez Barthe, cónsul general de España en La Habana, explicó los protocolos de visados de estancia para viajes de negocios. Señaló al respecto que la sección consular está al servicio del proyecto y por tanto el visado como instrumento que apoya esa política de respaldo a las mipymes, se basará en un más fácil y ágil, que exigirá el requisito que la mipyme solicitante de visado esté registrada en la referida base de datos y tenga una invitación de una empresa española, también registrada, que sería contraparte. Hay que advertir en este punto que una cosa es la mipyme pero otra bien distinta son las personas que la componen, y ahí existen normas Schengen de obligado cumplimiento.
Al finalizar el acto, el presidente de la AEEC, Joaquín Samperio Sañudo, expuso que esta organización representa a cadenas hoteleras, proveedores, sectores de todo tipo que están presentes en Cuba y ofreció facilidades a mipymes y emprendedores cubanos para que acudan a establecer contacto con esos empresarios españoles. Señaló que la AEEC, en conjunto con la Cámara de Comercio de la República de Cuba, está organizando encuentros sectoriales en ramas tales como agroalimentaria, transporte y energías renovables, entre otras, y “queremos que se involucre a mipymes que trabajan en esos sectores”.
Una última reflexión al gobierno español. Si realmente quiere hacer algo por las mipymes cubanas debería recordar la confiscación masiva de 1968 contra miles de ciudadanos españoles que tenían pequeños negocios en Cuba y que fueron expropiados en la llamada ofensiva revolucionaria.
Muchos de aquellos españoles se quedaron sin recursos económicos para afrontar su vejez, después de una larga vida de trabajo y ahorro en la Isla, y retornaron a España para recibir las migajas de una asistencia social que, en aquellos años, no tenía los niveles actuales.
A estos españoles confiscados por el mismo régimen que sigue dirigiendo los destinos de Cuba, nunca se les compensó realmente, por muchos contenedores de abalorios y marisco putrefacto que llegaran a España a mediados de los años 80 tras la buena relación de Felipe González con el regimen cubano. Pero claro, aquellos eran otros tiempos.
España está facultada para participar en el fomento de la actividad de las mipymes cubanas. Se desconoce si lo hará como proyecto de cooperación al desarrollo, iniciativa de apoyo a los vínculos internacionales de las empresas españolas, o simplemente como un programa informativo y de orientación. Cualquiera que sea la vía elegida, el visto bueno de esta operación y el control de los participantes, entre otros, lo tendrán que dar en La Habana.
Algo nuevo siempre tiene los retos asociados a la innovación, de modo que igual sale mal la iniciativa o, incluso, puede provocar resultados contrarios a los esperados. La pyme española por su dimensión, especialización, localización espacial, organización jurídica, estructura patrimonial no está especialmente interesada en este tipo de iniciativas de cooperación, y mucho menos con mipymes cubanas. A lo mejor no es cierto, y se descubre un campo importante para el desarrollo de las iniciativas de colaboración. Habrá que estar atentos a los resultados de este proyecto.
- Elías M. Amor Bravo.
- Analista cubano y especialista en formación profesional y empresarial.
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales. Máster en gestión pública directiva. - Director de la Fundación Servicio Valenciano de Empleo. Director general de formación y cualificación profesional. Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia.
- Reside en Valencia, España.