¿Por qué sembrar odio en Cuba?

Por Juan Carlos Fernández Hernández
Más que la caña, más que el tabaco, el turismo o las mulatas, mucho más que el marabú, crece en Cuba una mala hierba que hay que desterrar para siempre de nuestra realidad y que mina nuestro presente y futuro.
Esta es la mala hierba del odio.
Odio: (Del latín odium).m. Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea.

'No más violencia'

‘No más violencia’

Día a día veo, leo y escucho diferentes opiniones, tesis y valoraciones del acontecer cubano, apreciando en ellas tanto la simple sabiduría popular como la académica, cada una de ellas con sus razones, desazones, sinrazones y pasiones. Pero algo que no encuentro muy a menudo en estos discursos de cátedra popular o institucional es la mención del odio como parte protagónica de muchas de nuestras desventuras pasadas recientes y presentes y que jugara un papel preponderante en nuestro futuro que desde ya se está labrando.

Percibo, y no soy el único ni mucho menos, con mucha preocupación, algo que todos ven y saben pero casi ni se menciona en artículo alguno: El odio que se inyecta consciente e inconscientemente en la mente y vida cotidiana de los cubanos.
Todos y cada uno de nosotros llevamos dentro este (sentimiento), (valor- contra- valor), pero en nosotros radica la decisión de potenciarlo o minimizarlo, siempre y cuando seamos lo verdaderamente libres como para decidir por nosotros mismos qué es bueno y qué es malo para el ser humano en general. Pero cuando un poder superior a nosotros, simples ciudadanos, nos impone manipuladoramente una supuesta verdad, día a día inyectada en todas las esferas de la vida, esto pasa a ser dogma de nuestras vidas y todo aquel que piense diferente se convierte en enemigo jurado. Por tanto, para muchos odiar se convierte en sobrevivir, aunque ello represente pasarle por arriba a cualquiera.
Enseñanza metodológica del odio.
Esto consiste en inducir e incentivar el odio en todos los sectores de la población por cualquier vía. Pienso ahora en la célebre novela de George Orwell ¨1984¨, en ella se describe magistralmente la metodología del odio cultivado día a día, cuando todas las personas, especialmente niños y jóvenes, tenían que pasar 15 minutos delante de la pantalla del televisor, cine, etc., viendo la imagen del supuesto enemigo público número 1, al cual se debía odiar con todo el corazón, pues era la personificación del mal y la desgracia que padecía el país. Nadie lo había visto personalmente, y por lo tanto no sabían a ciencia cierta cuáles eran sus sentimientos, intenciones e ideales para con el país, pero la propaganda lo presentaba la causa de todos los males y desgracias, presentes y futuras: era el enemigo.
En nuestro país hace más de cincuenta años, con razón o sin ella, se le achacan todas las calamidades que ocurren a los Estados Unidos de América, especialmente a sus administraciones, por cierto, elegidas por el propio pueblo estadounidense, y a sus supuestos subordinados que somos todas aquellas personas que pensamos y expresamos ideas diferentes a las del gobierno insular.
Se tiene la impresión que en cualquier momento los marines desembarcarán por el malecón habanero si nos descuidamos.
Con pesar palpo cómo desde pequeños se nos instruye en que la mejor manera de amar a nuestra tierra es odiandotodo lo que amenace nuestra integridad e independencia”, incluyendo en esta nefasta categoría cualquier crítica al sistema o propuesta de cambio: venga de adentro o de fuera de nuestras fronteras. Para ello se escogen frases de próceres de nuestra independencia llevándolas a un contexto fuera de su realidad temporal y significado. Se repite día a día que nuestro país es el único en el mundo con justicia e igualdad. Se dice que es el primer país libre de América, dando por sentado con esta aseveración que ningún país de América Latina lo es, pretendiendo con esto restarles autoridad moral a los gobernantes de esas naciones cuando exigen respeto para los derechos humanos en nuestro país.
Así mismo todos los que en la isla promueven ideas que no son afines a las del gobierno se les tacha de mercenarios, traidores o vendepatrias, parias que al fin y al cabo no merecen vivir y se lanzan contra estos compatriotas a otros cubanos, que en la mayoría de los casos, ni tan siquiera conocen quiénes son las personas a las que se está repudiando, solo les han dicho que no sirven, que son gusanos de la más baja calaña y que se les tiene que dar una lección. Se les tiene que odiar. Es por esto que se amenaza, se hostiga, se golpea y se detiene a una madre que desea visitar la tumba de su hijo, a madres y esposas que exigen la libertad para sus hijos y esposos encarcelados por pensar y expresar sus ideas, blogueros(as) que solo exponen en sus sitios de Internet la realidad que vivimos los cubanos, opositores políticos pacíficos que promueven sus proyectos, defensores de los derechos humanos que realizan su labor de escrutinio en medio de la sociedad civil, etc.
¿Qué gana con ello el gobierno cubano? ¿Miedo de todos? Sí. Pero entre el miedo y el odio existe una delgada línea que no es difícil de cruzar. Además a quien se odia no se le puede amar. Aunque da la impresión que esto lo saben los que dirigen los destinos nacionales y prefieren que les teman. Craso error.
Las amenazas y las golpizas, solo continuarán llevando el estado de las cosas hasta niveles altamente peligrosos que ya nos están costando a todos.
Las consecuencias de este adoctrinamiento se palpa a diario en nuestros hogares, cuadras, barrios, en el país entero, la espiral de violencia va en aumento y nadie sabe en lo que pueda desembocar.
Las autoridades cubanas hablan de penas más severas, pero esto parece no surtir efecto alguno, o sí, el efecto es de más ingresos a los centros penitenciarios del país. Aumentan los casos de violencia doméstica y en las escuelas los antiguos duelos de caballeros se han convertido en verdaderas batallas campales con un alto índice de lesionados. Otro aspecto de esta situación es el gradual aumento de los suicidios, siendo los ancianos y los jóvenes los que encabezan la lista de tan triste hit parade. La violencia verbal es comidilla diaria, en todos los estamentos de nuestra sociedad, esta variedad de violencia es poco abordada ya que no produce daño físico externo, su llaga es interna y muchas veces no tiene cura, es en lo más profundo psiquis de las víctimas y también en las del victimario.
El extremo de este accionar es la muerte causada por la intolerancia o la violencia primitiva de una turba acéfala que solo cumple, como autómata, órdenes de golpear y reprimir.
Por supuesto que nada de esto conducirá al país a salir del abismo en que se encuentra. Por el contrario, involucionamos y nos alejamos de la esperanza y la conciliación.
Esto, groso modo, es un panorama que todos los cubanos conocemos muy bien porque lo vivimos en mayor o menor medida. Creo firmemente que una mejor solución para este mal que aqueja a nuestra sociedad no la vamos a encontrar enviando a más personas a las cárceles y agrediendo y apaleando en las calles a compatriotas por el simple hecho de pensar con cabeza propia. Cuba y los cubanos nos hemos caracterizado por ser un pueblo pacífico y acogedor, educando en y para la libertad, dando participación verdadera a los ciudadanos en las decisiones que nos afectan a todos, ofreciendo verdaderos espacios de libertad y respeto por el otro es el camino que nos propone el Apóstol, nuestro, de todos, José Martí, que hasta para sus enemigos cultivaba la rosa blanca.
Toda estrategia, sea económica, cultural, política, religiosa o social que ignore para quién está pensada, que en definitiva es el ser humano con todas sus dimensiones, está llamada al fracaso, mucho más si su fundamento y estamento son el odio, la revancha y la venganza con la llama de la violencia protagonizando el espectáculo, triste espectáculo.
Una real apertura de la sociedad donde todos puedan opinar sin miedos, en fin, una sociedad que promueva la convivencia en la diversidad, nunca la exclusión, es cuando menos un primer remedio contra esta plaga que amenaza con ir contagiando los corazones de los cubanos.
Una sociedad en la que la voz de un solo ciudadano sea tan respetada y tenida en cuenta como la de millones. Una sociedad que no sea un campamento militar sino campo de democracia y derecho.
¿Es tan difícil lograr esto entre cubanos?
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