¿Por qué el miedo a vivir sin la libreta de abastecimiento?

Por Karina Gálvez
Libreta de abastecimiento de la población.

Libreta de abastecimiento de la población.
Nadie en Cuba duda de la necesidad de los cambios. Pero, cuando se anuncia alguno, es como si se removiera el piso por el que andamos. Parece que nos contradecimos. Cambios sí pero… ¿no ahora?¿No así?. Rebelarnos ante los cambios no significa que no los queramos, sino que nos asustan. Para pasar por encima de ese miedo hace falta definirlo. Cada cambio no puede producirse solo.
Hace tiempo que los cubanos solo recibimos malas noticias al final de cada año. Ahora estamos esperando nuevas leyes que nadie ha anunciado oficialmente, pero que como es costumbre desde hace unos meses, se comenta en la prensa y en la calle. Se ha hecho normal que la noticia la den los periodistas y no el gobierno.
La noticia de la posibilidad de que quiten la libreta de racionamiento tiene a muchos muy consternados. Es normal que provoque miedo, pero parece una contradicción.
Llevamos tiempo quejándonos de que los productos normados no significan casi nada para el sostenimiento de una familia. ¿Por qué nos da casi pánico la desaparición de la libreta de racionamiento? ¿Queremos o no queremos cambios? Como siempre que uno tiene miedo, lo mejor es identificar bien a qué. Estas pueden ser algunas causas de ese temor:
La posibilidad de adquirir esos productos que el Estado llama “subsidiados” (coincido con Luis A. García en su carta abierta a Lázaro Barredo, no son tales) representa la seguridad de principios de mes. Y es muy difícil “desintalarse”, perder cierta seguridad, por muy poca que sea. A pesar de llevar más de medio siglo (o precisamente por eso), sufriendo las consecuencias del paternalismo en nuestras personas, en nuestros bolsillos y en nuestras mesas, nos asusta la independencia. Es la misma razón por la que la gente en Cuba no deja los trabajos en los que el salario es mísero, o en los que somos tratados como siervos. Tener la seguridad de que recibiremos algo que no tendremos que conseguir mediante la ilegalidad, que no tendremos que “inventar”. Los productos que se venden por esta libreta son los únicos alcanzables con el salario devengado. Y aunque la mayoría de las familias vive buena parte del mes “inventando”, los productos normados le ofrecen una sensación de seguridad que da miedo perder.
Otra causa del miedo a que desaparezca la “libreta”, es que habrá núcleos familiares que realmente perderán la oportunidad de adquirir su canasta básica y caerán en la más absoluta miseria. Actualmente muchas familias limitan su consumo a muy poco por encima de lo que adquieren a precios de productos normados. Esta limitación está ya por debajo de las necesidades de cualquier persona, pero las personas que no reciben remesas o no tienen un trabajo “paralelo” al oficial (ilegal, por supuesto) no pueden adquirir lo que necesitan. Son familias que pasan hambre. Sin el racionamiento esta situación se agudizará.
Creo que también da miedo aceptar que este Estado socialista ya no tiene en primer lugar a los humildes, a los que trabajan, a los que cumplen con su concepto de honestidad. No es fácil reconocer que el Estado tomará una medida que dejará sin argumentos al que quiere defender todavía la legitimidad del monopolio estatal. Los mejores intencionados buscan soluciones en las que nadie se quede desamparado.
He leído opiniones sobre el anuncio de eliminar la libreta de racionamiento que proponen el amparo de las familias con determinadas condiciones de vida: que no reciban remesas, los salarios estén por debajo de lo necesario, ancianos desprovistos de medios, sin amparo de otros familiares y no sé cuántas consideraciones más. El problema está en determinar quiénes están verdaderamente en esta situación.
Para que tengamos una idea de lo que debe consumir una familia en un mes, les propongo este cálculo personal de lo que una persona consumiría si solo hiciera dos comidas diarias que es lo menos que establece la cultura alimentaria en Cuba y teniendo en cuenta los precios actuales en el mercado estatal, fuera del normado, es decir, los precios de los productos que no se venden por la “libreta”, en Pinar del Río:
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En el cálculo anterior no se consideraron las necesidades de los siguientes productos que solo podrían alcanzarse, de desaparecer la libreta, en el mercado por divisas:
Aceite de cocina.
Leche
Azúcar
Sal
Jabón y otros productos de aseo (detergente, champú)
Calzado y vestido
Tampoco se ha tenido en cuenta el pago de la electricidad y el agua. No consideramos una enfermedad imprevista que obligue a comprar medicinas. Ni el transporte diario hacia el centro de trabajo.
Suponemos además que la persona de la que hablamos no tiene familia que dependa de ella y que se ofrezcan estos productos en el mercado estatal cuando alguien los necesite, pues los precios del mercado particular autorizado se duplican (puede encontrarse la libra de arroz a $5,00 y la de frijoles $12,00).
No se ha tenido en cuenta en este cálculo el consumo diario que necesita como mínimo una persona para tener una alimentación sana, balanceada, de proteínas o carbohidratos.
Sí, es de susto.
Si el Estado decide mantener con cierto subsidio el sostén de las familias que lo necesiten tendrá que tener en cuenta a aquellos núcleos familiares que tengan un ingreso por debajo de los $500.00 percápita.
No me parece que sea posible considerar las remesas como fuente de ingreso que exima al Estado de responsabilidad sobre algunos núcleos familiares. Porque, ¿cómo estar seguros de que una familia recibe remesas? Existen familias divididas físicamente y también espiritualmente. Hijos que no atienden a los padres, padres que no se ocupan de sus hijos. Por lo tanto tener familia fuera de Cuba no es garantía de recibir remesas. Bien es sabido, además, que no se reciben remesas solo por vías oficiales.
Un cambio necesita otros cambios
Cualquier cambio necesita de otros cambios que lo sostengan. No podemos asumir un cambio económico, como es la desaparición de la libreta de racionamiento, aunque lo queramos, sin cambios de salario, de precios, de abastecimientos; suponiendo que no haya cambios de propiedad o de sistema, que es lo verdaderamente necesario.
Nadie se asustaría con la desaparición de la libreta de racionamiento si viniera acompañada de la libertad de iniciativa emprendedora, de la libertad para trabajar, de oportunidades reales de ganarse el sustento propio y de la familia. Esto es evidente si pensamos en los miles de cubanos y cubanas que se escapan de este país sin sentir miedo de dejar la libreta de racionamiento.
El miedo a que desaparezca esta especie de símbolo socialista no significa una contradicción en los cubanos. Sí queremos que desaparezca, sí queremos cambios como ese. Solo que los verdaderos cambios no pueden ser superficiales. Tal como el cambio en Cuba pasa por el cambio en el corazón de cada cubano, la desaparición de la libreta de racionamiento tiene que venir acompañada de la desaparición del freno a la iniciativa personal y al espíritu emprendedor de cada cubano. Desaparecerá, junto con la absurda libreta, el miedo.
Karina Gálvez Chiu (Pinar del Río, 1968)
Licenciada en Economía. Profesora de Finanzas.
Fue responsable del Grupo de economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Vive y trabaja en Pinar del Río.
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