“Son democráticas aquellas naciones en donde todavía,
cualquiera que sean las injusticias y abusos,
los hombres pueden reunirse con libertad
y expresar sin miedo su reprobación y asco.”
Octavio Paz
Por Raúl Luis Risco Pérez
En Cuba se dio a conocer por todos los medios de comunicación que el día 28 de febrero se firmaron en las Naciones Unidas los Pactos de Derechos Humanos. Una mirada dos años después desde el interior de la Isla da la medida de lo sucedido.
El entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Sr. Felipe Pérez Roque, en presencia de Mbaidjol Ngonlandie, director de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, firmó en nombre de la nación, el 28 de febrero de 2008 los Pactos Internacionales de Derechos Civiles, Políticos, Económicos, Sociales y Culturales, pactos aprobados por la Asamblea General en 1966, que entraron en vigor el 23 de marzo de 1976. Por aquellos días, muchos cubanos y cubanas pensaban que el gobierno de Raúl Castro daría pasos importantes en relación al respeto por los derechos humanos en Cuba.
Estoy entre los que estábamos convencidos de que la firma no sería más que una maniobra de engaño y entretenimiento, para ganar tiempo, no solo dirigida al pueblo cubano sino también al resto de las naciones. Siempre he estado seguro que el gobierno de la Isla, como hasta hoy lo ha hecho, no está dispuesto a detener la larga trayectoria de violaciones de los derechos consignados en dichos Pactos.
El proyecto cubano, que se ha definido y actuado desde su misma entrada en escena como totalitario y excluyente, es muy difícil que reoriente sus pasos hacia una democracia pluripartidista y representativa, única forma de gobierno capaz de proteger los derechos enunciados en los Pactos.
Al no ratificar la firma de los Pactos, el gobierno de la Isla no está obligado legalmente a cumplirlos y orientar sus leyes en el sentido de la protección de los derechos humanos que establecen estos Pactos. Ya se cumplen dos años de la suscripción de dichos documentos y el gobierno no los ha ratificado.
¿Cuál es el obstáculo? El gobierno se vería obligado a un reordenamiento de las leyes, a dar a conocer al pueblo cuáles son sus derechos prohibidos, pisoteados, violados y reprimidos durante más de medio siglo.
El cubano no conoce los Pactos, por eso el gobierno de la Isla, viola sistemáticamente los derechos del pueblo y éste, que los desconoce, considera todo normal, de lo contrario estarían expuestos a perder el poder al que se han aferrado y no están dispuestos a perderlo.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha dictado que el hombre, privado de los derechos reconocidos en estos Pactos no representa a la persona humana como ideal de hombre libre. Cabe entonces preguntarse:
Si el gobierno de la Isla firma los Pactos pero no los ratifica, por tanto los desconoce; si se continúa reprimiendo y encarcelando por los más simples motivos; si no nos está permitida la libertad de expresión, reunión, ni asociación; si no existen instituciones verdaderamente democráticas, ni organismo defensor de los derechos humanos, todo queda en la impunidad, mientras los hombres permanecen injustamente en las cárceles y a los sancionados enfermos les maltratan, ¿dónde está la dignidad de la persona humana?
Si permanecen en prisión más de 200 hombres por el simple hecho de pensar diferente al gobierno y tratar de hacer valer sus derechos; si se tortura y se somete a los sancionados cubanos , pero sobre todo a los presos políticos a tratos crueles, inhumanos y degradantes; si los cubanos no pueden salir y regresar libremente al país; si a cientos de hijos de este pueblo se les prohíbe arbitrariamente regresar a su patria; si los tribunales son parciales, porque son dependientes; si además los tres poderes se concentran bajo la dirección de una persona y la única forma eficaz contra el despotismo es la separación e independencia de estos tres poderes; si no existe garantías al debido proceso fundamentalmente contra la oposición pacífica al ser encausados, ¿dónde está la dignidad de la persona humana?
Si somos objeto de injerencias arbitrarias e ilegales en nuestras vidas privadas; si no tenemos derecho a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas sin considerar fronteras por cualquier medio; si se incita al pueblo a la hostilidad y al odio contra la oposición pacífica; si no se permite la libre sindicación; si la familia está dividida y al servicio del Estado y no a la inversa; si no existen elecciones libres para que todos tengamos acceso en igualdad de condiciones a las funciones públicas del país; si todos no tenemos por igual protección ante la ley; si cualquier iniciativa social, cultural o económica es restringida y en muchos casos reprimida cuando no responde a los intereses del gobierno; si las fuerzas productivas se mantienen cautivas y no se liberan; si tenemos una constitución excluyente ideologizada e incompatible con un sistema democrático ya que es una carta plagada de contradicciones (los derechos que otorga en un artículo los constriñe o anula en otros) diga lo que diga cualquier constitución, no hay respeto a la dignidad humana donde no hay democracia práctica y plural y donde por lo tanto los seres humanos no tienen libertad de expresión y asociación ni derecho a su propio cuerpo, casa, recuerdos, papeles y libros si no existe un Estado de derecho, ¿dónde está la dignidad de la persona humana?
El pueblo cubano, en mi opinión personal, no es solo víctima del totalitarismo imperante en la Isla, sino también en gran medida responsable de que por más de cincuenta años perdure este estado de cosas.
Ante esta triste realidad que vive el pueblo cubano, ¿puede algún ser racional y honesto afirmar que en Cuba se respetan los derechos humanos?¿pueden los gobiernos democráticos y las Naciones Unidas mantenerse impasibles?
Raúl Luis Risco Pérez (Camagüey, 1956).
Ex-Teniente Coronel del MININT.
Expreso Político.
Presidente Comité Nacional Pro-Amnistía.
Licenciado en Derecho.
Residente en Pinar del Río.