Despedida de duelo, réquiem para una obra de arte o grito de espanto frente a la propia imagen de una ciudad abandonada a su suerte entre la cal mortuoria y las tiendas para la recaudación de divisas para subvencionar no se sabe qué cosa.
Por Wilfredo Denies Valdés
El edificio de perfecto Art-Noveau, conocido por el Hotel Comercio, situado en el mismo corazón de la capital pinareña, es la única muestra representativa de este siglo de valor arquitectónico, aunque hay algunos de estos elementos aislados en otras edificaciones. Sus ruinas actuales son un grito a la conciencia de la ciudadanía y las autoridades de Pinar del Río. No solo porque brinda en silencio una catastrófica imagen de la Ciudad en su intersección central, sino que muestra la desidia y la falta de profesionalidad de sucesivas direcciones del Gobierno, el partido y los conservadores de la Ciudad.
Mientras, a su alrededor se han rescatado y convertido en “shoppings” otros edificios de escaso o ningún valor arquitectónico. Pero son vulgares centros de recaudación de divisas. Esas sí han movido la recuperación de la principal calle de Pinar.
La historia del edificio Art Noveau de El Hotel Comercio, se remonta a mediados del siglo pasado. Ya en el año 1870 existía en ese lugar una casona de embarrado y tejas en donde estaba ubicada una tienda mixta conocida por El Navío, propiedad de Marcelino González y hermanos.
De 1880 a 1883, en esta esquina de Martí y Vélez Caviedes, se ubica, en dicha casona, la capilla provisional de la Iglesia parroquial de San Rosendo, al ser efectuada la demolición del segundo templo parroquial que estaba ubicado en la entonces Plaza de Armas hoy Parque de Independencia, mientras se termina de construir la actual Iglesia, el tercer templo parroquial de Pinar del Río, que el 11 de diciembre de 1903, al erigirse la Diócesis y Obispado de esta provincia, devendría en la actual Iglesia Catedral, situada ya en su definitivo lugar de la esquina de Maceo y Vélez Caviedes.
En 1876 la propiedad de Marcelino y Hermanos se disolvió, quedando solo Marcelino instalado en ese lugar que tomó el nombre de Los Muchachos.
Al fallecer Marcelino, esta casa pasa por herencia a la señora Prudencia González, quien la vende a Gustavo García Artidiello por la cantidad de 17 000 pesos oro español, con fecha nueve de diciembre de 1891.
La vieja casona, fue demolida para construir en su lugar el edificio conocido en aquel entonces como Palacio Gustavo. Este se terminó de construir en el año 1904.
Los altos del edificio fueron destinados para hotel y restaurant. La escalera estaba situada por la calle Martí por donde se encuentra actualmente el expendio de café. En los bajos se situó un almacén de víveres conocido con el apellido de su dueño: Inclán. En la misma esquina del edificio estaba situado un expendio de gasolina. Desaparecido el almacén Inclán comenzó a funcionar La Glorieta Cubana, dedicada a sastrería y peletería: propiedad de Francisco Fernández.
En la planta baja, donde se encuentra actualmente La Rosita, estaba situada una tienda de ropa conocida por El Volcán de Pulido, posteriormente la tienda de ropa Los Estados Unidos, de los hermanos Canfús. Donde está El Paraíso funcionó también un establecimiento dedicado a la venta de instrumentos musicales. Donde se encuentra el actual salón de exposición de Cultura estaba ubicada la tienda mixta El Arca de Noé de Silvano Lavín y posteriormente La Casa Grimal de cristalería fina.
Al fondo del edificio se encontraba la destilería La Pinolera y la valla de gallos La Nueva, cuya entrada era por Vélez Caviedes.
En 1932 el edificio fue restaurado, sufriendo distintas modificaciones. Fue convertido en restaurante cocina, una inmensa cancha para la venta de bebidas y licores y posteriormente las oficinas de la Inalámbrica, venta de boletos para los Ómnibus Especiales que cubrían las rutas de Pinar del Río a La Habana y cuya piquera se encontraba al costado del edificio.
La entrada situada por la calle Martí fue sustituida por una bella escalera de mármol entre el restaurante y la cancha, que conducía a las habitaciones del hotel. A partir de esa fecha cambiaría el nombre de Palacio de Gustavo por el de Hotel Comercio.
Al costado del edificio por la calle Vélez Caviedes, estuvo ubicado el periódico El Heraldo Pinareño, la fonda La Occidental, carnicería, pescadería, barbería y consultoría de comercio y una compañía de seguros.
Al fallecer Gustavo García Artidiello, a finales de la década del 40 este edificio pasó por herencia a su esposa María Consuelo Inclán y a sus hijos Gustavo, María del Consuelo, Violeta y Guido por escritura de 3 de octubre de 1940.
Y por último el 13 de noviembre de 1958 este edificio pasó a la propiedad de Gustavo García Inclán y su esposa Alicia Bretaña Lanuza, por compra y venta a sus hermanos herederos por la cantidad de 40 000 pesos.
Hoy yacen las ruinas del Hotel Comercio como un esqueleto fantasmagórico enseñando las oscuras concavidades de sus puertas y ventanales canivaleados para utilizar su madera preciosa, y sus amenazantes ruinas, unas veces cercadas para evitar la catástrofe mayor y otras veces, cuando hay visitas o festividades, pierde la cerca protectora y recibe un poco de cal piadosa como la que se echa sobre los restos mortales para evitar su hedor y total descomposición.
Pobre centro de Pinar del Río y pobre Hotel El Comercio, ya desahuciado. Sea este artículo como la despedida de duelo de la más completa joya de art noveau. En vida fue un multifacético centro vital de la ciudad y ahora es el espejo donde cada pinareño y todos los visitantes pueden contemplar el verdadero rostro de estos últimos 50 años en nuestras vidas personales y en la vida de la que al revés del cuento infantil, hoy más que nunca involucionó, hasta más atrás de su pasado, para volver a ser la cenicienta de Cuba.
Wilfredo Denie Valdés (Pinar del Río, 1926)
Periodista. Lic. en Historia. Historiador de la ciudad durante mucho tiempo.
Fundador del Movimiento 26 de Julio en su provincia. Ex-Director del Instituto de Amistad con los Pueblos en P. del Río.