Política – Tras el rastro de la democracia

Muro de Berlín despues de 1989.

Muro de Berlín despues de 1989.
Muchos cabos están sueltos incluso en las más experimentadas democracias occidentales. Algo les falla desde dentro. Algo limita su sentido de justicia, de igualdad de derecho, de pluralidad. Una breve incursión por los anales de las democracias históricas. El análisis somático de algunas de sus particularidades y el juicio crítico sobre lo que, en nuestros días, se sobreentiende sobre democracia.
Por Jesuhadín Pérez Valdés
Cuando hablamos sobre las raíces de la democracia inevitablemente pensamos en Atenas. Luchas y demandas de demiurgos y geómorosa que fabricaron reformadores como Dracón, Solón y Clístenes; este último afirmó las bases institucionales y los principios de la democracia1. Una evolución política que estuvo acompañada de bonanza económica y apertura cultural; hasta ahí perfecto, pero ¿representaba el demosb antiguo los intereses de toda aquella sociedad?2
Los atenienses, para este tiempo, no necesitan tener el bendito aretéc, especie de gracia congénita que solo los eupátridas poseen, para asumir poderes públicos3; esta es sin dudas, una gran conquista, pero… ¿de qué atenienses hablamos? “Democracia” es una cosa y poder de “todos”, otra bien distinta.
En la época de Pericles4 (495-429 a.C.) llamada por muchos la época dorada de Grecia, ni los esclavos, ni las mujeres, ni los periecosd, ni los metecose, ni los eupátridasf mismos, podían ocupar lugares en los órganos estatales principales. Sólo uno de cada 14 individuos en Atenas tenía derechos civiles.5 El concepto no engañaba a nadie. No se defendía el poder de los esclavos, ni de los periecos, ni de los eupátridas, ni de las mujeres. Democracia era exclusivamente eso: poder del demos. Y el concepto de demos era absolutamente excluyente.6
Otro tanto hizo Roma. Elaboró, inspirada en Grecia, un modelo nuevo de poder que echara por tierra la arrogancia de los favorecidos. Nace entonces la resg públicae; objeto de todos, cosa pública, asunto del populush… y tampoco mienten los significados. Atañe al populus, solo al populus; ni esclavos, ni mujeres, ni dediticiosi, ni peregrinos y, en un principio, ni siquiera plebeyosj. Entonces la cosa de todos, no era cosa de todos.7
Mucho después la Francia revolucionaria retomaría el vocablo. Lo acuñaría dándole un significado nacional que no se correspondía con la intención política original. El demos no existía en la Francia del siglo XVIII, era la burguesía la nueva fuerza. Una burguesía que actuaba y se apropiaba de una representación histórica para utilizarla como instrumento en su lucha por el poder. La intención era estratégica y el término se manipuló. ¿Era la nueva burguesía la encarnación del poder de todos? ¿Fue acaso la ideología jacobina, la más recurrente al manejar el término del demos popular, personalizada en el Comité de Salvación Pública una cosa de todos, un gobierno para todos, o un poder de todos? Definitivamente no. Durante el periodo revolucionario radical el demos-populus lo conformaban lossans-culottesk. Era un gobierno para los sans-culottes. Y durante el periodo revolucionario en general, desde la Bastilla hasta el desplome del Directorio, el poder osciló como un péndulo. Y en cada bandazo se gobernó dejando enormes brechas por donde quedaban desprotegidos importantes sectores sociales. Ora los campesinos, ora los terratenientes, ora los pequeños comerciantes, ora la iglesia, ora la nobleza histórica, ora los propios sans-culotes
Rompe el siglo XX con una nueva esperanza. Las monarquías decadentes europeas colisionan. Se fragmenta y debilita el escenario político. De sus cenizas surgen nuevos movimientos revolucionarios soplados por filósofos y comuneros. Es la época de la clase obrera. Del proletariadol.
Proletariado numeroso, traicionado por su aliada de 1789 la burguesía, que para el siglo en curso ya se había titulado de ramera emérita, dejándole abandonado a la vera de la historia como un despojo; la hoja oxidada de un viejo sable que en tiempos de paz pesa demasiado para desyerbar los predios. Necesita el puño en su mango para sentirse alguien de nuevo, para conquistar la dignidad perdida. Un discípulo de Marx, hábil, consciente y necesitado de aquella fuerza bruta le empuña. Y como ave fénix sale volando de nuevo el término; se pule, se adapta a las nuevas circunstancias.
Democracia de los sovietsll se llama al principio, democracia popular se llamará después. Y las palabras volvieron a sonar excluyentes. Kulaksm, comerciantes, judíos, religiosos, opositores políticos, aristócratas, miembros de los cuerpos militares zaristas quedan fuera… Truenan los cañones de los fusiles, caen las cabezas de los símbolos monárquicos, no son Luises, pero son Nicolases, es sangre azul y para los nuevos “demócratas” es sangre prohibida. Rechinan las puertas de los gulagsn. Siberia se llena de los nuevos periecos, eupátridas, dediticios y plebeyos. La historia se repite…
… y se repite y se repite hasta el cansancio. Llegan los sufridos, los desplazados, repletos de rencor y desagravio, conquistan el poder, prometen y gobiernan en nombre de una democracia excluyente y falsa. Parodian la república con una res-públicae que es patrimonio de unos pocos, mientras los demás pierden sus derechos civiles, sufren represión, indefensión y abandono social. No hay república si el “todos” no es cosa de todos; o será res-públicae romana con peregriniñ, esclavos y espúreoso, o demos-cracia con periecos, eupátridas y forasteros.
No es esta la democracia que demandamos ¿o sí?
He sabido de militares que llegan al poder para crear gobiernos militares. He sabido que ricos hombres de negocios llegan al poder para crear gobiernos privatizadores. He visto caudillos llegar al poder para crear cultos y dinastías sucesorias. He visto populistas que han gobernado para los pobres, los indígenas, los obreros y campesinos humildes y han creado gobiernos proletarios. Y católicos, y musulmanes, y fascistas, y protestantes, y revolucionarios que han gobernado para sus respectivas ideologías, que han defendido proyectos partidistas, creencias filosóficas… Pero es que los pueblos no están hechos exclusivamente de una sola clase, ni comulgan una sola ideología, ni conforman un único culto.
No existen pueblos de soldados, ni existen pueblos accionistas, ni existen pueblos súbditos, ni existen pueblos absolutamente proletarios. Ni católicos, ni musulmanes, ni fascistas, ni revolucionarios. Los pueblos no son amalgama informe. Su identidad, su arraigo, sus creencias y concepciones son plurales. Y lo son por las diferencias naturales que conforman la psicología del ser humano individual, social y político; por sus experiencias históricas, sus costumbres, su cultura, su modus vivendi. Es imposible encerrar en un círculo de lápiz un pueblo entero y sentenciar: estos son ateos, estos son liberales, estos son proletarios, estos son cristianos. Y gobernar y crear mecanismos de poder, recursos de poder; llámense leyes, programas, órganos, métodos y técnicas políticas, partiendo de anticientíficos criterios igualitaristas.
No es llegar a gobernar por y para un grupo, una clase, una cultura, una ideología. No. La democracia moderna no puede ser copia al carbón de la atenea. La república contemporánea no puede heredar las malformaciones de la románica, aunque sean ellos los que la hayan inventado.
Algunos pensarán que es un problema genético del tercer mundo, pero el tercer mundo no tiene la exclusiva. La vieja Europa empaqueta inmigrantes para reenviarlos como bultos postales a sus depauperados países de origen, hace arqueadas cuando huele gitanos, y se lava las manos como Pilato con los desplazados de la Europa oriental. El soberbio Estados Unidos descarga por el desagüe centenares de indocumentados todos los años. Personas declaradas no pleasant por las “democráticas” administraciones norteamericanas. Perseguidos en las calles, los empleos u hogares, hombres y mujeres sanos y aptos para trabajar son embalados, en contra de su voluntad, y despachados de regreso a sus países con un membrete en el empaque: Expel the USA. Extranjeros. Sin derechos. Como en la Roma de otrora.
Escombros humanos en el basurero de la modernidad.
Muchos cabos están sueltos incluso en las más experimentadas democracias occidentales. Algo les falla desde dentro. Algo limita su sentido de justicia, de igualdad de derecho, de pluralidad.
Y entonces, ¿Qué queda para nosotros? Tan buenos que somos para asimilar los malos ejemplos. ¿Qué queda sino marginación económica, social y en el peor de los casos persecución política? Gobiernos que solo piensan en su propia reproducción y echan mano de mecanismos antidemocráticos para conservar su fuerza. Aparatos que no se enriquecen con el magnifico material humano de reserva, sino que se enquistan en oligarquías en la que los principales se reparten los protagónicos, mientras el pueblo asiste la patética tragedia exterminadora de su propia soberanía.
“Asuntos de Estado”, dirán después los poderosos como si el Estado mismo no fuera un asunto de pueblo, como si ese enorme y complejo aparato llamado Estado no estuviera ahí precisamente como un producto de las gentes que conforman y confirman que existimos como nación. “Decisiones de Estado”, para potenciar prebendas impopulares y antidemocráticas, para defender posturas, políticas y sanciones que utilizan solo la fuerza como fuente de derecho.
Problemas como la integración económica, los derechos políticos y religiosos, la soberanía popular e individual, la libertad de opinión, el derecho a la propiedad, a la asistencia médica, a la equidad jurídica, a una indiscriminada y justa política de empleos y salarios, a la transparencia informativa, a la justicia social, a cualquiera de las decenas de cuestiones que tienen que ver con la realización del ser humano, así como la toma de decisiones que comprometen la libertad, y los derechos de sectores ciudadanos, no son nunca asuntos exclusivos de Estado sino cosa pública, res públicae. Nadie debe quedar excluido, nadie debe ser marginado, ni por su condición de forastero, ni por su sexo, ni por su orientación política, ni por su estatus económico, o raza, cultura, u inclinación sexual 8; o la cosa de todos, no será de todos, y el demos de la cracia será manipulado burda y nuevamente.
Wilson Churchill dijo que la democracia no era el más perfecto de los sistemas, y ese reconocimiento de falla debe llevarnos a la reflexión sobre qué es para nosotros hoy la democracia, cómo podemos medir los diferentes grados en que se manifiesta, así como crear estrategias para mejorarla.
Democracia debe ser algo más que una palabra, algo más que un pretexto de legitimidad, algo más que una utopía filosófica.
El camino a la democracia está lleno de falsos Cristos que guiados por apócrifos evangelios arrastran pueblos enteros confundiendo significados y aprovechándose de la inocencia política de sus gentes, o de su necesidad de guía y liderazgo. Los que desde dentro de estos pueblos posean la visión clara y comprendan la parodia de democracia que sufren, así como aquellos que desde fuera y con un concepto clarificado por espacios de libertad ya concedidos o conquistados, están en la obligación de -desde sus respectivas posiciones- comprometerse de manera inmediata con el mejoramiento de este fenómeno histórico, aportando con solidaridad su experiencia concreta.
No existirá jamás la democracia si damos por sentado que de forma natural y espontánea se volverá mejor. No tendremos democracia sin el compromiso responsable de los que pretenden hacerla.
Hay que meterle el hombro. No demos por hecho el futuro, porque en pleno siglo XXI muchísimos países tienen hipotecada su democracia. Y los que ya cuentan con sistemas más o menos consistentes y maduros, ojo, porque el proyecto se fractura por los más increíbles lugares.
La democracia es un proyecto inconcluso. La república también. Hay que pensar si lo que se entiende, se defiende y se predica sobre democracia es lo que se necesita, se aspira y por lo que se lucha.
No se puede concebir un liderazgo con sentido de justicia social si se gobierna solo para los aliados, los adeptos o los partidarios. La polisp es diversa, la calidad de la gobernanza está en la posibilidad que esta tenga de asistir, guiar, proteger, integrar y desarrollar la mayor cantidad de individuos de una determinada sociedad sin el compromiso ideológico, cultural, o partidista de estos.
No condicionemos la democracia, o dejará de serlo. No nos apoderemos del término como cosa personal, como instrumento de campaña, como recurso demagógico. No habrá democracia hasta tanto no existan mentalidades democráticas. Será falsa hasta que todos podamos hacer uso efectivo de ella desde cualquier posición, clase o condición en la que nos encontremos.
La cracia debe ser también de los periecos, dediticios, plebeyos, eupátridas, patricios, sans-culotes, proletarios, businessman, gitanos e inmigrantes; o lo que sea que seamos todos y cada uno de nosotros.
La representación civil, el grado de oportunidad y participación efectiva y soberana, conforma, confirma y revalida el compromiso democrático y la responsabilidad social de los individuos. La suma de todas las soberanías personales, la ratificación de las oportunidades reales, así como los grados de integración en los procesos administrativos, ejecutivos y gubernamentales, de las personas, independientemente de sus creencias religiosas, ideologías partidistas, o cualquier otra categorización que se tenga en cuenta; dan fe de la salud de los procesos democráticos que operan actualmente en el mundo.
Y es en este sentido donde todavía queda mucho por hacer y desandar, incluso en las más avezadas democracias. Para nosotros los cubanos el reto es doble. La cracia incluyente y plural cubana está por nacer todavía, mientras el poder bulle hegemónico desde el mismo lugar, con los mismos individuos, defendiendo intereses creados y aplicando técnicas muy poco participativas desde hace más de cincuenta años, provocando que la mayoría pierda la perspectiva de la democracia, de la libertad y del derecho ciudadano. Generando a nivel de individuo, y ante la indefensión, resultado de la no-representación, un estado global de apatía política y falta de compromiso. Una quiebra del catalizador que une las diferentes secuencias del tejido social, desinstitucionalizando, aislando, y marginando ingentes conjuntos demográficos. Des-armando el importante factor civil en beneficio de la elite conservadora.
Desmontar toda la maquinaria creada con fines exclusivos y reconstruir el mecanismo sociopolítico hasta ponerlo a punto para la inclusión es un reto –al menos para nosotros los cubanos- extraordinario. En principio porque el poder tiene muy poca voluntad de cambio y posee los medios para imponer obstinadamente su última palabra, apuntalada por supuesto en un vasto aparato represivo.
Para Cuba el camino es largo y no terminará incluso con el advenimiento de la nueva era. La fuerte ideologización marxista así como los actuales niveles de disfuncionalidad del tercer sector (sociedad civil), la indefensión procedente, el miedo respectivo a los elementos del poder, el mesianismo heredado conjuntamente con las fuertes tendencias elitistas y partidocráticas, tan comunes en nuestro hemisferio latino, serán los principales obstáculos en el trayecto final hacia la inserción ciudadana.
El deterioro de una cultura prodemocrática, la pérdida de la experiencia nacional histórica y palpable, la poca educación recibida en materia de Estado y de Derecho, así como la falta de sentido sobre la seriedad y corresponsabilidad en estos asuntos, no ya desde un ente de poder que sale ganando con la incultura demo-republicana, sino también y, lamentablemente, desde una oposición más distraída o concentrada en sus conspicuas estrategias políticas que en la educación cívica del populus cubano, serán los nuevos barros que atascarán el carro de nuestra demos-cracia futura.
Por eso es importante para los cubanos de hoy ir poco a poco tomando conciencia sobre el fenómeno político de la democracia. Sus desafíos y vicios. La manera de concertarla a nuestro espíritu civil y contexto social. No quedarnos en la palabra o en el efecto encantador de un estereotipo histórico y o foráneo que todavía adolece anomalías congénitas y adquiridas. La democracia es un fenómeno imperfecto pero perfeccionable. “… el peor de los sistemas exceptuando todos los demás”*.
Corresponde entonces a nosotros “todos”, y anverso a nuestro caso en particular, el análisis y ajuste estructural de la democracia en la anatomía de una sociedad que ha padecido y padece hemiplejia política por mas de cincuenta años, agravada por la fuerte inyección constante de material ideológico clasista, e intoxicada hasta los huesos de propaganda segregacionista que va directamente contra los principios incluyentes de la justicia social.
La patología es grave. El reto es enorme. Pero “yo” confío en “nosotros”.
Notas.
a. Demiurgos y geómoros: una nueva clase, también esclavista, pero vinculada al comercio mediterráneo y a la economía mercantil, exigió su presencia política, en la misma medida en que de hecho había pasado a ocupar lugares protagónicos en la economía ateniense.3
b. Demos: unión estratégica de demiurgos y geómoros. Clase social de la que formaban parte.
c. Areté: especie de gracia divina que se reforzaba con una educación exclusiva que convertía a los que la poseían en personas de una clase especial. Areté la poseían en Atenas solo la nobleza gentilicia, lo que le brindaba las prerrogativas del poder. Los que tenían el areté, poseían el don del aristoi, y al poseer estos el poder se convirtió su gobierno en aristo-cracia. La paideia era la educación de los antiguos griegos, que algunos han traducido como la pedagogía que orientaba aquella educación de los aristoi, es decir, los aristócratas, que tenían abolengo, alcurnia, areté.2.
d. Periecos: personas de la periferia de la ciudad. Probablemente descendientes de los aqueos desplazados durante las invasiones dorias.
e. Metecos: case social sin derechos en la sociedad griega.
f. Eupátridas: nobleza gentilicia griega. Aristocracia de Atenas.
g. Res: Cosa, propiedad. Lo que sirve o da utilidad al hombre.
h. Populus: pueblo. En la época romana no todos los que vivían en Roma eran considerados miembros del pueblo.
i. Dediticios: esclavos que habían sufrido castigos corporales antes de su manumisión. Fueron considerados siempre como elementos de la última escala social, muy próxima a los esclavos. No fueron comprendidos en la constitución de Caracalla. Les estaba prohibido residir en Roma y en radio de 100 millas a la redonda, so pena de ser muertos impunemente.9
j. Plebeyos: Plebe, orden social de la antigua Roma cuyos miembros eran aquellos ciudadanos que no eran patricios, incluía a los pobres y a aquéllos que carecían de tierras. Por extensión el término ha venido usándose para referirse al pueblo. El origen de la plebe es incierto. Algunos eruditos creen que eran personas de origen inferior, que llegaron a la ciudad como empleados, ociosos o clientes de las familias patricias, y cuyo número creció constantemente debido al sometimiento de las ciudades y estados circundantes. Otros eruditos mantienen que la plebe llegó desde Liguria, y que estaban entre los colonos más antiguos de Roma, más tarde conquistados por los sabinos.10
k. Sans-culottes: descamisados o descalzos. Clases bajas durante el periodo revolucionario francés.11
l. Proletariado: Servio Tulio, famoso por las reformas efectuadas durante su reinado dividió la sociedad romana en clases según su patrimonio económico. A los muy pobres les llamó proletarius, porque solo prole poseían y con eso servían al Estado. Actualmente persona de la clase obrera.
ll. Soviets: Servicio o colectividad en que no se obedece a la autoridad jerárquica. Agrupación de obreros y soldados durante la Revolución rusa.
m. Kulaks: nombre que recibe en Rusia el terrateniente rico.
n. Gulags: Del ruso gulag, acrónimo de Glavnoe upravlenie ispravitel’no-trudovykh lagerei, (central administrativa de los campos de trabajo correccionales). Campo de concentración y trabajos forzados de la antigua Unión Soviética. Sistema basado en el conjunto de centros penitenciarios creados en la década de 1930 para administrar los campos de concentración y de trabajos forzados, así como las llamadas prisiones de tránsito. El Gulag jugó un papel clave en la represión masiva que tuvo lugar durante el régimen presidido por Iósiv Stalin.12 Microsoft @Student 2008 (DVD) Microsoft Corporation 2007.
ñ. Peregrini: Del lat. Peregrīnus. Forasteros, extranjero. Dicho de una persona que anda por tierras extrañas.
o. Espúreo: Del lat. Spurĭus. Hijo bastardo que no tenía derechos hereditarios ni reconocimiento social en la sociedad romana.
p. Polis: ciudad. Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.
© 26-04-2009

Bibliografía.

1. Teoría del Estado y del Derecho. Julio Fernández Bulté. Editorial Félix Varela. La Habana 2005.
2. Historia general del Estado y del Derecho. Primera parte. El Estado y el derecho griegos. Colectivo de autores. Editorial Félix Varela. La Habana 2007
3. Teoría del Estado y del Derecho. Julio Fernández Bulté. Editorial Félix Varela. La Habana 2005.
4. Ibídem
5. Ibídem
6. Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
7. Manual de Derecho Romano. Colectivo de autores. Editorial Félix Varela. La Habana 2006.

Jesuhadín Pérez Valdés

Mecánico radioelectrónico
Estudiante de Derecho.
Fundador de la revista Convivencia.
Miembro de su Consejo de redacción.
Reside en Pinar del Río. Cuba.
Scroll al inicio