Política – Partidos, programas políticos y una tienda común contra la interperie

Todos podemos dar Luz

Todos podemos dar Luz

Cuba necesita partidos y programas políticos dentro de una amplia diversidad, pero al mismo tiempo necesita que todos ellos se pongan a construir una tienda común para un día tener un parlamento pluralista.


Por Néstor Pérez

Promover el sano orden para que personas, grupos y asociaciones coexistan en el sano pluralismo resulta siempre deseable y una aspiración legítima.
Identificados o no, desde nuestra participación ciudadana con un determinado programa político, podemos coincidir, eso sí, en la necesidad de crear el ambiente propicio de respeto y posibilidades de actuación, según nuestra vocación y libre voluntad y cuyo respaldo estaría en:
a nivel institucional, en los poderes del Estado, con el debido marco legal (Estado de Derecho).
en lo social, en la soberanía desde abajo, impulsada a su vez con la educación cívica y el desarrollo de la sociedad civil entendida como “el conjunto abierto, complejo, diverso, incluyente, articulado, de las relaciones y recursos que conforman un tejido social o entramado cívico de todos aquellos grupos naturales, asociaciones sociales, culturales, deportivas, empresariales, políticas, profesionales, asistenciales, solidarias; sean lucrativas o no; de todas aquellas instituciones religiosas, fraternales, humanitarias; de todas aquellas organizaciones ya sean de carácter local, nacional e internacional, y que todas ellas tienen como rasgos comunes: su autonomía de fundación, de gestión, de financiamiento, de organización y acción con respecto a cualquier estructura del Estado. (que sean de verdad no-gubernamentales) y sus métodos y fines pacíficos.
La esfera pública o espacio público, libre y participativo, donde pueden debatir entre ellos los asuntos cívicos, políticos, públicos, también forma parte de la misma sociedad civil como su atmósfera o habitat. Este espacio público también le permite a los grupos de la sociedad civil debatir, presionar, denunciar o cooperar con el Estado y con las Estructuras del Mercado macroeconómico, así como crear estados de opinión y presión pacífica y democrática con relación al Estado y al Mercado.” (Ciclo 28 del extinto Centro de Formación Cívica y Religiosa)
En esta dirección pudiéramos preguntarnos sobre la eficacia que tiene la elaboración de programas políticos concretos por parte de los diferentes partidos si estos no tienen ahora el espacio, ni las libertades y garantías suficientes para impulsar los programas en un parlamento democrático y ganar el respaldo de la ciudadanía.
Entonces, ¿qué papel pueden desarrollar ahora dichos programas?
· En el orden interno: En un pueblo, cautivo de la desinformación y desalentado por una aparente homogenización de su diversidad, el conocimiento de estos programas así como las ideas y el modo de pensar de sus protagonistas, permite dilucidar un futuro mejor para Cuba y también identificarnos con una propuesta concreta . “De aquí la necesidad de divulgación de dichas ideas y programas hacia la ciudadanía en general.”
· Hacia el exterior: El reconocimiento de estas fuerzas políticas y la exigencia de poder coexistir a nivel institucional para el Estado cubano así como cualquier otra iniciativa en la que se respalde la integridad de estas personas y familias protagonistas. No se trata de impulsar o apoyar un proyecto partidista concreto; esto es tarea de la ciudadanía, pero la comunidad internacional sí puede apoyar el proceso de transición.
Aun así parece ser suficiente con el trabajo, propuestas, o programas por parte de los partidos y otros movimientos políticos. Estos muestran el nivel de responsabilidad, la proyección e iniciativas para una sociedad democrática. Pero, al mismo tiempo, es evidente la necesidad de lograr la unidad de estas fuerzas políticas a través de consensos y de la búsqueda de puntos de acción en común.
Pero, ¿cómo se podrá creer en la gobernabilidad de una nación donde los grupos que persiguen el mismo fin y están sufriendo una crítica situación compartida, no logran dialogar entre sí, ni encontrar puntos coincidentes para la defensa del bien común, mientras declaran que aspiran y dicen estar dispuestos a dialogar con el poder y sus estructuras?
Pienso que un obstáculo fundamental radica en intentar hacer, del proceso de transición hacia la democracia, una bandera política partidista para competir por el poder político de la nación; y esto mina y daña el proceso político. Por esta razón considero que el programa político debe pasar a un segundo plano hasta que se creen las condiciones mínimas para una participación en igualdad, fruto de consensos hacia objetivos comunes a todos los partidos y que encuentren un respaldo general en la ciudadanía como pueden ser: la amnistía para los presos, exigencia de derechos sociales y creación de espacios de expresión y participación.
Un ejemplo: Es como si un grupo de comerciantes cuyos productos son muy diversos, pero están a la intemperie y por ello les está prohibido vendérselos a la población. A los ciudadanos al pasar, les llama la atención, y se interesan por los productos, pero se ven frustrados al no poder obtener lo que desean. Entonces se preguntan: ¿por qué estos comerciantes no construyen la tienda? Incluso, dicen que podrían ayudarles en esa labor.
Pero la realidad es que todos quieren construir la tienda solos y a su manera, para así mandar en ella, sin contar con los demás. Las personas se preguntan qué es lo más importante: poder vender bajo una misma tienda-casa (Cuba), lo que no depende de ser dueño, sino de la calidad del producto, o dejar que pase el tiempo y se pudran las mercancías por no tener o no poder construir la tienda en común que proteja a todos, vendedores, consumidores y productos, de la intemperie (a los cubanos, de la desunión y del caudillismo). Estas actitudes dan razones, quizá sin querer, para que algunas personas sospechen que lo que quieren es eliminar las diferencias y volver a dejarlos sin opciones. Esas personas defraudadas una vez más, se retirarán de la vida pública y vendrá el abstencionismo porque, pensando en obtener ese resultado, nadie se esfuerza en la construcción de un nuevo orden.
Construyámonos, pues, nuestra tienda común. Un lugar plural y fuerte. Todos contribuirán a edificarla si tienen la certeza de que podrán trabajar, ofrecer y también elegir sus frutos. Demos espacio a la Nación y ensanchemos sus fronteras. Cuba nos lo pide, ahora más que nunca.
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