Política, Estado, Mercado y Sociedad Civil

Por Dimas Castellanos
Foto: Jesuhadín Pérez.

Mercardo Agropecuario Estatal.
Como las sociedades son complejos sistemas de elementos interrelacionados, cuando son sacudidas por crisis de carácter estructural con daños en todos sus componentes, es imposible de remediar con cambios limitados a un aspecto del sistema, como es el caso de la economía; en su lugar se impone un enfoque integral. Entre los elementos que por su influencia resultan imprescindibles tener en cuenta están la Política y los partidos políticos, el Estado, el mercado y la sociedad civil, a los cuales me referiré brevemente.
Política y partidos políticos
Las relaciones que los diversos grupos sociales establecen en la producción y apropiación, en dependencia de la posición que ocupan respecto a la propiedad sobre los medios empleados para producir, pueden servir tanto para acelerar como para frenar el desarrollo. Las ideas políticas, una de las formas en que esas relaciones materiales se reflejan en gobernantes y gobernados, constituyen un importante instrumento para los cambios. Dichas ideas toman cuerpo en los partidos políticos –que en un Estado de derecho constituyen expresión del pluralismo e instrumento para la participación de determinados grupos en la política–, pero también hacen acto de presencia en el Estado, en las relaciones entre Estado y sociedad, y entre los diferentes Estados.
Mediante la política cada grupo social trata de obtener el mayor provecho y de ejercer su dominio sobre el conjunto social, para lo cual tiene que lograr que ese dominio sea aceptado como legítimo por el resto de los grupos sin el empleo de la fuerza, por esa razón, la política se define también como el arte de hacer posible lo necesario, sin acudir a la guerra, la cual, según Klauewitz, es su continuación.
Por su supremacía respecto al resto de las formas ideológicas de la conciencia, la política tiene un gran impacto en la vida y en el destino de las personas y de los pueblos, por lo que Lenin, la consideraba expresión concentrada de la economía. Por su dinámica interna la política, surgida de las relaciones entre clases y partidos, ha evolucionado hasta devenir esfera de participación social a escala global, la que al rebasar la estructura clasista-partidista se ha convertido en necesidad ineludible para la participación popular. De ahí la importancia que asume la sociedad civil, la cual incluye a los actuales movimientos y redes sociales en los diversos lugares del planeta. El mejor ejemplo, con independencia del rumbo que puedan tomar, son los cambios que se están produciendo actualmente en el norte de África; mientras en Cuba, la ausencia del ciudadano como sujeto político constituye una, sino la principal causa de la actual crisis.
Una de las manifestaciones de la interrelación entre todos los fenómenos sociales consiste en que los avances científicos, tecnológicos, económicos y culturales cuando no tienen su correspondiente reflejo en la justicia social, la democratización y las libertades ciudadanas, conducen a las crisis, cuya salida obliga al restablecimiento de la correspondencia perdida, la cual pasa por la democratización de la sociedad.
En diciembre de 2007, el Segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba, expresó: tenemos un solo partido, pero tenemos que convertirnos en el partido más democrático que exista. Como etimológicamente partido significa parte, tal propósito se torna irrealizable, ya que la democratización que demanda la sociedad cubana no puede supeditarse a los intereses de una parte, por la sencilla razón de que la diversidad social es imposible de encuadrar en un partido limitado por una ideología. Por tanto, democratizar la sociedad, que es lo que Cuba necesita, implica que cada persona o grupo tenga el derecho de asociarse libremente, como manifestación de su dignidad, de su libertad y de sus intereses. Entonces, como la solución no radica en la democratización del partido, sino de toda la sociedad, se impone la necesidad de sustituir el artículo cinco de la actual Constitución por el reconocimiento del pluripartidismo.
Los comicios para elegir delegados a las Asambleas Provinciales y diputados a la Asamblea Nacional, celebrados en enero de 2008, constituyen una prueba de esa necesidad. A pesar de la campaña desplegada a favor del voto unido, este decreció, mientras la suma de las abstenciones, las boletas invalidadas y el voto selectivo, alcanzó la cifra de 1, 370 725 electores, el 16,13% del total, una clara señal de la existencia de un sector inconforme que tarde o temprano reclamará un espacio político.
Aunque el pluripartidismo no está incluido en los Lineamientos que se discutirán en el venidero congreso del Partido Comunista, la irreducible diversidad y el agotamiento del modelo vigente lo han puesto a la orden del día, pues no existe ningún argumento válido para impugnarlo. Carece de todo fundamento plantear que José Martí fundó un solo partido, pues también otros, como los autonomistas, fundaron el suyo. Martí concibió al Partido Revolucionario Cubano como institución organizadora, controladora y creadora de conciencia para dirigir la guerra que habría de traer la República; no para dominar y prohibir la existencia de partidos diferentes después del triunfo, no para trabajar por el predominio, actual o venidero de clase alguna; sino por la agrupación, conforme métodos democráticos, de todas las fuerzas vivas de la patria; por la hermandad y acción común de los cubanos residentes en la Isla y en el extranjero.
Por lo anterior, la política no puede marginarse de los cambios que se están implementando en Cuba, pues su impacto en la vida social, al afectar a todos, requiere de la participación de todos. Desde esa visión veamos algunas de las influencias de la política en el Estado, el mercado y la sociedad civil.
El Estado
Desde las ciudades Estado en la antigua Grecia hasta los Estados multinacionales se estableció una delimitación entre gobernantes y gobernados que caracteriza a todas las sociedades políticas. En ellas, cuando la soberanía reside en el pueblo, sus miembros son ciudadanos; cuando reside en una persona, son súbditos. Entre sus funciones están el establecimiento de relaciones con otros territorios y la preservación del orden interno.
En determinadas condiciones el Estado sustituye y controla la vida de los ciudadanos. En los casos en que ese control asume carácter totalitario, casi siempre existe un partido hegemónico que limita o anula la libertad en beneficio de un supuesto orden colectivo, donde la persona, al quedar sometida a su voluntad, sufre una merma considerable de la dignidad humana, lo que convierte a los Estados-partidos en una institución contraria al progreso; mientras en los Estados democráticos la soberanía reside en la voluntad del pueblo, quien pone en manos del gobierno la atención de determinadas esferas y funciones,
En el caso de Cuba, el movimiento revolucionario que asumió el poder en 1959, desconoció la diversidad e impuso una organización centralizada bajo la tutela del Estado, que condujo gradualmente a la pérdida del consenso establecido. La causa radicó en que los cambios temporales, al asumirse y declararse como definitivos, abrieron el camino hacia el totalitarismo y consiguientemente a la conversión del Estado en referente único. Las consecuencias son claras: en Europa del Este, al derrumbe, en el Medio Oriente, a la deposición de gobernantes anclados en el poder durante décadas, en Cuba, a la crisis en la que estamos inmersos.
El mercado
La división social del trabajo presupone una actividad diversificada y especializada que implica la necesidad del intercambio, de la cual emergió y se desarrolló la producción mercantil hasta alcanzar el desarrollo que ostenta en nuestros días. La propiedad sobre los medios de producción constituye la base de las relaciones económicas y por tanto del mercado, la forma que esta asuma ejerce una influencia tanto en la producción como en el mercado, porque la misma implica un determinado modo de apropiación de los frutos del trabajo sin el cual se pierden el interés, la posibilidad y el sentido de los resultados. El mercado, por tanto, es una forma de relación social donde diversas personas con necesidades, dinero, productos y servicios, se encuentran para el intercambio. En ese sentido, el mercado, aunque es un resultado de la producción, deviene elemento activo al propiciar que la producción y los servicios se convierten en consumo y se originen nuevas demandas.
Cuando el mercado se ensancha, estimula la producción, y cuando se limita lo frena. En este aspecto la política trazada por el Estado es determinante para obtener uno u otro resultado. La libre concurrencia de productores y consumidores es un factor decisivo para el crecimiento de la producción, para la diversificación de los productos y para la calidad de los mismos. De igual forma, como lo demuestra la historia en todas las partes y en todas las épocas, cuando el Estado suprime esa libertad como ocurrió en Cuba al eliminar el interés de las personas por el resultado, repercute en la cantidad, calidad y diversidad de la producción, hasta terminar en la caricatura que son hoy los productos sin calidad llamados “de población”, nuestras antiguas tiendas por departamento y las bodegas de barrios. La causa de ese retroceso está clara: la economía, al permanecer prisionera de la política se desnaturaliza, involuciona y deviene factor de pobreza material y espiritual.
El libre comercio, una antiquísima actividad humana, al ser impedido o reprimido por la política del Partido-Estado, genera el mercado negro, el aumento de los precios, el crecimiento del número de vigilantes e inspectores y la corrupción, lo que demuestra los estrechísimos vínculos entre política, partidos políticos y Estado, con el mercado.
Sin embargo, el Partido Comunista, a la vez que ha reconocido los errores cometidos en la dirección económica, que es un paso importante, atado a la ideología ha decidido que la planificación y no el libre mercado será el rasgo distintivo de la economía. Lo que obligará, ante los fracasos que vaticinan esa decisión, volver sobre el problema y decidir entre la economía centralizada, economía de mercado regulada por el mecanismo de los precios libres o economía social de mercado, donde, en bien de la justicia social, se limite el dominio de los monopolios a la vez que se conserva el mercado como lugar de libre concurrencia y factor de desarrollo, pues los precios determinados central y burocráticamente, al carecer de flexibilidad impiden obtener información acerca de la escasez o abundancia de los productos, acerca de quién es más eficaz, así como de quién produce con mayor calidad y con menores precios; ¿por qué?, por el carácter pasivo que el modelo cubano impone al consumidor para influir en la determinación de la cantidad y calidad de lo que se debe producir. Esa razón exige cambios en la actual política para que todos los cubanos puedan participar en la decisión de la forma más conveniente y adaptada a nuestras condiciones.
La historia de la humanidad y la de Cuba evidencian la necesidad de extender la democracia a las relaciones económicas. Ello implica la creación del ciudadano económico, un ente activo con derechos para la posesión de bienes y la participación efectiva en la toma de decisiones y en las utilidades. Por lo anterior, la mejor gestión no es solo aquella que más contribuye al crecimiento de la economía, sino la que además, logra la mejor participación ciudadana como base de la distribución de la riqueza producida. Como el sistema de economía más eficaz es aquel que permite la participación ciudadana, el crecimiento sostenido y el aumento del nivel de vida, se impone la desregulación de la vida económica, la institución de las diversas formas de propiedad y la competencia entre ellas.
La sociedad civil
La sociedad civil surgió en contraposición con el Estado feudal, en el cual no existían libertades civiles ni garantías jurídicas para el individuo. Como el objetivo declarado del liberalismo consistía en asegurar la libertad individual, era necesario suprimir el despotismo y la arbitrariedad y sustituirlo por el Estado de Derecho, limitado por el control social con la función de garantizar la libertad del individuo, es decir, de los propietarios. La sociedad civil se entendió entonces como el espacio limitado a los propietarios para el despliegue de su asociatividad.
En las condiciones contemporáneas, caracterizadas por acelerados avances científico-tecnológicos, económicos y de reclamos de participación popular en la vida pública, la sociedad civil tiene reservado un papel decisivo. Entendiendo por ella la existencia de asociaciones, de espacios públicos, de medios de comunicación y de propiedades, independientes del Estado, que basados en las libertades y derechos refrendados legalmente, permite al ciudadano participar como sujeto activo en el debate y la decisión de los problemas políticos, económicos, sociales y culturales de su interés. Por sus características, la sociedad civil requiere de la existencia de libertades fundamentales conocidas como Derechos Humanos.
Por su naturaleza, la sociedad civil es asiento de la pluralidad y la diferencia, permanente escuela de civilidad y ética y sólido eslabón de vínculo de los ciudadanos con la nación, la cultura, la historia y el desarrollo. Su rasgo más característico es la independencia respecto al Estado. Para su existencia y funcionamiento efectivo requiere de la institucionalización de los derechos humanos.
Los derechos civiles y políticos: las libertades de conciencia, palabra, prensa, reunión, asociación y el derecho de sufragio, constituyen la base de la comunicación, del intercambio de opiniones, la concertación de conductas, la toma de decisiones, la formación de asociaciones y del multipartidismo.
El concepto de derechos humanos, al ser portador del respeto, la integridad y la dignidad de las personas, constituye un valioso referente en la lucha de los pueblos y de los individuos por el mejoramiento material y espiritual. Los mismos tienen una relación determinante y trascendental con la calidad de vida, la convivencia social y el desarrollo integral de la persona. Su contenido, se expresa en conceptos y principios encaminados al reconocimiento, respeto y observancia de las garantías jurídicas que propicien la participación, integridad y dignidad de la persona humana y son universales, indivisibles, sagrados e inalienables.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial los derechos humanos fueron definidos, sintetizados, aprobados y convertidos en Declaración por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 1948 y posteriormente tomaron cuerpo en el Derecho Internacional. Una de esas fue la entrada en vigor, entre enero y marzo de 1976, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ambos de carácter vinculante, es decir, que obligan a los Estados firmantes, más allá de cualquier declaración moral, a trabajar por su cumplimiento.
En Cuba esos derechos-libertades tienen una larga historia. Sus primeras manifestaciones institucionales están en las constituciones mambisas del siglo XIX, irrumpieron en la Constitución de 1901 y se ampliaron en la de 1940, cuando se le añadieron el derecho a desfilar y formar organizaciones políticas contrarias al régimen, la autonomía universitaria, la declaración de punible a todo acto de prohibición o limitación del ciudadano a participar en la vida política de la nación, y el reconocimiento de la legitimidad de la resistencia para la protección de los derechos individuales. Algunos de esos derechos, recogidos formalmente en la constitución de 1976 se pueden utilizar únicamente para los fines señalados el partido gobernante, lo que indica que la esfera del derecho, estrechamente relacionada con la política tiene que sufrir reformas para ponernos al día en una materia tan determinante para todos los pueblos y para todos los cubanos.
Lo que he tratado de exponer se limita a llamar la atención acerca de la necesidad de tener en cuenta el enfoque integral para la salida de la crisis cubana; pues la política, los partidos políticos, el Estado, el mercado y la sociedad civil, junto al derecho y a las libertades ciudadanas, entre otros elementos, conforman un todo inseparable cuya ignorancia conducirá irremediablemente al empeoramiento de los problemas actuales.
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1 Kart Von Klauewitz (1780-1831), teórico y militar prusiano, autor de la famosa obra “De la guerra”, publicada postmorten en 1832.
2 Vladímir Ilich Lenin, líder de la revolución rusa de 1917
3 J.L.AC ANDA. Sociedad civil y Hegemonía, p.109. La Habana: Centro de Investigación y Desarrollo Juan Marinello, 2002
Dimas Cecilio Castellanos Martí. (Jiguaní, Granma, 1943)
Reside en La Habana desde 1967.
Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
Trabajó como profesor de cursos regulares y de post-grados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la
Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
Primer premio del concurso convocado por “Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida. 
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