Poesía: Súplica de amor

Por Dani Francisco Tejera Menéndez

¡Oh!, padre celestial, Dios poderoso

Rey de reyes, escucha mi lamento

que eleva hasta tu hogar maravilloso

una súplica llena de tormento.

 

 

 

Por Dani Francisco Tejera Menéndez

 

Foto de Yoandy Izquierdo Toledo.
Foto de Yoandy Izquierdo Toledo.

 

¡Oh!, padre celestial, Dios poderoso

Rey de reyes, escucha mi lamento

que eleva hasta tu hogar maravilloso

una súplica llena de tormento.

 

La añoranza de un alma entristecida

Que por justicia, clama de tus manos,

la bondad infinita, incomprendida

para tantos, Señor, seres humanos.

 

Odio, desolación, miseria, muerte

invaden nuestros campos terrenales

y en los pobres de fe solo se advierte

disminuir creencias teologales.

 

¿Por qué ignorar, Señor, tus mandamientos?

¿Por qué negar, Señor, tu Omnipotencia?

¿Por qué enfermar, Señor, los pensamientos?

¿Por qué dudar, Señor, de tu existencia?

 

Si hace millones de años Padre mío,

El Big Bang no se había producido,

si el espacio tan solo era un vacío

y en nada todo estaba convertido.

 

Y del propio vacío de la nada

surgió tu mano justa y creadora

para en solo seis días de jornada

transformar las tinieblas en Aurora.

 

Si de inmensas galaxias y planetas

has poblado el espacio con tu esfuerzo,

asteroides, estrellas y cometas

que circundan, Señor, el Universo;

 

Si diste fuego al astro refulgente

para inundar de luz nuestro sistema

y los rayos que nacen en su fuente

de la vida resuelvan el dilema;

 

Si hiciste que esos cuerpos desfilaran

con sus fuerzas centrífugas en torno

al faro celestial sin que lograran

lanzarlos las centrípetas al horno;

 

Si a Cristo redentor nos enviaste

para que a tus praderas y aposentos

condujera al rebaño que cuidaste

¿Por qué ignorar, Señor, tus mandamientos?;

 

Si diste al árbol vida, vida al hombre,

a las aguas frescura y transparencia,

si en cada trino de ave está tu nombre

¿Por qué negar, Señor, tu omnipotencia?;

 

Si fe, bondad, virtud, filantropía

Diagnosticas a nuestros sufrimientos

y en ternura conviertes la agonía

¿Por qué enfermar, Señor, los pensamientos?;

 

Si la flor cuando emite su fragancia

con el don natural de la elocuencia

nos revela el secreto de tu estancia

¿Por qué dudar, Señor, de tu existencia?

 

Crímenes, sacrilegios, agresiones

se cometen a diario por codicia

y no alcanzan, Señor, las bendiciones

de tu misericordia y tu justicia.

 

Líbranos de esas graves tentaciones

que descomponen como al agua el sodio

nuestras conciencias y nuestros corazones

y así nos librarás también del odio.

 

Que tus siervos se ocupen diligentes,

con la Biblia, Señor, como azadón,

de sembrar esperanzas en las mentes

 

Y en sus almas no habrá desolación

Que enriquezca el espíritu del hombre

sangre noble, Señor, en cada arteria

que dentro de ella esté también tu nombre

y en ese corazón no habrá miseria;

 

Que se convierta en río caudaloso

nuestro fervor, y remar hasta verte

presidir ese juicio luminoso

donde al justo liberas de la muerte;

 

Que en una humanidad unida y sana

se transforme la nuestra dividida

y así nos brindarás cada mañana

amor, resignación, riqueza y vida.

 

Y sediento de paz en nuestras tierras

ruego desde mi abismo verecundo

la suspensión ansiada de las guerras

y un perdón absoluto para el mundo.

 

Dani Francisco Tejera Menéndez (Pinar del Río, 1940).

Especialista en cine latinoamericano.

Graduado de Español y Literatura.

Reside en Pinar del Río.

 

 

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