BAJO EL ROJO ARDIENTE DE MI ISLA
Bajo el sol de mi Isla
La Ciudad se nos muere sin nacer.
La gente misma,
La gente
Cediendo el pálido blanco
Como estatuas perennes,
Amontonadas
Más allá de la piedad,
En las marmóreas cuencas
De la palabra y el símbolo.
Desde el alto cielo,
(El Protagonista)
Es una mancha imprecisa,
Un héroe inflamado en las arenas
Sudando su única memoria.
(Yo) muerto bajo este ciclo,
También siento levantar sobre los cielos
Los restos cansados de mi juicio
Mis brazos de polvo
Y mi ceniza voz,
Que en la corriente descubren
Su suerte de efímeras sombras.
Bajo el sol rojo y ardiente de mi Isla
Únicamente la piedra insólita
Percibe,
Entre el canto y los resquicios,
El agite oculto de las almas
Respirando aún
-Sombras al fin-
Nerviosamente.