LA PARED FANTASMA
Condenada a sus dominios, los del remoto silencio,
Los del sombrío y legítimo silbido.
Eterna… y maldita,
Como el espectro de una Armada que deserta,
Emerge de su abismo la pared fantasma.
Lenta yerra, sin patrias, la pared,
Yerta, cual iceberg obediente,
Cortando con esquirlas el otoño de las aguas
Abriendo tras de sí
La garganta poderosa del invierno.
Oculta en la humedad, allá, en su coro,
Se firman los términos de su irremediable vacío.
Los anillos donde se ciernan
El aliento de los glaciales
Junto al aullido insociable de los lobos.
En sus lejanas fronteras
Quedan luces atrapadas
Como tenues esperanzas.
Ecos que se mecen en la espera
Donde marchitan las promesas
Y envejecen los más fieles juramentos.
Dicen que en su embrujo las almas se tornan grises
Y que su blanco nimbo puede sitiar para siempre
Toda una isla de seres.