Por Orlando Luis Pardo
mi padre
que va a morirse
escucha radio martí
tiene
81 años
y una lucidez sin patria
que sobrecoge
tiene
el recuerdo de las guayaberas impolutas
de gerardo el asno machado
que quiso construirse una cuba
y le salió un cadalso
tiene
también
las cabezas de los porristas
colgadas como cocos
en los postes públicos o privados
de la cuban telephone co
tiene papá
una historia apócrifa
como toda historia macabra
contada por nadie a nadie
sobre el loquito chibás
cuando le disparó
en plena suite pre-presidencial
a su presunto amante
homosexual
tiene
un hermano sin tarja desde playa girón
su mortaja de camuflaje
made in tegucigalpa
y tiene
o mejor tenía
un crucifijo de plata
confiscado a la familia
como patrimonio de otra
familia mayor
él
que no supo decirlo
revolución
tiene
otro hijo
afuera
que ahora un poco
soy yo
tiene
testimonios en primera persona
sobre ernesto guevara el ché
de quien despreció su desprecio
por las máquinas contadoras de cash
made in chicago illinois
tras una de las cuales
mi padre casi cumple
sus 81
tiene
una metástasis misericorde
y noticias clandestinas
cada media hora
tiene suerte
es el año dos mil
y él ya no siente dolor
mi padre
que va a morirse
y escucha radio martí
Navidades de 26
Poníamos el arbolito estúpidamente en julio.
En la televisión,
consignas por consignación y trova viciada.
También discursos dodecafónicos.
En el cielo,
anocheceres rojizos y nubes negras en contraluz.
En el aire,
asfixia:
demasiado calor húmedo.
Cuba como un cubo de insoportable sopor,
sopa insípida de país.
En el cuerpo,
sudor:
savia salvaje de una isla
en el circo incivil de la civilización.
En los ojos,
bolitas mudas de navidad
reflejadas en alto contraste.
Siempre era 26.
Por supuesto,
no entendíamos nada
pero era costumbre hacerlo así:
poníamos el arbolito estúpidamente en julio
y
lo dejábamos languidecer
hasta el final de las vacaciones.
Estoy hablando de una familia cubana
en una de esas casas de tablas
en uno de esos barrios de las afueras
en una de esas habanas de las afueras
en el centro de una historia sin afuera.
Estoy hablando de los años setenta del último siglo
en su acepción asépticamente literal:
literatura del fin de los tiempos.
Témpanos de verano.
Navidades de veraneo.
Sólo ahora nos damos cuenta de todo:
en rigor,
estábamos muertos hasta de palabras.
Pero,
sí-la-ba-a-sí-la-ba,
éramos de una calaña
ri-gu-ro-sa-men-te
inmortal.
Orlando Luis Pardo Lazo. Ciudad de La Habana, 1971.
Licenciado en Bioquímica (Universidad de La Habana, 1994).
Autor del blog de opiniones LUNES DE POST-REVOLUCIÓN
(www.orlandoluispardolazo.blogspot.com) y del foto-blog BORING HOME UTOPICS
(www.vocescubanas.com/boringhomeutopics).
Durante 5 años trabajó como biólogo molecular en la División de Vacunas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de La Habana.
Fotógrafo, editor y escritor de formación autodidacta.
Desde 2002 es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).