Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
La economía cubana continúa en crisis. Ha pasado más de medio siglo de “Revolución” y la calidad y el nivel de vida de los cubanos continúa siendo pésimo, pocas de las necesidades esenciales de nuestra vida cotidiana han sido resueltas, hay mucha miseria material y espiritual en las calles cubanas.
Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
La economía cubana continúa en crisis. Ha pasado más de medio siglo de “Revolución” y la calidad y el nivel de vida de los cubanos continúa siendo pésimo, pocas de las necesidades esenciales de nuestra vida cotidiana han sido resueltas, hay mucha miseria material y espiritual en las calles cubanas.
La situación provoca el desaliento y la desesperanza, una gran cantidad de personas “escapan” a la diáspora, otros dentro de Cuba se refugian en los vicios, en las fiestas o en el “resolver” de cada día. La palabra compromiso ha sido borrada de nuestra cabeza o por lo menos eso parece y muy pocos creen en el valor de la libertad, en la fuerza de lo pequeño y en la necesidad de que seamos los protagonistas de nuestra propia historia.
¿Todo está perdido?
Reza un viejo refrán popular: “nunca es tarde si la dicha llega”. Estamos a tiempo, el futuro de Cuba está en nuestras manos. No dejemos a otros las riendas de nuestra vida, ni permitamos que nuestros sueños sean cortados, que la creatividad sea bloqueada. Asumamos el mando de nuestro presente y preparemos las condiciones para tener un futuro mejor, aquí en nuestra querida Patria.
Tenemos derecho y grandes posibilidades de disfrutar de una Cuba totalmente renovada, en la que podamos ser ciudadanos plenamente desarrollados material y espiritualmente. Es nuestro reto conseguir para todos los cubanos este sueño que, aunque parezca lejano, no lo está.
Hay muchas razones para ser optimistas
A pesar de todas las limitaciones y problemas antes mencionados, no podemos dejar de ser optimistas, necesitamos confiar en nuestra capacidad de cambio. Hay razones que son suficientes para que no nos dejemos llevar por los pesimismos y las cosas negativas, de manera tal que seamos capaces de seguir adelante y de comprometernos con nuestra realidad:
1. Primero que todo estamos vivos, Dios ha permitido que convivamos con los problemas vigentes en la Cuba de hoy y ha puesto en nosotros la responsabilidad de construirnos un futuro mejor. La vida es un regalo tan grande que no merece la pena “vivirla por vivirla”, tenemos un tiempo limitado en este mundo y creo que no podemos dejarlo pasar sin vivirlo íntegramente, sin dar todo de nosotros para que reine la paz, la justicia y la libertad de cada ser humano, ya que solo así podremos llevar una vida plena.
2. Dios nos creó como seres libres y para vivir como tales, nos mandó a su Hijo para que nos trazara el camino a seguir y para que entregara su vida por nuestra salvación. Por tanto tenemos las herramientas necesarias para construir un nuevo país, basta seguir y ser coherentes con las enseñanzas de Jesús.
3. La satisfacción de permanecer en Cuba, cerca de los nuestros y sin vernos en la dura necesidad de renunciar al calor de nuestra nación, a la cercanía de nuestras familias y amigos. En el exilio puede que gocemos de mejores condiciones económicas y de más oportunidades, pero ni siquiera la libertad compensa el dolor de estar lejos de los nuestros, de nuestra cultura y raíces. Además tenemos un compromiso con la Nación, tenemos una misión en esta tierra.
4. La inolvidable tradición de lucha de los cubanos. La valentía demostrada en el pasado por miles de cubanos, que sin dudarlo entregaron sus vidas para que Cuba fuera una Nación independiente, libre y soberana, debe ser una de nuestras principales motivaciones para no conformarnos con la miseria, con la sumisión y la destrucción de nuestro país. Este es el ejemplo que debemos seguir, con otros métodos y estrategias, pero con la misma valentía y compromiso social con que hombres como Céspedes, Martí, Maceo y muchos otros de la Cuba actual han dado un paso al frente y puesto sus esfuerzos en pos de una Cuba mejor.
5. El fortalecimiento de la sociedad civil, que ha ganado en madurez y en cuanto a la búsqueda de la unidad. Cada día son más los proyectos e iniciativas que se articulan y acuerdan consensos a fin de alcanzar la necesaria fuerza que proporciona la unidad en la diversidad. Y cada día se consolida más el tejido de la sociedad civil cubana.
6. Los cambios que ya se han producido y los que se están gestando. La realidad cubana es muy distinta a la de hace varias décadas, aunque algunos no lo reconozcan, es indiscutible el hecho de que hemos cambiado. Aunque no al paso, ni con la profundidad que se necesita, ya el inevitable cambio ha comenzado, nos toca ser protagonistas de nuestra realidad para que no se detenga y alcance el ritmo y la magnitud que necesitamos.
7. El cambio generacional: esta es otra fuerte razón para ser optimistas, la juventud a lo largo de la historia ha sido fuerte impulsora de transformaciones sociales. Las nuevas generaciones son menos vulnerables a las manipulaciones e injusticias que durante años el gobierno cubano ha utilizado como armas, además creo que son menos conformistas y más abiertas al cambio. También inspira esperanzas el cambio generacional dentro de las filas del Partido Comunista y de la dirección del país, esto producirá cambios que son inevitables y que por pequeños que parezcan tributarán de alguna manera a la nueva Patria que queremos.
8. Las posibilidades de desarrollo de Cuba, dadas por las condiciones geográficas, las oportunidades teniendo en cuenta que Cuba en su mayoría es un territorio virgen, con grandes expectativas desde el punto de vista económico. Cabe mencionar también el carácter emprendedor de los cubanos y sus ansias de prosperidad, demostrados tanto en Cuba como en el exilio.
El Papa también nos invita a ser optimistas
En el mensaje que el Papa Francisco envió a todos los cubanos con motivo de la celebración, el día de la fiesta de la Virgen de la Caridad de El Cobre, el 8 de septiembre de 2014, podemos apreciar un fuerte llamado a ser optimistas.
De su importante mensaje podríamos interpretar, entre otras cosas, que ser optimistas no es sinónimo de pensar positivo y quedarnos de brazos cruzados. Más bien, según él lo expresa, consiste en que cada uno de nosotros logremos cultivar las capacidades de alegrarnos, levantarnos y perseverar.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Estudiante de Economía.