Con “Cámara lúcida”, primera exposición personal del joven artista Raydel Hernández Iglesias, el Museo de Arte de Pinar del Río (MAPRI) adquirió una tridimensionalidad ajena a la realidad del reducido espacio expositivo. Al franquear el umbral se estaba necesariamente comulgando con la manida idea de que “nada es lo que parece”. Sencillamente habían caído las paredes de la galería y el ambiente sacrosideral propiciaba la levitación del público que en pocos minutos se adentraba en la inconsciencia de aquella suerte de “puntillismo” iluminado e iluminador que a decir del curador, Juan Carlos Rodríguez: “por su concepción deviene espacio físico y mental de las reminiscencias de Raydel”.
Graduado en primera carrera de instructor de arte y luego de comunicador social, el autor, humanista cabal, esgrime lo aprendido en ambos estudios para transmitir mediante otra visión del dibujo “el pasado familiar y construir un presente personal.”
Sin abundar en detalles de factura basta decir que varias decenas de alfileres y otros tantos fragmentos de fotografías familiares del artista, luces y dispositivos electrónicos, recabaron el esfuerzo titánico a que todo equipo de montaje está abocado cuando se quiere romper con lo común; paradójicamente para mostrar un resultado mínimo y sobrio.
Por momentos podría pensarse que las piezas arrastraban un efectismo decorativo, que el ambiente
intimista soportaba y pedía a gritos unas cuantas mesitas, una barra, y un par de camareras sexys contoneándose por el salón; segunda lectura que no me disgustaba, por cuanto el arte, sea cual sea el estilo o contexto del que parte y se desarrolla, tiene un atavismo histórico con la belleza y el hedonismo puros, que en este particular lanzaban al conjunto como un cuerpo cuya dermis, al menos, resultaba atractiva para el público menos entendido en los vericuetos del arte contemporáneo.
Algunas de las piezas pertenecientes a la serie “Paisaje interior” han aparecido en muestras colectivas, la más reciente: “Akademía”, que bajo el sello del proyecto artístico-pedagógico “Farmacia”, llevó el trabajo de diez jóvenes artistas hasta el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDVA).
Actualmente, Raydel, que ya contaba con un trabajo previo, experimenta y potencia otras formas y recursos, como el audiovisual. Paralelamente ejerce la docencia para niños en el proyecto antes mencionado, del cual es egresado y miembro activo. Pero sin dudas “Cámara lúcida”, ejercicio de concentración y paciencia, proeza logística, maridaje de filosofía y arte “popular”, ha colocado el listón bien alto para los artistas que cultivan estas tendencias, y aún para el propio autor.
Yerandy Pérez Aguilar (San Luis, 1990).
Poeta y narrador.
Textos suyos aparecen antologados dentro y fuera de la isla.
Actualmente estudia Gestión Sociocultural en la Universidad
de Pinar del Río.