COSME DE LA TORRIENTE Y PERAZA, académico, filósofo, militar independentista, abogado, diplomático, legislador, estadista, escritor, periodista, patriota y masón. Uno de los más insignes representantes del pensamiento liberal cubano de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. De la Torriente y Peraza alcanzó el grado de Coronel del Ejército Libertador, Jefe de Estado Mayor de una división que participó en el asalto y sitio de Santiago de Cuba y representante en la Asamblea Constituyente de la Yaya. Considerado como un digno representante de los valores nacionales en las disciplinas del conocimiento humano en que se destacó pero que, al mismo tiempo, ha sido tímidamente abordado por la historiografía cubana, a pesar de estar presente como actor principal y contando con la autoridad de que fue investido en difíciles, inevitables e importantes misiones y etapas históricas que enfrentó la Isla para el avance y desarrollo de la joven nación cubana. No cabe duda de que si analizamos en profundidad su abarcadora proyección, de inmediato nos percataremos de que debió derribar obstáculos en tópicos de suma importancia tanto en el orden económico, como el político y social del país. Pero que, además, lo hizo aprovechando cuanta oportunidad tuvo para exponerlos con inteligencia, sólida argumentación, tolerancia política y sentido de pertenencia como cubano, dentro y fuera de nuestras fronteras y con la brillantez y profundidad que en todo momento lo caracterizó.
Cosme de la Torriente y Peraza nació en la finca “La Isabel”, propiedad de la familia, en las afueras de Jovellanos, municipio de la provincia de Matanzas, el 27 de junio de 1872. Sus padres se nombraron Leandro, uno de los hacendados más ricos de la comarca, y María Ignacia, dedicada a las labores domésticas. El joven realizó sus primeros estudios para ingresar en el Instituto de Segunda Enseñanza de esa ciudad bajo la tutela del profesor, escritor y periodista Guillermo Schweler, quien lo introdujo en la historia y las ideas independentistas existentes en la Cuba de aquellos años. Fue en esa época que se afilió como masón al iniciarse en la Logia “Libertad” de Matanzas además de participar en la organización y fundación de otro taller masónico nombrado “Caballeros de la Luz”. Tanto en estas como en otras instituciones fraternales, sus integrantes conspiraban contra la España monárquico-colonialista. Con el transcurso del tiempo los miembros de estas organizaciones crearon el Club Revolucionario de Matanzas. Al mismo tiempo en que se vinculaba a esos eventos pudo concluir la Licenciatura en Filosofía y Letras (1892) que simultaneó con la de Derecho en la Universidad de La Habana hasta 1895, fecha en que la abandona, ya que ese mismo año estalló la tercera y última guerra por la independencia en la Isla, iniciada el 24 de febrero.
Al ser neutralizados los alzamientos de 1895 en Matanzas, marchó a los EE.UU. para evitar ser encarcelado y posteriormente retornar a Cuba como integrante de una expedición armada. Luego de algunos fracasos con la intención de sumarse al Ejército independentista, resultó sorprendido y capturado en varios intentos expedicionarios organizados y abortados por las autoridades norteamericanas en los Estados de Washington, Delawere y Nueva York. Se enroló como miembro de la frustrada expedición del barco “Willmington”, oportunidad en que fue nuevamente apresado el 19 de octubre de 1895 por los británicos en la Isla de Iguana Grande. Durante varios meses lo mantuvieron internado en Nassau para luego obligarle a retornar a los EE.UU. Finalmente logró, ese mismo año, el ansiado propósito de tocar suelo cubano y sumarse a la lucha armada al arribar a nuestras costas por Baracoa, la región más oriental de Cuba, cuando se incorporó al grupo de cubanos que viajó en el vapor “Bermuda”, operación dirigida por el General Calixto García. Participó en varias acciones bajo las órdenes de los generales Máximo Gómez, José Maceo, el propio García, (de quien fue su ayudante), José Mayía Rodríguez, Francisco Carrillo y José Manuel Capote. Obtuvo el grado de Coronel. Integró varios estados mayores independentistas. Fue auditor e inspector general del Ejército Mambí. Debe destacarse, entre las múltiples acciones de guerra, su participación en el asalto y toma de Santiago de Cuba bajo las órdenes directas del Mayor General Calixto García. Fue elegido delegado a la Asamblea Constituyente de la Yaya (1897) y al ejercer su derecho de opinión, propuso un plan para organizar definitivamente los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial a través de los cuales se gobernaría la futura República de Cuba. Fue nombrado Magistrado y Senador de la República. Como diplomático, desempeñó los cargos de Encargado de Negocios y Embajador de Cuba en España, primer Embajador de Cuba en Washington el 18 de agosto de 1923 (EE.UU.); Representante de Cuba en la Liga de las Naciones y Presidente de su Cuarta Asamblea; Delegado de las Naciones Unidas para América Latina; así como fundador y Presidente de la Sociedad de Amigos de la República.
Es precisamente durante la gesta independentista en que nuestro protagonista comienza a adquirir experiencia como negociador entre dos o más partes en pugna. Para 1897 participa de forma activa en las luchas políticas y partidistas en Cuba, motivo por el cual organiza el Partido Conservador Nacional (PCN). Sobre él recaería la responsabilidad de redactar la plataforma ideológica de ese partido. Más adelante es elegido en calidad de vicepresidente y para 1914 se convertiría en el Presidente. En su libro “40 años de mi vida” afirmaría: “En los comienzos de 1897 formé parte de una pequeña comisión integrada por jefes de la mayor importancia -yo era el más joven- a la que se le encargó lograr, como logramos, el arreglo de las diferencias existentes en aquel momento entre el Gobierno y el General en Jefe, las que en Camagüey habían dado lugar a la renuncia del General, y por eso preparamos al mismo tiempo, un Proyecto de Ley Orgánica del Ejército”. De ahí que defendiera el principio de que la actuación de los hombres debía estar regulada por medio del cumplimiento de las leyes para superar desórdenes y discrepancias. Solo al finalizar la contienda bélica contra España pudo concluir su Licenciatura en Derecho (1898), conocimientos necesarios para su posterior ejecutoria profesional.
Meses después, expuso la idea de cómo debían ser las relaciones entre los EE.UU. y Cuba cuando afirmó: “(…) La resolución del 18 de abril (Resolución Conjunta) está en pie (…) Si ella establece la renuncia de los Estados Unidos a toda disposición e intención de ejercer soberanía, jurisdicción o dominio sobre la Isla de Cuba (…) ¿Por qué hemos de atormentarnos diciendo a diario que los Estados Unidos pretenden quedarse para siempre con la Isla?” Pero lo cierto es que unos años más tarde afirmaría que: “Reflexionando (…) reconozco como (un desatino) la posterior imposición a Cuba de la Enmienda Platt, hecho que califico como un gravísimo error”.
Volvamos a diciembre de 1898 en que participa como miembro activo de la Comisión que viaja a Washington para discutir y establecer las bases sobre las que se asentarán las futuras relaciones socio-económicas y políticas entre ambas naciones. Esta responsabilidad depositada en él marcaría el inicio de su profundo y experimentado pensamiento político y patriótico, al igual que sus habilidades como negociador gubernamental demostradas posteriormente. Entre 1898-1902, período de la ocupación militar norteamericana de Cuba, Torriente recibió varios nombramientos gubernamentales: Secretario del Gobierno Civil, primero; y Gobernador interino después, ambos, de la provincia de La Habana (1898); Magistrado de la Audiencia Provincial de Santa Clara (1899) y del Tribunal Provincial de Apelaciones de Matanzas en 1900, en el que se mantuvo hasta 1903. Rechazó ser electo Representante de la Asamblea de Santa Cruz del Sur (1898) porque en ella había sido destituido el General Calixto García en la misma sesión en que él fue elegido representante. Al poco tiempo acompañó al General García en la delegación que viajó a los EE.UU., presidida por el alto militar holguinero, quien falleció en diciembre de ese año estando al frente de la referida misión diplomática.
Siendo Presidente de la República de Cuba Tomás Estrada Palma, Torriente aceptó el cargo de Enviado Diplomático Especial en España. Pero en 1906, al producirse la segunda intervención norteamericana en la Isla, renunció al cargo y le explicó los motivos por los que lo abandonaba al interventor militar norteamericano, Charles Magoon, en carta personal dirigida a este. Comenzó a ejercer como abogado en 1906 para los asuntos públicos hasta 1913, pero a partir de ese año y hasta 1917, actuó como representante y agente legal de varias empresas y compañías inglesas y norteamericanas en las transacciones comerciales propias de estas.
Cosme de la Torriente se opuso a la fórmula política denominada “Comisión Gestora” porque pretendía se eligiera en Cuba el Poder Legislativo, no así el Ejecutivo, que debía ser desempeñado por un gobernador nombrado desde Washington.
Durante el gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), Cosme de la Torriente y Salvador Cisneros Betancourt denunciaron fraudes administrativos que demostraban los desvíos de recursos que practicaba el gobierno cubano de turno. También se opusieron ambos cubanos a que personas identificadas históricamente con el colonialismo ibérico, estuvieran representadas en el gobierno republicano de Cuba. De igual manera y durante el período presidencial de Mario García Menocal (1913-1921) presidió la Comisión de Relaciones Exteriores. Fue autor y ponente de varias leyes acerca del aumento y reorganización del Servicio Exterior de la República. También ocupó -aunque por poco tiempo- la Secretaría (Ministerio) de Estado. Desde esa posición gubernamental, Cosme de la Torriente ganó un pleito de reclamaciones tripartitas que presentaron los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y Alemania contra Cuba por las propiedades afectadas a ciudadanos de sus respectivos países existentes en Cuba durante la última Guerra de Independencia. Cosme de la Torriente resultó nombrado Representante de Cuba (1922) ante la Liga de las Naciones, convirtiéndose en su Presidente al año siguiente, evento que constituyó un acto sin precedentes ni subsiguientes en la historia de la diplomacia cubana. En su discurso inaugural como máximo rector de la Liga, expresó: “(…) que se respete el derecho de Cuba a hablar por sí sola en materia de política exterior, que se garantice el derecho a la existencia de una Nación soberana e independiente (…)”. Para 1925 renuncia como Embajador de Cuba en los EE.UU. después de ratificado el tratado Hay-Quesada que reconocía la soberanía de Cuba sobre la Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud). Lo cierto es que el dominio del tema tratado y su habilidad diplomática en conducirlo y exponer las razones que defendía con solidez, fueron los motivos que convencieron a las autoridades norteamericanas para que ratificaran el referido Convenio.
En agosto de 1933 participa en la huelga general y alzamiento del ejército para derrocar al Presidente-General Gerardo Machado y Morales, al insistir este en promover una cláusula para establecer la prórroga de poderes violando el orden democrático. Cosme de la Torriente decide apoyar la constitución del gobierno provisional de Carlos Manuel de Céspedes y Quesada.
Nuevamente de la Torriente y Peraza ocupa el cargo de Secretario de Estado durante el gobierno de Carlos Mendieta (enero-1934) y en mayo de ese año redactó el Proyecto Inicial del Tratado de Relaciones entre Cuba y los EE.UU. en el cual se derogaba la Enmienda Platt. Al poco tiempo vemos de nuevo a Cosme de la Torriente haciendo gala de sus actitudes y experiencia como negociador gubernamental al discutir y firmar en representación de Cuba el “Tratado de Reciprocidad Comercial entre EE.UU. y Cuba”.
Aspiró al Poder Legislativo como Senador por la provincia de Matanzas y salió electo. En este se mantuvo durante siete años. A lo largo de ese período se desempeñó como Presidente de la Comisión para la Reforma de la Constitución, miembro de la Comisión Codificadora y Presidente de la Comisión Nacional de Legislación Bancaria, época en que propuso y se aprobaron sendos proyectos para la Reglamentación de Bancos y el otro referido a la creación de un Banco Nacional de Emisión.
Una prueba de la conducta digna y decorosa asumida por Cosme de la Torriente en todas sus apariciones como representante oficial de Cuba podemos tomarla del incidente surgido entre él y la reina de España en Madrid, Victoria Eugenia, cuando el Cuerpo Diplomático fue citado por la Cancillería española para felicitar al rey Alfonso XIII y la reina al salir ilesos del atentado (conocido como complot de Garraf) a finales de mayo de 1925, cuando ambos viajaban de regreso de Barcelona a Madrid. En esa oportunidad, la reina humilló a Cuba al negarle el saludo a Torriente, quien ostentaba la condición de Encargado de Negocios de Cuba ante el Reino de España. Cosme elevó una nota de protesta al gobierno español por lo sucedido, respetuosa pero enérgica, y le recomendó al gobierno de Cuba retirar la Legación de Madrid si la reina no se disculpaba. El resultado final fue que ella se disculpó y las relaciones Cuba-España mejoraron y aumentaron de nivel entre Estados cuando presentó Cosme de la Torriente sus credenciales en su nuevo y más elevado cargo en calidad de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, la reina lo recibió y le presentó sus disculpas.
No debemos obviar que Torriente y Peraza ejerció la profesión de periodista a partir de 1936 y que no la abandonó por el resto de su vida. Escribió ensayos y artículos de opinión en los diarios El País-Excelsior y las revistas Bohemia y Social. Fundó en 1941 y dirigió por varios años la publicación Revista de La Habana.
Entre los múltiples cargos oficiales que ocupó Cosme de la Torriente a lo largo de su trayectoria como alto funcionario público, no podemos dejar de señalar los de: Vicepresidente del Consejo Nacional de Veteranos de la Guerra de Independencia; Vicepresidente de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional; integrar el cuarteto de los miembros plenos de Cuba en el Tribunal de Arbitraje de La Haya (Holanda). Miembro también de la Comisión Internacional de Legislación Uniforme Alta con sede en Washington (EE.UU.) y Residente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de Cuba.
En reconocimiento a sus múltiples aportes intelectuales e investigaciones desarrolladas a lo largo de su vida, en agosto de 1944 fue invitado para que ingresara como Académico de Número en la Academia Cubana de Historia e investido en tal carácter al exponer y ser aprobado su discurso corporativo titulado: “Calixto García: estadista”. Posteriormente ocuparía el cargo de Vicepresidente de la referida Academia en el período 1946-1947.
Cosme de la Torriente, por sus extraordinarios méritos como intelectual y su amplia obra literaria e investigativa, fue nombrado Miembro de Mérito y Correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Arte de Madrid, Miembro Honorario de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración de la Universidad de San Marcos de Lima, Perú; Miembro Honorario y Correspondiente de la Real Sociedad Geográfica de España elegido en 1919, Miembro Correspondiente de la Society of America.
Cosme de la Torriente propuso y logró la derogación en el “Tratado Permanente de Cuba-EE.UU.”, de las cláusulas que otorgaban el derecho a los EE.UU. a intervenir militarmente en Cuba cuando el gobierno norteamericano considerara amenazados los intereses de su país en la Isla y la seguridad física de sus ciudadanos establecidos en Cuba; así como eliminar el establecimiento de una estación militar naval de los EE.UU. en Bahía Honda, provincia de Pinar del Río, aunque se mantuvo su similar en Guantánamo, en la costa suroriental de la Isla, hasta que el pueblo cubano pudiera proponer la abrogación (eliminación) o modificación del status de esta estación.
Aunque su actividad intelectual y académica le consumía casi todo el tiempo laboral de que disponía para sus investigaciones, ello no fue óbice para que se pronunciara públicamente el 10 de marzo de 1952, contra el Golpe de Estado dirigido por el General Fulgencio Batista y Zaldívar contra el Presidente de la Nación en aquellos momentos: Carlos Prío Socarrás; y propusiera la celebración de un arreglo concertado entre los partidos actuantes y suspender las acciones violentas empleando al ejército y la policía para dirimir disparidades socio-políticas en el país.
Una de sus últimas actividades político-legislativas fue su oposición pública al plan de dividir la Isla de Cuba en dos con el Proyecto del Canal Vía-Cuba que apadrinaba el gobierno de Fulgencio Batista. Contra esa obra de ingeniería civil presentó un recurso de inconstitucionalidad en enero de 1955/1956 en el Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales y salió victorioso. Entre sus firmantes se encontraban, además de Cosme de la Torriente, varios juristas prestigiosos como Jorge Mañach, Pelayo Cuervo, Carlos Márquez Sterling y José Manuel Gutiérrez.
El fallecimiento de Cosme de la Torriente y Peraza se produjo en la ciudad de La Habana, el 8 de diciembre de 1956, a los 84 años de su edad. Se despidió de sus familiares presentes en su lecho de muerte y amigos íntimos. Posteriormente solicitó la presencia del Cardenal de la Iglesia Católica en Cuba, Su Eminencia Manuel Arteaga Betancourt (1879-1963). En su testamento expuso algunos señalamientos que responden a su más puro legado político: “El pueblo es soberano. Sin fuerzas morales no puede triunfar el ideal. Unirse y reunirse es lo que deben hacer Gobierno y Oposición (política, nota del autor.). Olvidar sus cosas particulares y pensar en Cuba”.
Entre los reconocimientos más importantes que recibió Cosme de la Torriente y Peraza podemos destacar: El homenaje que por acuerdo realizó la Academia Cubana de Historia (1950) por su meritísima labor a favor de la República de Cuba durante más de 40 años. Ese mismo año la Federación Mundial de Asociaciones de las Naciones Unidas con sede en Ginebra, lo designó “Miembro de Honor”. En 1951 la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público de la Universidad de La Habana, lo invistió con la categoría de “Doctor Honoris Causa”. De igual forma fue condecorado por el Presidente de la República de Cuba, Carlos Prío Socarrás (1952), con la Gran Cruz de la Orden “Lanuza”. Recibió, además, la Medalla de Servicio Distinguido del Ejército de Cuba y la Medalla de Honor de la Liga Interamericana Bolivariana.
Entre sus obras literarias más destacadas podemos puntualizar: “40 años de mi vida” (1939); “Los derechos de Cuba sobre la Isla de Pinos” (1924); “Libertad y Democracia” (1941), “Un juicio acerca del positivismo filosófico” y “Actividades de la Liga de las Naciones”, entre otras que vieron la luz de su copiosa obra literaria. Discursos y conferencias que dictó en el Club Rotario, la Academia de Ciencias de La Habana y en el Ateneo de La Habana.
Conclusiones
- Cosme de la Torriente y Peraza se proyectó en diversas, complejas e importantes disciplinas del conocimiento humano: Académico, filósofo, militar, jurista, diplomático, legislador, estadista, escritor, periodista político y masón. Y en todas demostró dominio y excelencia por su experiencia y maestría en su conducción teórico-práctica, tolerancia y rectitud en su conducta. Fue, sin género de dudas, una enciclopedia viviente que, a lo largo de su vida, traspuso fronteras en su proyección pública extremadamente intensa, marcada por un patrón de principios ético-morales puros y sin manchas. Las grandes dotes demostradas en sus disímiles labores altamente especializadas, muestran el dominio sobresaliente propio de los hombres de elevada preparación teórica y facilidades prácticas en sus labores. Culto, talentoso y con elevados principios personales que lo identificaron como prócer republicano de altos quilates y casi imposible de reemplazar. Las jornadas y discusiones de trabajo y proyectos nacionales e internacionales en los que participó, se corresponden con su entrega e incansables servicios en favor de la patria, precedidos por su brillante actuación que marcó con letras de oro, la parte de la Historia de la Nación cubana que le correspondió modelar.
- Su conducta como fiel defensor del diálogo negociador y lógico sobre la violencia irracional, demostró que llevaba la razón si tenemos en cuenta el hecho universal de que los conflictos, después de provocar cuantiosas pérdidas humanas y materiales, generalmente tienen que concluir en la mesa de negociaciones con beneficios proporcionales para todas las partes en conflicto, concluir con un saludo formalmente afectuoso y un brindis por los resultados positivos alcanzados por los contendientes.
- En el contexto del pensamiento político cubano, se pudiera enmarcar como un liberal espontáneo. Cosme de la Torriente y Peraza ejerció un rol primordial por ser el primero en comprender que era esa y no otra, la conducta política dominante durante una gran parte de la primera mitad del siglo XX; como que tampoco podían ignorarse, dentro de la indetenible evolución política-ideológica existente, a las clases sociales presentes en la Cuba de esos momentos.
Bibliografía
- de la Torriente y Peraza, Cosme. “Cuarenta años de mi vida”. La Habana. 1938.
- Idem. “Libertad y Democracia”. Manzanillo. 1942.
- Ibidem. “Mi Misión en Washington”. La Habana. 1951.
- Ibidem. “Un juicio acerca del positivismo filosófico”. Archivos de la Cancillería.
- Ibidem. “La Enmienda Platt y la Constitución de 1901”. Monografía. Folleto. 1912.
- Ibidem. “Cuba, los EE.UU. y la Vida de las Naciones”. La Habana. 1922.
- Ibidem. “La Cuarta. Asamblea de la Liga de las Naciones”. La Habana. 1924.
- Ibidem. “La Enmienda Platt y el Tratado Permanente”. La Habana. 1930.
- Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. 1ra. Parte. (1510-1898).
- Enciclopedia Universal Ilustrada.
Héctor Maseda Gutiérrez.
Uno de los 75 presos de conciencia del 2003.
Agencia DECORO.