La razón de ser de la economía es administrar eficientemente recursos escasos para satisfacer demandas siempre crecientes de la población. En Cuba, las demandas crecen y parecen expandirse cada vez más, sin embargo, la administración eficiente de los recursos no se realiza. Uno de los elementos que impide este proceso, es la profunda desconexión entre lo que se dice y lo que se hace. Si se revisan los documentos del partido comunista y los discursos de los decisores de políticas cubanos encontramos frecuentemente las siguientes aspiraciones o directrices de política económica: aumentar exportaciones, sustituir importaciones, aprovechar los recursos internos y ahorrar, avanzar en el desarrollo próspero y sostenible; mientras que la realidad muestra un deterioro de las exportaciones, alta dependencia de las importaciones de consumo y bienes intermedios fundamentalmente, escasez creciente, desabastecimiento en los mercados minoristas, uso ineficiente de los recursos (baja productividad), deterioro del bienestar social, entre otros problemas que evidentemente nos alejan del desarrollo al que aspiramos.
Esta semana, con la situación de crisis agravada por los efectos del coronavirus, se ha anunciado la actualización del plan de la economía para este año, proceso que también agrupa un conjunto de expresiones o aspiraciones que, de lograrse, pudieran tener un impacto positivo para la economía y la sociedad. Sin embargo, no se anuncian las reformas que harían posible estas aspiraciones. ¿Cómo aumentar significativamente las exportaciones sin un proceso de reordenamiento monetario y cambiario, y sin una reforma de la empresa estatal que bajo el modelo actual ha sido incapaz de lograr dicho aumento? ¿Cómo sustituir importaciones si no producimos, si no se destraban las fuerzas productivas con libertades e incentivos económicos reales? ¿Cómo aprovechar los recursos internos con los que contamos, si ignoramos los fundamentales (sector privado) y torpedeamos el aprovechamiento de otros (hiper centralización de la empresa estatal)? ¿Cómo avanzar hacia el desarrollo con instituciones como las que tenemos en Cuba: burocráticas, parasitarias, inefectivas, que no reconocen derechos y libertades básicas?
No se puede hacer magia en economía. No se puede declarar una intención, hacer lo que queramos, y pretender obtener los resultados esperados. Pues no es posible ignorar la historia, la ciencia, el conocimiento de los expertos, la propia realidad y las señales que genera. De lo contrario estaríamos limitando las posibilidades de generar prosperidad y crecimiento económico. La emergencia económica que vive Cuba, demanda una respuesta responsable y respetuosa hacia los cubanos por parte de las autoridades encargadas de guiar la política y la economía nacional, y esa respuesta no puede reducirse a declaraciones ideológicas, aspiraciones pronunciadas pero no asumidas en profundidad, intenciones y promesas de prosperidad y crecimiento que ignoran el amplio consenso existente entre economistas cubanos respecto a la imperiosa necesidad de emprender reformas estructurales de modelo de gestión económica.
Junto a los ajustes del plan de la economía y los tranquilizadores mensajes políticos que normalmente acompañan este tipo de documentos, las autoridades deberían publicar una lista de reformas estructurales (las cuales existen y han sido constantemente estudiadas) salidas de las propias universidades y centros de estudios, de los propios profesionales de las ciencia y expertos cubanos, que aborde la forma en la que se pretende hacer realidad el crecimiento, el bienestar social y el desarrollo en Cuba. Esta sería una respuesta coherente a la crisis que enfrentamos, lo demás (administrar la crisis para mantener el control absoluto de la economía y la sociedad como se hizo en los años noventa y como parece ser se pretende hacer ahora) agravaría la situación de precariedad, la extendería en el tiempo, pero de ninguna forma, sería una respuesta efectiva y respetuosa de la dignidad de los cubanos.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.