Para Pedro Pablo la naturaleza de las cosas está en la unidad de los contrarios

Silvia Oliva Saínz durante la presentación de sus palabras en la noche de la inauguración.

Foto de Yoandy Izquierdo Toledo.

Buenas noches.

He de tomarme la licencia de ofrecerles un fragmento del libro “La insoportable levedad del ser” de Milán Kundera que, en una tarde calurosa y de extrañas coincidencias, Juan Carlos Rodríguez me releía intentando hallar un título para la exposición que hoy inauguramos. Parecía como si Juan Carlos, iluminado, hubiera descubierto sin proponérselo una de las lecturas preferidas por Pedro Pablo a principios de los años 90, y más que una lectura, parte de la filosofía existencial del artista.

Kundera escribía: “Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad? Esta fue la interrogante que se planteó Parménides en el siglo sexto antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frío; ser-no ser. Uno de los polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo fino, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecemos puerilmente simple. Con una excepción: ¿qué es lo positivo, el peso o la levedad? Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo. ¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Solo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.”

Conociendo bien la terrible ansiedad que le causan al maestro Pedro Pablo las disyuntivas -y más si estas son filosóficas-, intentábamos especular sobre cuál sería la respuesta del artista si se le plantease la interrogante de Parménides. Para Pedro Pablo la naturaleza de las cosas está en la unidad de los contrarios, así que solo manifestándose juntos la levedad y el peso podríamos entender la esencia de esta muestra sui generis.

Las piezas reunidas hoy son el resultado de los últimos años de trabajo de Pedro Pablo, quien descubre en la escultura, como niño travieso, un nuevo juego: el de darle al pesado metal la ligereza de un globo aerostático.

Como en La insoportable levedad del ser, esta es una exposición que parte de dilemas existenciales, de amores y desamores que van de la intimidad al ser social. Estas dudas son el motivo para explorar los conflictos más profundos de la realidad que rodea al artista: estabilidad-inestabilidad, integración-ruptura, encuentros-desencuentros, felicidad-dolor, permanencia-abandono.

Tomando en algunas piezas el tema del viaje, reflexiona sobre la emigración como causa de ausencias y quebrantos, a la vez que se deja seducir por el descubrimiento del otro yo cultural de la nación, intensamente cubano, encontrado en la otra orilla, adonde Oliva va a realizar sus esculturas. Indaga sobre el enorme peso causado por la idea de un paraíso imaginario, que siempre parece encontrarse en la orilla opuesta. Si nos adentramos de la mano de Kundera en el tema, podríamos caer en la cuenta de que tales edenes no existen. Pero, ¿acaso esta afirmación nos devolvería una sensación interior de ligereza?

Muchos críticos coinciden en ver el desborde imaginativo y la pericia de Oliva trasladados ahora a la escultura en bronce, donde se verifica una continuidad con su estética. Desde la tranquilidad de la silla de mimbre en el hogar de Clementina, -a quien espero verla en el público hoy-, pasando por la intimidad de un beso en el muro de El Malecón, hasta un Matías Pérez que escapa en dulce orgía hacia el cielo, La levedad y el peso constituye el segundo capítulo de este viaje por la reciente obra escultórica del artista, precedido por En cuerpo y alma, bronces de Pedro Pablo Oliva, que se realizara en el mes de febrero en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam de La Habana. Aquí se han sumado dos obras que no estuvieron presentes en la primera muestra: Novia llorando y El tierno amor de Bustelo. Cada pieza conforma a su vez un episodio de esa larga historia que conforma la vida de un hombre.

Quiero agradecerle al MAPRI y a su equipo por la hospitalidad, en especial a Juan Carlos Rodríguez por trasmitirnos una energía y confianza incalculables, a Orlando Enrique Barrera por su habilidad y perseverancia, a los fieles montadores de la exposición por la disciplina (Yoel García, Eros Manuel García y José Manuel García), a Hirochi por donarnos su sábado, a los estudiantes de socioculturales que realizan las prácticas en el MAPRI, a los muchachos del taller FARMACIA, y, desde la otra orilla, al equipo de RUN Art Foundry, donde dos buenos pinareños, Uldis López y Alberto Noel Venereo, siempre nos esperan para hacer la magia.

Queden abiertas las puertas de La levedad y el peso.


Silvia Oliva Saínz (Pinar del Río).
Representante de Pedro Pablo Oliva.
Curadora de la exposición “La levedad y el peso”.
Psicóloga.

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